ARGENTINO. LIBREPENSADOR. CRONISTA. COMENTARISTA. BLOGUERO. INVESTIGADOR HISTORICO. GUIADAS CULTURALES: RECORRIDOS POR BUENOS AIRES ESPECIALIZADOS EN INTERPRETACION DE SIMBOLOS, HISTORIA Y SOCIEDADES INICIATICAS. E-mails: danielpena1872@gmail.com o daniel_pena1872@yahoo.com.ar
jueves, 1 de agosto de 2024
CORTA FRASE QUE DICE TODO
jueves, 18 de julio de 2024
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miércoles, 5 de junio de 2024
UN "TANTEO" DE GUERRA
Las tensiones —iniciadas en el 79 cuando la Junta Sandinista presidida por Ortega declara la "nulidad" del tratado de límites con Colombia vigente desde 1928— estaban, entonces: EN SU CÚSPIDE.
"Territorio nicaragüense ocupado por Colombia" y, en consecuencia: éste debía ser "expulsado".
El 15 de abril (estamos hablando del año 82) como muestra de músculo y de que estaban "dispuestos a todo" un número indeterminado de cazas MiG-23 cubanos procedentes de aeródromos en Nicaragua voló, rompiendo la barrera del sonido y generando así estampidos sónicos, sobre el archipiélago.
De inmediato se encienden todas las alarmas.
El régimen cubano y los sandinistas nicaragüenses habían provocado, con su acción hostil, un FRENESÍ en la "lejana metrópolis administradora": Bogotá.
(Esto fue el 17 de abril, es decir, unos 2 días después, cuando oficialmente se confirmó la incursión aérea).
Con premura el presidente [de Colombia] Turbay convocó una reunión de "alto gobierno" en Palacio de Nariño. Éste ordena el estado de “alerta militar” (el alistamiento de primer grado de las FF.MM.) y constituye un “teatro de operaciones” comandado por el inspector general del Ejército Nacional.
La conclusión de la reunión había sido que, lejos de ser un hecho fortuito, el país estaba ante un plan de acción PREMEDITADO. En consecuencia: Colombia debía prepararse para una acción de mayor escala.
A continuación se produjo tal despliegue militar que, el 80% del potencial naval de la Armada, llegó a ser concentrado en aguas del Caribe Occidental.
El submarino ARC Tayrona que, junto a su gemelo el ARC Pijao, se mantuvo sumergido ocupando alternativamente posiciones en las proximidades de San Andrés y Providencia (islas principales).
Los Mirage 5 de la fuerza aérea se dispersaron en misión de intercepción y "caza" de los MiG-23.
El general Numa Pompilio incluso los retó —a los cubanos— pidiéndoles regresar: "Esperamos que esos aviones vuelvan y ojalá hoy" dijo a la prensa.
En tierra, la guarnición destacada en el archipiélago se reforzó con más de 2.000 hombres adicionales y se convertía, así, en una fuerza de avanzada.
Con centenares de efectivos militares, modernas armas y el incondicional apoyo de sus habitantes, el Gobierno Nacional y las Fuerzas Militares garantizan la soberanía de Colombia sobre San Andrés y Providencia, así como en los cayos que reclama Nicaragua. El poderío militar se advierte en el mismo San Andrés, donde acaba de ser fundado un batallón que opera a la manera de un puesto de mando adelantado y cuenta con modernas armas de combate, capaces de hacer frente a un supuesto ataque del agresor.
