miércoles, 26 de julio de 2023

NADA SE COMPARARA A TI...

 

SOLO QUIERO LLORAR....HASTA SIEMPRE MI SINEAD...


NO SE PUEDE DECIR MÁS NADA...


NADA SE COMPARARA A TI...





Ver algunos detalles de su tortuosa vida en:

https://www.clarin.com/internacional/dolor-vida-sinead-connor-infancia-abusos-demonios-personales-golpe-duro_0_0yPnWC7Jz.amp.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Sinéad_O%27Connor



dp



martes, 25 de julio de 2023

EL SINDROME DEL TERCER HOMBRE

 


El Síndrome del Tercer Hombre: lo que le sucede a los montañeros durante experiencias traumáticas de vida o muerte


CARLOS PREGO @CarlosPrego1

26 Febrero 2023



No todas las aventuras tienen que resolverse con éxito para convertirse en épicas. Ocurrió con la conocida como Transantártica Imperial, la expedición que partió de Inglaterra en agosto de 1914 bajo las órdenes del explorador Ernest Shackleton con un propósito descomunal y no apto para corazones débiles: atravesar la Antártida, desde Vahsel, en el Mar de Weddell, hasta la isla de Ross, al otro extremo.

Debido a las duras condiciones del Polo Sur, el buque Endurance acabó atrapado entre el hielo y Shackleton vio cómo sus planes se complicaban hasta arrastrarle a una auténtica gesta que llevó su aguante y el de sus colegas a una cota límite solo alcanzable entre témpanos, temperaturas glaciares y un agotamiento extremo.

La hazaña del explorador sirvió también para algo que él probablemente no sospechaba siquiera: acuñar la expresión "factor o síndrome del tercer hombre". Bien conocida por los alpinistas y que supone, aún hoy, un fenómeno fascinante.

"¿Quién es el tercero que camina a tu lado?"


Ernest Shackleton (izquierda) junto a Robert Falcon Scott y Edward Wilson en la Antártida, en 1902.





El fenómeno lo describió Shackleton cuando recordaba los durísimos dos días y medio durante los que avanzó —junto a Frank Worseley y Tom Cream— hacia una estación ballenera situada en la costa norte de Georgia del Sur. El grupo caminó 36 largas horas entre unas condiciones pésimas, sin apenas material y esquivando la muerte. Sobre sus hombros cargaban además la responsabilidad de tener que ayudar al resto de sus compañeros de la malograda Trasantártica Imperial.

Por la desolada Antártida vagaban solo los tres, Ernest, Frank y Tom, aunque si alguien les hubiera preguntado cuántas personas componían aquella desesperada comitiva es probable que respondieran algo distinto: que con ellos iba otra persona, un cuarto integrante, sin nombre, sin rostro... pero innegable.

"Sé que durante esa larga y tormentosa marcha sobre montañas y glaciares sin nombre, a menudo me parecía que éramos cuatro, no tres", escribió el explorador. Aquella sensación común, precisa The Guardian, embargó a los tres hombres que emprendieron el viaje: la presencia de un "cuarto" que los acompañaba.

Semejante expresión debió de sorprender al poeta T.S. Eliot, quien tiempo después, en 1922, tras leer el relato de Shackleton, recogía la idea para plasmarla en su popular poema The Waste Land: "¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado? Cuando cuento, solo estamos tú y yo juntos, pero cuando miro hacia adelante en el camino blanco siempre hay otro caminando a tu lado".


La licencia de Eliot, que cambió "el cuarto" hombre de Shackleton por un "tercero" tuvo éxito y desde entonces solemos hablar del "síndrome del tercer hombre" para referirnos a eso: la sensación de un compañero fantasma, una presencia que en cierto modo reconforta a personas que afrontan una sensación límite.




Shackleton no fue el única en describirla. Varios años después de su muerte, en 1933, Frank Smythe, británico y explorador al igual que él, relataba una vivencia similar mientras intentaba coronar la cima del Monte Everest. "Todo el tiempo que estuve escalando solo tuve la fuerte sensación de que estaba acompañado por una segunda persona. Era tan fuerte que eliminó por completo toda la soledad que de otro modo podría haber sentido”, escribía el explorador en su diario.

