Mitos, Leyendas y Antecedentes.
Es cierto que existen muchos casos semejantes al Cerro Uritorco en el resto del mundo, donde un accidente geográfico se convierte en un centro de convocatoria espiritual, o la puerta a una dimensión mágica.
En algunos casos se trata de montañas gigantescas, cuyas enormes dimensiones le dan un carácter extraordinario por sí mismo. En otros, sus condiciones especiales se las otorga la civilización o cultura que se desarrolló en su proximidad. Lo cierto es que el Uritorco no parece formar parte de ninguno de estos ejemplos.
Más bien, este cerro de 1950 metros de altura, si se lo compara con otras sierras de la misma provincia argentina, no posee otra condición extraordinaria que ser el más alto de las sierras de Punilla, quizá por ello el apelativo sexuado con el que se lo conoce: Cerro Macho, traducción del lenguaje aborigen Uri = Cerro, Torco= Macho.
Pero fue siempre el centro de diferentes sucesos que signaron su entorno. Aquí se relatan algunos de los antecedentes, comenzando por las extrañas culturas indígenas que lo consideraron sagrado.
La zona que rodea el Cerro Uritorco fue habitada por la cultura comechingona. Sin embargo una serie de estudios recientes realizados por un grupo de arqueólogos de la Universidad de Córdoba, en los terrenos que fueron inundados por el dique el Cajón, dan cuenta de la presencia en el lugar de dos grupos culturales anteriores a los comechingones.
Una de ellas se trata de grupos indígenas llamados Ampajango, con 10.000 años de antigüedad. Según las excavaciones realizadas los Ampajangos habitaron las proximidades del Uritorco después de la cultura Ayampitín. Lo cierto es que los tres grupos indígenas consideraron al Cerro Uritorco, como también el paraje conocido como El Zapato, como un centro de convocatoria mítica-religiosa, donde se desarrollaban ritos calendáricos periódicos.
Para estas ceremonias se cubrían la mayor parte del cuerpo y la cabeza con un capuchón negro con orejas paradas y aberturas para la boca y los ojos, como también se pintaban la mitad de la cara de color negro y rojo.
Estos detalles pueden observarse en el arte rupestre de los comechingones, esparcido en diferentes puntos de la provincia.
La conquista:
Al llegar los españoles a estas tierras, los comechingones, se mostraron reacios a aceptar la servidumbre que les exigía el conquistador. El primer acto de resistencia se produjo en el segundo año de la fundación de Córdoba, cuando un grupo de indios mataron al Capitán y alcalde Blas Rosales y sus hombres. Para castigar esta rebelión, el Teniente Gobernador Don Lorenzo Suárez de Figueroa envió una expedición que enfrentó a los comechingones en el cerro o peñón de Charalqueta (Ongamira), donde éstos se habían fortificado.
El lugar era de difícil acceso, y los indios pudieron burlarse durante días del asedio de los españoles, mientras los atacaban con flechas y sus bolas "arrojadizas". Pero los españoles realizaron un rodeo con sus caballos, y al llegar a la cima del peñón, exterminaron a los comechingones.
Según la leyenda muchas mujeres que acompañaban a sus hombres se arrojaron desde la cima cargando en sus brazos a sus hijos, prefiriendo la muerte a la esclavitud. La viruela, el hambre y los trabajos forzados lograron que en menos de cien años del ingreso de los españoles a la región, los comechingones resultaran diezmados.
Comechingones (Una Cultura Peculiar)
En realidad, es muy pocos los datos que se poseen sobre los comechingones. Así como se desconoce su lengua, no se sabe el nombre que se daban, ya que Comechingón era el apelativo con el cual los identificaba los Sanavirones, un pueblo vecino que ocupó la región noreste de Córdoba. Los Sanavirones poseían rasgos étnicos similares al de los indígenas del norte argentino y un carácter mucho más sumiso ante el invasor.
En cambio los comechingones resistieron a los españoles hasta su total exterminio, apenas 50 años después del ingreso de los europeos a esa región de América.
Sin embargo, a las referencias históricas sobre los Comechingones se debe agregar los estudios realizados por el profesor Guillermo Alfredo Terrera, quien plantea en una serie de libros, especialmente en El valle de los Espíritus, que esta cultura fue poseedora de conocimientos telúricos mágicos peculiares.
Terrera refiere las diferentes características físicas de los comechingones con respecto a otros grupos indígenas de la zona, ya que eran de gran altura, y llevaban barbas largas y espesas, mientras sus cabellos eran de color claro.
Entre otros detalles interesantes Terrera refiere que los morteros de piedra que abundan en diferentes puntos cercanos al Uritorco, no sólo cumplían una función alimenticia, también eran empleados en ritos mágicos y sagrados. En la parte inferior de los morteros “estaba representado el cosmos con sus campos de fuerza destrógiros y levógiros, y esta energía se podía percibir con sólo introducir la mano dentro de la concavidad del mortero.