Los submarinos Tayrona y Pijao cumplen misiones de vigilancia a lo largo y ancho del archipiélago, y decenas de aviones T-33 y Mirage sobrevuelan nuestras aguas en esa jurisdicción. La presencia militar ha hecho que las gentes de San Andrés y Providencia recobren su tranquilidad, al sentirse protegidas y defendidas por nuestros efectivos. "Somos de Colombia y no queremos invasores" dicen los isleños al comentar versiones sobre supuestas amenazas de Nicaragua de invadir el
El presidente Turbay (colombiano de primera generación, era hijo de inmigrantes libaneses) viajó incluso al archipiélago y, al concluir los trabajos de mejoramiento de la señal de televisión en las islas —por medio de los cuales pudieron recibir la programación continental colombiana en directo— respondió: "(…) que habrán de llevar a todos la sensación inequívoca de que esta [San Andrés] es la mejor parte de la avanzada territorial de la democracia colombiana"
La decisión estaba más que tomada: si querían "expulsar" a Colombia de ahí, habrían de enfrentarla primero en el campo de batalla. "San Andrés es parte del territorio colombiano y eso no se discute con nadie" [1] remató diciendo, tajante, el ministro de Relaciones Exteriores, Sr. Lemos Simmonds.
Ahora correspondía a cubanos y nicaragüenses decidir…. si querían iniciar una guerra: Colombia estaba dispuesta a afrontarla. ¿Y qué creen? No osaron volver a aparecerse.
Colombia ratificaba, de esta manera, su soberanía sobre un archipiélago de —en ese entonces— más de 35 mil habitantes, 3 islas principales, 4 islotes, 12 cayos, 4 bancos y poco más de 330.000 km² de Zona Económica Exclusiva rica en hidrocarburos y recursos pesqueros.
A partir de entonces Nicaragua descartó la idea de tomarlas por manu militari.
Turbay estuvo a la altura en la salvaguarda de los más altos intereses nacionales y frenó, con ello, una potencial agresión movilizando tropas, fragatas, submarinos y los mirages.
¿Querían saber hasta donde llegaría Colombia para defender a San Andrés? Ahí tenían su respuesta.
Autor: Sebastián Wolff en @Quora
dp
martes, 18 de mayo de 2021
FIEBRE DEL CAUCHO
La codicia del hombre blanco en busca del caucho se llevó la vida de miles de indios y mestizos en la selva amazónica. En los laberintos del río Putumayo, en la selva colombiana, la tribu de los huitotos fue prácticamente exterminada… Los supervivientes fueron sometidos a un sistema esclavista donde la violación de los Derechos Humanos era constante e insufrible. La sangre de estas víctimas dio lugar a juicios e informes que todavía hoy escuecen en el recuerdo. Los `señores del cauchohan pasado a la historia como auténticos genocidas.
Por Juan Carlos de la Cal, miembro de GEA PHOTOWORDS
Un episodio especialmente terrible de esta fiebre fue el exterminio de los indios huitoto, en el río Putumayo (Colombia). Un censo del año 1849 estimaba la población de «racionales» -como se designaba a los funcionarios, comerciantes y colonos- de esta región en 242 personas. Los indios «civilizados», es decir aquellos en alguna forma influidos por las misiones católicas, eran 16.549. El resto del territorio estaba habitado por gentes que los censos describían de forma etnocéntrica como «salvajes», «antropófagos» e «irracionales», grupos que vagaban por el bosque y cuyo número se desconocía. Esos fueron las principales víctimas de la codicia de los “señores del caucho”.
Uno de ellos fue uno de los comerciantes más afamados de Iquitos, Julio César Arana, “el socio de Dios”, que llegó a superar en crueldad a su contemporáneo Fitzarraldo, en su afán de riqueza. En 1901, Arana entró en negocios con algunos caucheros colombianos de la Colonia Indiana (La Chorrera) para explotar el caucho. Arana había conocido años atrás el Putumayo, negociando y transportando el caucho hacia Iquitos y Manaos. En 1904 contrató a doscientos guardianes negros de las islas Barbados -entonces colonia británica- y se internó con ellos en las tierras de los huitotos para extraer el caucho utilizando a los indios como esclavos. Su milicia apoyaba militarmente a los caucheros, a quienes se les permitía ‘civilizar’ a los indios a sangre y fuego. Por medio de las «correrías», les cogían por la fuerza matando a los que huían. No les permitían sembrar sus cultivos tradicionales, confiscaron sus armas y les obligaban a hacer penosas travesías llevando grandes cargamentos de caucho hacia los centros de acopio.
