domingo, 16 de mayo de 2021

ADN TELOMERASA (Cuento)

 



Descripción científica


Los telómeros son capuchones de ADN no codificante que protegen los extremos de los cromosomas  (que es donde se encuentra la información genética codificante). Como la replicación del ADN ocurre en una única dirección (5’>3’) la célula tiene su mecanismo para sintetizar la hebra rezagada; pero siempre queda un extremo que no puede ser completado, por lo que la secuencia telomérica se acorta con cada división. Cuando se termina el telómero, queda material genético codificante expuesto, se detecta un daño al ADN y sucede la apoptosis o  muerte celular programada. Por eso se consideraría al telómero un temporizador, ya que marcaría la cantidad de divisiones celulares hasta que la célula envejece y muere.

 La ADN telomerasa es una enzima que completa  el extremo  faltante de modo que no se acorten los telómeros en la replicación. Pero esta proteína se expresa sólo en células germinales, en células madres y está inactiva en la mayor parte de los tejidos adultos. 

Se descubrió en determinados linajes de células cancerígenas que estas células con actividad ADN telomerasa no envejecían ni morían mientras tenían medio de cultivo del cual nutrirse. 

De lo cual se  podría pensar para el futuro:  la inhibición de esta actividad  para la producción de fármacos antitumorales; y se vislumbraría otra búsqueda, la posibilidad a larguísimo plazo de la Estabilización Controlada de la ADN telomerasa que evitaría el envejecimiento celular y la prolongación de la vida…



ADN TELOMERASA ( Cuento)

  

Otra noche más escuchando el sonido de los tambores, a una fiesta que no fui invitada, de una aldea de la que no me hacen sentir parte, pensaba Mujer Luna. Cansada de la mirada segregadora de las sacerdotisas de la aldea acusándome de tener un espíritu maligno, de no honrar las tradiciones, de desafiar lo escrito por el gran dios guerrero.


Una mujer como yo no debería aspirar a esas posiciones, sólo las mujeres de linaje pueden ser sacerdotisas de la luna y se casan con los jefes poderosos de la tribu. Un inmenso nido de serpientes, dónde el conocimiento es transmitido por los tallados sagrados del árbol central jugando con la interpretación del tallado, qué es lo que debe interpretarse como metáfora y qué debe tomarse como verdad absoluta, una astuta manera para conservar el poder.


Me preguntó porque no me invitan a danzar alrededor del árbol y del fuego con el resto de las mujeres. Después de todo soy una mujer luna.


Pero murmuran que nunca seré como ellas, que mis pociones aunque más efectivas que el de las sacerdotisas no deben ser usadas, porque mi padre no fue un guerrero mi madre no fue una anciana de la tribu y no debe ser desafiado el orden puesto por los dioses.


Mientras escuchaba a lo lejos la danza y las risas, Mujer Luna prepara la comida para sus hijos, de repente lanzó el cuchillo con el que se cortó la mano mientras preparaba la cena, un acto impulsivo y dirigido a la nada para descargar todo el enojo y la frustración que no podía descargar ante quienes injustamente la acusaban de hechicería, desconociendo la técnica y el conocimiento detrás de sus creaciones.


Mientras se limpiaba la sangre de su mano lastimada por el accidente doméstico, vio algo extraño en el viejo árbol detrás de su casa la cual quedaba en lo alto de una montaña. Una grieta de savia, una herida en el árbol, provocado por el cuchillo ensangrentado de la cocina,  de la cual brotaba agua, los árboles de esa clase tenían savia blanca, pero lo extraño del árbol era que bailaba con la luna, savia blanca cuando las nubes la opacaban, roja cuando la tapaban por completo y transparente cuando brillaba en todo su esplendor.


Movida por la curiosidad, bebió de la savia que brotaba. Sin saber el costo de jugar con fuerzas que no iba a saber dominar.