Si éste poseía poderes mágicos, el alimento preparado dentro del mismo adquiría la fuerza cósmica que se transmitía a quienes lo comiesen”. También dice Terrera que, “los comechingones, como habitantes de las serranías cordobesas, convivieron con los cerros, hondas quebradas, los valles luminosos, y los arroyos y ríos de aguas transparentes. De allí su gran capacidad de observación y meditación, que con el transcurso del tiempo se convirtió en sabiduría empírica y mágica que les permitió crear valles de los espíritus o quebradas del silencio. Ellos aseguraban ver hombres que solían caminar por las sierras y desaparecer de improviso; seres que venían de la profundidad de la tierra… También los Comechingones contemplaron embelesados las luces o entidades cósmicas que surcaban el cielo nocturno”.
El Bastón de Mando:
También llamado toqui lítico, piedra de la sabiduría, simihuinqui o la piedra que habla.
El profesor Terrera avanza todavía más en su explicación sobre los misterios que rodeaban a los Comechingones, y encuentra un nexo con el hallazgo de un Bastón de Mando o Piedra de la Sabiduría, efectuado en 1934 en las cercanías del Uritorco, por parte de Orfelio Ulises.
Este maestro ocultista habría obtenido la información sobre el Bastón de Mando en la doble ciudad tibetana de Samballah, donde estudió durante ocho años. Allí le fue revelada la ubicación del Toqui Lítico, que según Terrera, fue ordenado construir “con piedra de basalto por el Gran Cacique Voltán o Multán de los comechingones, hecho acaecido hace más de 8.000 años”.
Este bastón se encuentra en manos del Profesor Terrera desde el 26 de setiembre de 1948, cuando le fuera entregado, según sus escritos, por decisión de un grupo de Maestros. En este bastón, que posee una forma cónica perfecta y una longitud de 1,10 metros, se encontraría mágicamente codificada toda la sabiduría de la humanidad.
El hecho de que el Bastón haya sido encontrado en las proximidades del Cerro Uritorco respondería a que este mojón de piedra señalaría el centro de un triángulo menor de fuerzas cuyos vértices descansarían en Jesús María, Serrezuela y Conlara.
Pero a este tema, Terrera agrega un nuevo elemento, todavía más mítico y extraordinario en su trabajo Antropología Metafísica donde refiere: “es sabido que el caballero Pársifal -custodio insobornable del Vaso Sagrado- viajó con él y con la Cruz Templaria, partiendo del puerto de Rochedalle hacia el año 1170, con el objeto de depositar el Santo Grial junto al Bastón de Mando, en la cordillera de Viarava. Esta cordillera, así denominada por aquel entonces, especialmente por el minnesinger (cantante, poeta o trovador) germano Wolfram von Eschenbach en su inmortal poema Parsifal, es conocida actualmente como Sierras Chicas de Córdoba, lugar donde se eleva el sagrado Cerro Uritorco”.
Una cuestión interesante abordada por Terrera en su libro El valle del los Espíritus, es la siguiente: “No olvidemos que este cerro, muestra en su superficie varios cráteres de volcanes aparentemente apagados, según una creencia generalizada. Ahora bien, estén totalmente apagados o se encuentren potencialmente activos, lo real es que se han hallado canales o troneras abiertos desde la corteza interior del planeta Tierra”.
En cuanto a este punto, se ha planteado hace muchos años, la posibilidad de que en el interior del Cerro Uritorco existan galerías que comunican con enormes salas. Esta creencia ha llevado a incontables exploradores a buscar las cuevas de ingreso o, los llamados, respiraderos del Cerro, sin que hasta el momento se haya logrado ubicarlos. De todos modos existen algunas referencias generales para hallar esas entradas. Una de ellas se encontraría en la falda opuesta al paraje Ojo de Agua, otra en el Cerro Overo, y uno de los respiraderos más importantes, cerca de la cumbre, en un cerrito muy próximo a la cruz que señala la máxima altitud.
Con todos estos elementos el profesor Terrera demuestra no tener dudas de que el Cerro es un centro sagrado, como también las condiciones herméticas de la zona, por eso no duda en relacionar esta elevación con “las luces del espacio, la ciudad de Erks, los Tres Espejos, el rito Solar y el Bastón de Mando, y su portador o poseedor, a los cuales se denomina en lengua cósmica o tibetana como Ique Simihuinqui”.
Fuente: Caminos del peregrino. https://diariosierras.com/el-baston-de-mando-de-los-indios-comechingones/
dp
2 comentarios:
Extraordinario y atrapante relato amigo!!!
Juan Manuel Basualdo
Excelente.
Eduardo Testori
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