El antropólogo Davis describe así su “modus operandi”: “los caucheros atacaban al alba, atrapando a sus víctimas en las malocas (cabañas) y ofreciéndoles regalos como excusa a su esclavitud. Una vez en garras de deudas que no podían comprender y a riesgo de la vida de sus familias, los huitotos trabajaban para producir una sustancia que no podían usar. Los que no cumplían con su cuota, los que veían que la aguja de la balanza no pasaba de la marca de los diez kilos, caían de bruces a la espera del castigo. Se sometían, porque si oponían resistencia sus esposas y sus hijos pagarían por ello. Para que no hubiera rebeliones ordenó que asesinaran a todos sus líderes y si algún indígena escapaba se obligaba a su propia familia a perseguirlo. En caso de no atraparlo todos los familiares del huido eran ejecutados”.
La somera descripción que Davis, y otros investigadores como Javier Reverte, hacen sobre los castigos y torturas a los que eran sometidos los indios pone los pelos de punta: «Azotes con látigo, el aprisionamiento en cepos, el encarcelamiento en celdas sin agua y luz durante días, el semiahogamiento delante de los parientes de la víctima; la violación de las mujeres ante sus maridos e hijos, la mutilación de los dedos, manos y orejas; la exposición de las víctimas en la entrada de las estaciones, colgadas de las manos y desnudas; la crucifixión, el lanzamiento a corrientes del río de indígenas atados de pies y manos; la aplicación de sal en las heridas, la incineración de gente viva con queroseno; la muerte por hambre y el aperreamiento, esto es hombres, mujeres y niños arrojados como comida para los grandes mastines de los capataces…». Se calcula que cada tonelada de caucho extraído en esa zona costó la vida a 10 indios.
JUICIO
Los laberintos del Putumayo se regaron con tanta sangre que, por fin, uno de esos héroes anónimos se jugó la vida para denunciarlo. Fue el periodista peruano Benjamín Saldaña el primero en hacerlo en 1907 en una serie de artículos que publicó en varios periódicos de Iquitos, la ciudad donde la Casa Arana se había convertido en ama y señora. En 1909, el periódico londinense Truth publicó bajo el título de “El paraíso del diablo”, el testimonio de un joven ingeniero norteamericano, W. Hardenburg que, de paso por el Putumayo, presenció el asalto a mano armada de un centro cauchero colombiano por las huestes de Arana, secundadas por el ejército peruano. La publicación de estas atrocidades desató un escándalo internacional y la apertura de una investigación sobre la situación de la Casa Arana por parte del Foreign Office británico.
El gobierno británico comisionó a Sir Roger Casement -recientemente rescatado del olvido por el escritor Mario Vargas Llosa en su libro “El sueño del celta”-, cónsul inglés en Río de Janeiro, para que investigara los hechos sobre el terreno. Casement viajó al Putumayo en 1910 y recorrió gran parte del área de La Chorrera. Entrevistó directamente a los trabajadores negros provenientes de Barbados, y constató la situación de los indígenas y el funcionamiento de la Compañía. Presentó ante su gobierno un informe pormenorizado en el cual corroboraba las afirmaciones de Hardenburg. “El régimen de trabajo -insistía Casement- es un verdadero sistema social fundado en el terror, y provocará el genocidio total de los indios, si no se tomaban las medidas correctivas adecuadas lo antes posible”.
En 1912, una comisión del Parlamento británico abrió una investigación pública para determinar el grado de responsabilidad de los directivos de la Peruvian Amazon Company. Uno a uno los grandes protagonistas del Putumayo, incluido Arana, fueron llamados a declarar. Casement se presentó al juicio con dos indios huitoto, Omarino y Ricudo, que le fueron “dados como un regalo” por los caucheros. Uno de ellos fue conseguido a cambio de una camisa y dos pantalones mientras el otro resultó de una apuesta en un juego de cartas. El periódico ‘Daily News’ hizo un gran reportaje y por la primera el mundo supo de la existencia de los crímenes del Putumayo Pero el estallido de la I Guerra Mundial desvió la atención de la opinión pública internacional hacia otras latitudes.