Tan vivida era la sensación que, explica Smythe, en un momento del ascenso rebuscó en su bolsillo, sacó un pedazo de Kendal Mint Cake, lo partió y se giró para ofrecerle una de las mitades a aquel compañero que tan próximo sentía.

No vio a nadie, claro.

No hay que remontarse tanto en el tiempo. Ni tan lejos. El montañero madrileño Fernando Garrido escribía en su cuaderno la sensación que le embargó cuando, a principios de 1986, pasó más de dos meses en la solitaria cumbre del Aconcagua, a casi 7.000 metros, para lograr el récord de supervivencia en altitud.

"Hoy, como otras veces, me he despertado con la sensación de que había alguien fuera, junto a la tienda. ¿Ha pasado allí la noche? ¿Por qué no me habrá llamado para que lo dejase entrar? [...] —relataba el montañista en declaraciones recogidas por el El Confindencial— ¡Es mi hermano, mi hermano Javier! ¡Javi, despierta, venga, despierta! Lo vuelvo hacia mí. Está muerto, su cabeza es una calavera".


Sobre el fenómeno se han escrito un buen puñado de artículos y referencias, algunos en medios del alcance de The Guardian o NPR, y en 2008 el escritor John Geiger llegó a dedicarle un libro monográfico, ‘The Third Man Factor: Surviving the Impossible’ tras pasarse un lustro rastreando historias parecidas.

Más complicado que recopilar experiencias resulta sin embargo darles una explicación plausible. Hace años, durante una charla con el periodista Guy Raz, de NPR, Geiger relataba que hay quien recurre a la espiritualidad, si bien él insiste en que el síndrome puede explicarse por "una ciencia sólida". "Muchos escépticos y no creyentes han tenido esta experiencia y la atribuyen a otras causas", reivindica el autor, que en su volumen recoge incluso el caso de un superviviente del 11S.

En 2009 Geiger apuntaba explicaciones como reacciones bioquímicas o simplemente fallas en la actividad cerebral. "Si entendemos que el factor del tercer hombre es parte de nosotros, como lo es la adrenalina... entonces podemos acceder a él más fácilmente. No es una alucinación en el sentido de que las alucinaciones son desordenadas. Esta es una guía muy útil y ordenada", reflexionaba.


Hace años los investigadores Ben Alderson-Day y David Smailes comentaban el fenómeno y explicaban que "los fuertes sentimientos de presencia" no se dan solo en circunstancias dramáticas. Se han registrado casos después del duelo, durante la parálisis del sueño o en casos de trastornos neurológicos, como la enfermedad de Parkinson o cuadros de daño cerebral. "Los diferentes contextos en los que ocurren nos dan algunas pistas sobre qué podría estar sucediendo", zanjan.

"Comprender más acerca de cómo y por qué ocurren las presencias sentidas tiene el potencial de decirnos muchas cosas sobre nosotros mismos: cómo reaccionamos bajo un intenso estrés mental o físico, cómo lidiamos con el peligro y la amenaza, y cómo reconocemos la forma y la posición de nuestro propio cuerpo".


"Una cosa que también puede hacer es arrojar luz sobre otras experiencias inusuales que son difíciles de entender", zanjan los expertos en su artículo de 2015: "El tercer hombre no solo nos habla de nuestras mentes o cuerpos; nos ofrece una forma de ayudar y comprender a los demás, como lo hizo con Shackleton".

El paso del tiempo no ha hecho el fenómeno más fascinante, ni le ha restado interés para los expertos,  que trabajan por ejemplo para conocer mejor peligros que acechan a los alpinistas más allá de los glaciares, las ventiscas o las simas, amenazas que están en su propia cabeza, como la psicosis por altura aislada.