La “fiebre del caucho” acabó cuando un alemán llamado Fritz Hofmann, logró sintetizar la fórmula del caucho y lo fabricaron a gran escala con el petróleo entre los dos grandes conflictos bélicos. Con la llegada de la II Guerra Mundial, la demanda de caucho por parte de la industria armamentística creció de nuevo y hubo una segunda y efímera “fiebre del caucho”. En Brasil, miles de trabajadores del emprobrecido y seco nordeste fueron llevados a la selva para trabajar en las mismas condiciones precarias de sus compañeros peruanos y colombianos. Los llamaron “soldados del caucho”.
En 1943, el magnate Henry Ford hizo un postrero intento de recuperar la hegemonía perdida del caucho cerca de Santarem. Consiguió que el gobierno brasileño le cediese 4.000 hectáreas donde inició una plantación de heveas y construyó un pequeño pueblo “made in USA”. Pero el experimento fracasó causa de las enfermedades en los árboles. Al final la Ford abandonó la explotación, dejando tras sí un aire fantasmal de tristes calles entre árboles heridos. La fiebre de la borracha terminó de ser enterrada. Jamás se podría competir con Malasia, patria adoptiva del caucho amazónico.
La Casa Arana subsistió hasta finales de la década de los años treinta del siglo pasado. A pesar del número de víctimas y la crueldad de las torturas verificados con abundantes testimonios y pruebas forenses y judiciales, nunca se sancionó a la empresa ni a su propietario. El juicio se perdió y los crímenes del Putumayo quedaron impunes en la historia. El árbol del caucho dejó definitivamente de llorar sangre pero siempre estará de luto.
Fuente: https://www.geaphotowords.com/blog/100-anos-de-la-fiebre-del-caucho-y-ii
En Brasil se vivió otro boom del caucho. Este dejó un teatro consagrado para la opera, en la ciudad de Manaos, ubicada en medio del Amazonas y que por muchos años estuve sin actividad. Nadie quería ir a actuar a tan salavaje y lejano lugar, donde solo se llegaba por barco luego de semanas de trayecto,
Los barones del caucho se daban todos los lujos, sin reparar en gastos o la construcción de faraónicas obras sin sentido alguno.
dp
sábado, 6 de junio de 2020
DEBATE JUNTO A VENEZOLANOS: EL ENCUENTRO DE GUAYAQUIL
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Monumento en Guayaquil que conmemora el encuentro |
martes, 12 de julio de 2016
EL MASON CARLOS GARDEL
La cuestión de si Carlos Gardel fue o no miembro de la Masonería, es algo que lleva ya varias décadas en discusión.
El 26 de junio de 2005, y por haberse cumplido sesenta años de la muerte del Morocho del Abasto, el escritor y periodista antioqueño Juan José Hoyos publicó en el diario “El Colombiano” (editado en Medellín) una detallada crónica sobre el servicio fúnebre realizado al cuerpo de Carlos Gardel confirmando la presencia de masones.
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Entierro de Gardel en Colombia |
Algunas referencias sobre estos acontecimientos hechas por periodistas e interesados en la vida de Gardel vienen a nuestra ayuda
Roberto Crespo, una de las personas presentes durante aquellos acontecimientos, que pudo ser entrevistado años más tarde, hizo un pormenorizado relato de cómo – según él recordaba – tuvieron lugar los hechos:
Dos objeciones se han hecho a la filiación masónica del Zorzal Criollo. Vamos a analizar cada una
A la vez el archivo de la Gran Logia de la Argentina en modo alguno cuenta con una información total de quiénes fueron masones durante el siglo XX.
De manera que ambas objeciones no se sostienen
Notas de dp:
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Hombre de negro |
martes, 10 de marzo de 2009
INGRID…NO LE CREO NADA

Sra. Betancourt: no le creo nada a su historia. No le creo nada a Ud.
Mucho antes de su liberación circuló un e-mail por todo el mundo donde se la mostraba con la cabeza gacha, en estado de abatimiento total en medio de la jungla, padeciendo las consecuencias de su prolongado secuestro.
Pero que bien pudo mantener ese hermoso pelo largo durante años, cuando la más elemental regla de higiene dice que el mismo debe mantenerse corto en esas extremas condiciones, para así evitar la suciedad o las alimañas.
Solo comparemos el pelo de la pobre Ingrid con la foto póstuma del Che Guevara, también de pelo largo, pero sucio y revuelto, como si fueran los de un hombre de la Edad Media.
El día de su liberación, su rostro mostraba más las señales de haber salido de un Spa cinco estrellas, que los de una víctima de tanto dolor.
Sus presuntos compañeros de cautiverio colombianos hasta tenían el cabello cortado a la moda y mostraban un estado físico digno de largas sesiones en un gimnasio climatizado.
Toda la historia de su rescate suena a culebrón mediocre, como los que en Colombia producen por cientos y así ayudar a mantener las mentes llenas de porquería barata en lugar de ver las miserias cotidianas.
Ahora las declaraciones de sus ex compañeros donde la acusan de haberlos denunciado a sus captores, como miembros de la CIA. Eso marca su bajeza moral. Que privilegio consiguió con esto?.
Como todo buen culebrón colombiano no debía faltar el romance y este apareció en medio de la tragedia: la historia de amor con un ex Senador cautivo.
Una especie de Síndrome de Estocolmo, pero con otros componentes.
Y culebrón completo.
El operativo de rescate montado por el servil Ejército colombiano, vendido a los únicos capos de la droga del mundo: los Estados Unidos de Norteamérica, es absolutamente fantasioso.
Qué oscuros intereses se interrelacionan en este fantasía que unen a la guerrilla con el propio Estado de Colombia?.
Sumemos a esto como explotó su presunta nacionalidad francesa y como, de inmediato viajo a ese país para agradecer su intervención en la liberación, demostrando hasta desprecio por el rol de sus compatriotas que la apoyaron humanamente.
Ahora viene la PARTE II de la telenovela: ser la próxima candidata a Presidente de la República, la pobre rescatada que vuelve a la vida después de largos años de penurias. Todo esto junto a la complicidad del actual mandatario colombiano.
Esta historia da asco, porque nos toman por idiotas útiles una vez más. Pero le digo que muchos no lo somos.
En nuestra Latinoamérica debemos soportar estas manipulaciones en forma casi constante, pero además, porque en otras partes del mundo también ocurren, en forma burda.
Basta. Confió en la sabiduría de la gente para darse cuenta de toda esta patraña.
Familia de mala índole
Si ha existido un secuestro buscado, por no decir merecido -porque no puede haber secuestro merecido-, fue el de Ingrid Betancourt.
Ante su oportunismo manifiesto y su afán de buscar publicidad política, cuando era candidata presidencial en 2002, de nada sirvieron las advertencias del gobierno y de las fuerzas militares para hacerla desistir de su empeño de viajar a San Vicente del Caguan, cuando acababa de suspenderse la zona de despeje. Inclusive, con su puño y letra escribió y firmó en una bitácora de un reten militar, que intentó impedirle el paso para salvaguardar su integridad, “que ella continuaba su camino bajo su propia responsabilidad y riesgo”, con lo cual terminó entregándosele a los criminales FARC de la manera más estúpida y absurda.