Fuente: https://www.xataka.com/magnet/sindrome-tercer-hombre-que-le-sucede-a-montaneros-durante-experiencias-traumaticas-vida-muerte


dp 




viernes, 21 de julio de 2023

VISITA ESPECIAL A LA SEDE DE LA MASONERIA ARGENTINA IX


A PETICION DEL PUBLICO EL 30 DE JULIO REPETIMOS LA VISITA A LA SEDE DE LA MASONERIA ARGENTINA. 


POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA LA MASONERÍA ABRE SUS PUERTAS A TODO PUBLICO, CON VISITAS ARANCELADAS.

TENDREMOS EL HONOR DE ENCABEZARLAS JUNTO A JUAN  BAUTISTA TINGUELI.

PARA INFORMES  Y RESERVAS DIRIGIRSE AL CORREO QUE FIGURA AL PIE DEL FLYER.

LOS ESPERAMOS.  MUCHAS GRACIAS.





A continuación la información y los detalles sobre la actividad que llevaremos adelante el día sábado 30 de Julio de 2023 a las 11 horas: "Visita guiada especial a la sede la Masonería Argentina". 

Por primera vez en su historia la Masonería Argentina abre sus puertas para un recorrido especial bajo la guía del periodista e investigador, Daniel Pena, y el escritor, Juan Bautista Tingueli.

Esta visita guiada tendrá una duración aproximada de 2 horas, y llevará a sus asistentes a través de la sede de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, por su hall de entrada, pasillos, escaleras, Gran Templo, y oficinas principales, entre las que se destaca la Gran Maestría, donde centraliza sus labores y actividades el Muy Respetable Gran Maestre.

Una experiencia única e imperdible.

Lugar de encuentro: Tte. Gral. Juan Domingo Perón 1242, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fecha: 30 de Julio de 2023.

Horario: 11 horas (puntual).


Miembros de la institución y menores de 16 años: entrada libre y gratuita. 

Se requiere inscripción y reserva previa: cupos limitados.

Cualquier duda o pregunta adicional, estamos a disposición.

Muchas gracias, saludos cordiales, 

Tours Masónicos



Fotos de los días de la visita:








dp









lunes, 17 de julio de 2023

VACACIONES DE INVIERNO EN EL CEMENTERIO DE RECOLETA


LA PRIMERA SERA EL VIERNES 21 DE JULIO. 


INFORMES AL CORREO QUE SALE EN EL FLYER.

 




LA REPETIREMOS EL DOMINGO 30 DE JULIO



Foto y video del recorrido del 15/7/2023

Tingueli y dp. Recoleta 30/7/2023




dp 



miércoles, 12 de julio de 2023

HEROES ARGENTINOS DEL PRINCESA MAFALDA




El Conscripto Bernardi, un héroe entrerriano una leyenda para nosotros: El Conscripto Anacleto Bernardi nació en la zona rural de San Gustavo, en el Departamento La Paz el 13 de junio de 1906. El servicio militar lo cumplió lejos de su pago. Le tocó prestar servicio en la Base Naval de Puerto Belgrano, adonde arribó en enero de 1927. Bernardi se destacó enseguida por ser un gran nadador.


Además, su desempeño como soldado conscripto fue ejemplar. No pasó inadvertido para sus superiores, por lo que fue premiado por algo esperado por todo conscripto naval. Hacer el viaje de la vuelta al mundo a bordo de la “Fragata Sarmiento”, buque escuela de la Armada Argentina, en compañía de los 40 cadetes recibidos. Allí se desempeñó con su acostumbrado entusiasmo, en ese velero poseedor de 21 velas de 24.000 pies cuadrados. El barco navegaba a una velocidad de 13 nudos, por lo que el viaje se hizo largo para Bernardi, pasando mucho frío y recibiendo mucho viento marino.


Comenzó a tener una tos persistente, que se transformó luego en un dolor en el tórax que le dificultaba respirar cuando aún no habían arribado a Italia. El médico de a bordo le diagnosticó una pulmonía, por lo que le indicaron descanso y su regreso a la Argentina, en cuanto le fuera posible. Cuando la fragata arribó a Génova, el Capitán de la fragata le consiguió allí pasaje para regresar a Buenos Aires en el “Principessa Mafalda” próximo a partir. Esta era una nave de lujo italiana y que desarrollaba una velocidad de 18 nudos. Fue designado para acompañarlo en el viaje el cabo artillero Juan Santororo. El nombre del buque, homenajeaba a la princesa Mafalda de Saboya, hija del rey Víctor Manuel III y de la reina Elena.