Que ahora Ingrid Betancourt y su familia demanden al Estado por más de Quince Mil Millones de Pesos ($15.000’000.000), o mejor dicho, a todos los colombianos que siempre fuimos solidarios con su dolor, demuestra la mala sangre y la mala índole de esa detestable familia, y además, demuestra que Ingrid es digna hija de su madre Yolanda Pulecio y digna hermana de su hermana Astrid.
Razones tuvo el padre de Ingrid, Gabriel Betancourt Mejía, cuando no pudo tolerar más las continuas infidelidades de su joven esposa, Yolanda Pulecio -quién creyera ahora que se la ve con cara de dolorosa y disfrazada de señora-, para empacarle las maletas, para repudiarla y para echarla de la casa en presencia de sus pequeñas hijas, -recuerdo que relata Ingrid someramente en su libro “Con la Rabia en el Corazón”, sin contar los motivos de su padre-.
Razones tuvo la esposa del entonces embajador de Francia en Colombia, Daniel Parfait, para abandonar su hogar cuando descubrió que su esposo, durante casi 30 años, le era infiel con Astrid Betancourt, quien aprovechándose de la solidaridad y el apoyo que le brindó la pareja de amigos en los tiempos del secuestro de su hermana no tuvo ningún reato en conquistar y enredar al serio y distinguido diplomático, y hasta entonces fiel marido, destruyendo la unión de una familia.
¿Qué se puede esperar de una familia que se atreve a hacer una canallada tal que ni siquiera se les ha ocurrido a los más humildes y necesitados soldados campesinos que han sido secuestrados prestándole un servicio obligatorio a la patria?
¿Qué se puede esperar de una familia que demanda a un Estado del cual vivió su padre toda su vida como funcionario público y con lo cual pudo darles educación y mundo a sus codiciosas hijas y lujos a su libertina esposa?
En este caso, hoy más que nunca, el Estado colombiano está en la obligación, no solo de defender el patrimonio y los intereses de todos los colombianos, sino de iniciarle a Ingrid Betancourt un cobro jurídico por lo que le corresponda asumir de los costos que implicó todo el Operativo para liberarla del secuestro al que se entregó de manera tan irresponsable y estúpida, tal como lo tienen establecido otras naciones, entre ellas inclusive la misma Francia. Y todos los colombianos y todos los estamentos públicos y todas las instituciones privadas estamos en la obligación de exigirle al Estado y de velar celosamente porque se cumpla la defensa cabal ante esta repudiable demanda que nos ofende a todos.
Alberto Gaviria Santacruz
algavs@hotmail.com

Carta abierta a Ingrid Betancurt.
Por Maritza Castrillon
Ingrid:
Difícilmente podría encabezar esta carta con un “respetada” o “apreciada”, dado que su condición actual frente a los colombianos no da para tanta diplomacia.
Bien complicado es para una ciudadana normal como yo, digerir sin indigestarse su última gran idea que tiene convulsionada, indignada y asqueada a la opinión pública. Me encantaría realmente poder hablarle de frente y expresarle la profunda antipatía que millones de colombianos estamos sintiendo por usted. Pero gracias a internet, estoy absolutamente segura de que terminará leyéndome, quizá en la intimidad de su habitación o tal vez frente a sus igualmente desvergonzadas madre y hermana.
Quiero decirle que no solamente estamos viéndola como el ícono del cinismo y la desfachatez si no también como la prueba fehaciente de que su oportunismo no tiene límites y de que la vergüenza no es una palabra que usted conozca en ningún idioma. Y, una vez más, como en ese febrero de 2.002, usted se equivocó. Si señora, se equivocó de cabo a rabo, porque los colombianos unidos hemos demostrado que no nos arredramos ante ningún tipo de delincuencia. Y usted es una vulgar delincuente oportunista. Más chanchullera terminó siendo que sus captores. Por lo menos con esos terroristas sabemos a qué atenernos, pero no hay nada peor que la condición subterránea de quien aparenta decencia y es solamente un vulgar y desvergonzado ladrón.
Que usted necesite plata es una cosa y otra bien distinta es que quiera arrebatársela al más pendejo. Demandar al Estado colombiano por su secuestro y sus consecuencias es algo que solamente cabe en su cabeza y en la de las dos hienas femeninas que la acolitan. De dónde sacó usted que los impuestos que pagamos los colombianos deben ir a su cuenta bancaria en retribución por su irresponsabilidad y sus ansias de protagonismo? ¿Cómo llegó usted a la conclusión de que la gratitud por un rescate que usted calificó como “perfecto” es traicionando a un país que marchó por usted y lloró de alegría el día en que el Ejército Nacional de Colombia la trajo a la libertad sin haber disparado un solo tiro? Dígale a su mami que es mejor quedar mal que quedar peor y que así quietecitas como estaban en Francia, era mejor. A los colombianos ya se nos estaba olvidando el show de odio y de mentiras que ella montó contra Colombia a causa de su absurda terquedad. También se nos estaba olvidando que fue usted misma quien propició su secuestro, empeñándose en ir a donde las fuerzas de seguridad le advirtieron no ir.
Su afrancesado talante no nos convenció nunca, Ingrid. Usted fue colombiana hasta que le convino y se convirtió en ciudadana francesa para que su familia pudiera denigrar de Colombia y su gobierno hasta el cansancio. No se nos olvida que rajaron de todo el mundo menos de los que la secuestraron. No se nos olvida que agradecieron a Chávez, Correa y Kirchner y lánguidamente a Uribe que fue el promotor de su libertad.
Por qué no demanda a su mami por esos genes tan torcidos que le dio? Por qué no demanda a Chávez por no haber intercedido en su favor frente a sus cómplices? ¿Por qué no demanda a Alfonso Cano, Iván Márquez y al Mono Jojoy? ¿Por qué carajos quiere mandarnos la mano al bolsillo de la manera más cínica y grotesca?
El sentimiento general de repudio es tal que en este momento desearíamos que usted jamás hubiera sido rescatada, porque si a alguien corresponde indemnizar por el sufrimiento de muchos es a USTED, descarada desagradecida.
En Francia le comen cuento. Usted se los tramó con “La Rabia en el Corazón”, que es la misma que estamos sintiendo al ver la manera como quiere asaltarnos. Su mamita los convenció de que usted era LA supercandidata presidencial, cuando en realidad su popularidad aquí valía menos que tres centavos. Su familia popularizó su secuestro en Europa poniendo a la comunidad internacional en contra de Colombia como si el Estado la hubiera raptado y callaron tímidamente la rampante verdad de que las FARC eran quienes se la habían trasteado, poniendo en absoluta responsabilidad del gobierno colombiano su libertad.
Calificativos para gentuza como usted hay muchos Ingrid, pero usted es la perfecta bruja arpía, capaz de pasar por encima de quien sea para lograr lo que quiere. Y lo que quiere es platica, de nuestro trabajo. ¡A ver!
A mi me importa un carajo lo que usted haga en Francia. Si la mantiene Sarkozy, si vende un libro o si se levanta un amante millonario. Poca falta le hace usted a Colombia, pero si se viene lanza en ristre a atracarnos, se estrelló contra el mundo otra vez, porque ese robo no lo vamos a permitir.
Sus pretensiones siempre van más allá de lo que la decencia permite, Ingrid. Qué hipocresía tan teatral la de sus declaraciones en el reciente aniversario de su rescate. Qué caradura. Visto está, lo que se hereda no se hurta, hijas de tigre salen pintadas, la perversión de su mamá elevada a la n potencia en usted. Ladronas desagradecidas.
Lleve la vida que le de la gana en París, pero no con nuestra plata, esquílmesela a otros, levántesela trabajando o como prefiera, pero ese zarpazo que le acaba de mandar a la Nación, no va a prosperar, a menos que la justicia de este país termine por demostrarnos categóricamente que es la más injusta del mundo.
MARITZA CASTRILLON SILVA
CIUDADANA COLOMBIANA
dp