Ese barco era un veterano de los muelles de Buenos Aires, ya que llevaba casi 20 años uniendo las costas ligures con nuestra capital. 


Es cierto que este hermoso buque había sido superado por naves más modernas, pero muchos viajeros seguían siendo fieles a esta suntuosa nave. Sin embargo, en ese octubre de 1927 se preparaba para realizar el último viaje, que lo fue en realidad, aunque no por decisión propia. El Principessa Mafalda estaba a cargo del Capitán Simón Gulli de 55 años de edad.


La partida estaba establecida para el 11 de octubre, pero el Capitán Gulli estaba preocupado por las máquinas de propulsión y por las reparaciones realizadas de apuro, para alistar su partida en fecha. Pero pasó la hora de partida sin que el Mafalda se moviera del puerto de Génova. Lo que sucedía era que un grupo de mecánicos trabajaba en las entrañas de la nave. Finalmente, al atardecer de ese día desembarcaron a los sudorosos mecánicos, pero que al Cabo naval Santororo, no le pasó desapercibido que algo no andaba bien en el Mafalda. Al Capitán Gulli se le dio la orden de zarpar a velocidad de crucero corriente y pronto perdieron de vista las costas de la Liguria.





Llegaron con bastante atraso a Barcelona porque la vibración del barco no era normal, por lo que redujo la marcha. En Barcelona estuvieron detenidos 24 horas para arreglar una bomba. No hubo en cambio mejora en la vibración, eran anormales y tan intensas que molestaban a los pasajeros alojados en popa del lado de estribor, llegando a ser una tortura para ellos. Dejaron atrás el Mediterráneo y ya habían pasado Gibraltar, cuando la máquina de babor dejó de funcionar. Trataron de repararla, pero no lo consiguieron y el Mafalda siguió viaje con una sola máquina durante un día entero hasta arribar a las islas Cabo Verde. 


Allí repararon la máquina y el Mafalda abandonó las islas portuguesas enfilando a las costas de Brasil, iniciando el cruce del Atlántico. Pero las vibraciones seguían, pisos, techos y mamparas trepidaban visiblemente. La máquina de babor seguía funcionando mal, hasta que dejaba de hacerlo por completo, escorando el barco y avanzando en zigzag mientras perdía velocidad. Llegó finalmente a las costas del Brasil.


El día 24 estaba frente a Porto Seguro, y ese mismo día, el carguero Alhena procedente de Rotterdam con destino a Buenos Aires se adelantó al “Principessa Mafalda”, perdiéndose hacia el sur.


El Capitán Gulli tenía cierta preocupación por las peligrosas costas de Abrolhos. Esa palabra es un apocope del portugués Abre Olhos, Abre Ojos, y con razón porque allí hay una maraña de islas, islotes, peñascos y rocas sumergidas que se extienden por 32 km mar adentro. Solo un faro colocado en una de ellas que emerge, señala con su haz luminoso la peligrosa zona. Sabiendo eso, el Principessa Mafalda navegaba a 8 millas más afuera. Tal vez por eso el Capitán Gulli ordenó aumentar la velocidad del barco. A las 15.10 el italiano volvía a pasar al Alhena. El capitán del barco holandés de apellido Smoolenaars veía pasar al transatlántico y le llamó la atención que no marchara en línea recta y el casco inclinado, pero no le dio importancia a esa anomalía.


Ya atardecía y los mozos del Mafalda preparaban las mesas para la cena. La gente paseaba por las cubiertas y desde tercera clase se oía música de acordeones y guitarras.


Pero hacia las 19 un ruido sacude al barco. Calla la música y el estupor es generalizado. Además, el barco se ha detenido. El Capitán comienza a reunir datos de lo sucedido, y no tarda en enterarse. Se ha partido el árbol de la hélice izquierda y se salió. Las enormes palas continuaron el movimiento giratorio y chocaron con el casco produciéndole un enorme desgarrón. El Capitán ordenó detener la máquina restante, abrir las válvulas y apagar las calderas. Como medida de precaución ordenó a los telegrafistas pedir auxilio. 


Comenzaron a sonar las sirenas y la tripulación comienza a bajar los botes y repartir salvavidas. A todo esto, el capitán ordenó cerrar todos los ojos de buey, lo que no fue cumplido y comienza a entrar agua a raudales. Le informan al capitán que el agua ya inundó la sala de máquinas. Gulli hasta ese momento creyó posible salvar la nave, pero con esta nueva entiende que está perdida. 


El Principessa Mafalda se hunde sin remedio.





Ya se percibe que se está hundiendo la popa. El sonido de los silbatos, el rechinar de las roldanas de los botes y la inclinación de la nave es percibida por los pasajeros. Comienzan a caer los objetos, muebles, anaqueles se van deslizando y caen con estrépito. Los despavoridos pasajeros de la tercera clase invaden todos los sitios buscando la salvación. El orden con el que se estaban realizando las tareas de salvamento, se transformó en un sálvese quien pueda. El pánico es contagioso. 

Los botes estaban a medio bajar cuando llegó el pánico y todos querían subir a la vez. Los tripulantes por disposición de la empresa, no portaban armas. 


El Cabo Santororo le dijo a Bernardi que busque salvarse. 

¿Y Ud. qué va a hacer mi Cabo?  

Me voy a poner a disposición del Capitán le dijo Santororo.

Me quedo con Ud. fue la contestación.

Ambos se presentaron al Capitán para ponerse a sus órdenes.


Dos barcos recibieron el SOS del Mafalda y como estaban en las inmediaciones, lo tenían a la vista. Uno era el holandés Alhena y el otro el buque Empire Star, nave inglesa que se acomodó a estribor del transatlántico. Varias naves no tan cercanas acudieron al llamado y todos comenzaron a arrojar salvavidas y proceder al rescate. 

Pero como el barco ya estaba muy inclinado, los pasajeros se apretujaban en la borda sin atreverse a arrojarse al mar oscuro. 


El Conscripto Bernardi y el Cabo Santororo empujaban al mar a los indecisos. El radiotelegrafista y su segundo, recién abandonaron su tarea cuando el barco quedó sin energía. Ya era tarde para salvarse y decidieron ir al puente y acompañar al Capitán Gulli quien fumaba un cigarro, decidido a morir en su nave.


Simón Gulli pareció presentir el instante final del Principessa Mafalda, arrojó lejos su cigarro y llevándose el silbato a la boca dio dos largas pitadas que vibraron en la noche y desapareció. 


Con el buque desaparecieron 295 personas, entre ellos su Capitán.


El Cabo Santororo y el Conscripto Bernardi ayudaron a innumerables náufragos a salvarse y llegar a los botes, hasta que Bernardi sucumbió atrapado por un enorme tiburón. Así murió este héroe de Entre Ríos, el Conscripto Anacleto Bernardi. Hoy hay una estación del ferrocarril Gral. Urquiza y una localidad con su nombre a 30 km de Federal. Hay también muchas calles y paseos que lo recuerdan. En la ciudad de La Paz hay una plazoleta con su nombre. En la Base Naval de Puerto Belgrano hay un busto que homenajea en él al conscripto naval. Murió el 25 de octubre de 1927 a los 21 años.


Es por eso que todos los 25 de octubre nuestra Armada conmemora El día del Conscripto Naval, por la entrega desinteresada del Conscripto Bernardi que, pese a estar enfermo nunca dejó de lado su vocación.


En su honor y reconocimiento, se instituyó dicha celebración en su Homenaje.

Historias poco conocidas.



Fuente: https://www.elheraldo.com.ar

Aporte:  Vicente Félix Artuso para

W/65 - Promocion XXIII FAA ESFAE



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