Los años pasaron, sus hijos crecieron y tuvo nietos. Pero la mujer no envejecía. Todos creían que era una especie de magia. Cuándo le preguntaban, contestaba que era la savia del árbol cuando deseaba danzar para la luna, pero nadie lo creía. Atribuían el secreto a voces ,a su experiencia en pociones. 


Un día decidió enfrascar la savia y venderla. Claramente para que haga efecto había que beberla cada tanto.


Dejó de ser esa mujer segregada, ahora las personas que tanto la rechazaron la respetaban y admiraban. 


Pasaba el tiempo y nadie envejecía, ni moría a causa del deterioro. Pero algo empezó a suceder. Los alimentos empezaron a escasear en la aldea, ya no había alimentos para los hombres, para los niños ni para los animales.


La naturaleza cerró su matriz, ya no había plantas, la tierra estaba estéril  y lo que quedaba era hambre y la única muerte conocida era por hambre y la violencia del más fuerte por conseguir un poco de comida. 


Era la involución, la vuelta al instinto primitivo animal, sin conciencia de muerte ante el tiempo y la supervivencia instintiva, una especie de pérdida de lo que nos hace humanos.


Una tarde de primavera, su pequeño nieto, llorando, le pide a la mujer luna, si tiene algo de comida, ya va días sin alimentarse y el niño llora de hambre.


La mujer luna le da al niño los últimos granos y semillas que le quedaban.


Ya tampoco había alimentos para ella ni para nadie, y llora amargamente.


Seca sus lágrimas y decide incendiar su pequeño salón de pociones.

La mujer luna contempla las llamas impávida con un hacha en la mano.


Toda la aldea se acerca a observar tan desconcertante espectáculo, preocupados por las pociones de juventud.




El jefe guerrero de la tribu, audaz no tardó en darse cuenta lo que estaba sucediendo, la mujer luna estaba destruyendo su creación. Él no quería enfrentar la decadencia, la falta de vigor que viene con los años y no podía permitir que esa bruja cómo la llamaban despectivamente en secreto, se niegue a producir el elixir.


La siguió hasta el viejo árbol y oculto entre las sombras de una noche clara de luna llena, la escuchó.


Tomo su hacha y antes de que pudiera infligir el primer golpe al árbol del centro de la montaña, sus brazos fueron detenidos por el fuerte guerrero. Forcejearon, él increpándola que le diga cómo prepara la bebida. Ella negándose a decir una sola palabra de la preparación y composición. En la disputa, la mujer luna queda entre el guerrero y el viejo árbol.


En un instante confuso del forcejeo, termina el guerrero clavando el hacha en el pecho de la Mujer Luna.


La sangre brotaba de su boca y de su herida. Abrazo al árbol y le habló: Madre hoy como sacerdotisa de la ciencia arcana vengo a reparar mi error. 


La herida del árbol al contacto con el flujo cicatrizó.


La misma sangre que abrió el velo de la inmortalidad es la que en ese momento la cerró.


Su cuerpo fue enterrado  y con la llegada de una nueva luna, brotaron plantas comestibles y frutos. Y la aldea pudo sobrevivir.


Sus hijos y nietos siendo los únicos en saber cómo su sangre activa y desactiva el árbol, se marcharon a tierras lejanas, llevando consigo y en sus venas los secretos y la sangre de mujer luna. Aceptando la vida y la muerte de cada miembro de la estirpe.


La aldea en vano siguió intentando jarabes, experimentando y aún repitiendo la experiencia del cuchillo en la mano; pero inexplicablemente pareciera que el árbol discernía que no eran  Mujer Luna, aquella con la que mezcló su esencia.


Comenzaron a fallecer las viejas generaciones, dando lugar a las nuevas. Y el balance de la vida y de la muerte había sido reestablecido.


Sólo quedaba pensar que habrá sido de los hijos de mujer luna, si alguno de ellos volvería a despertar el árbol, si fuera así,¿ lo ocultaría y lo usaría sólo para sí?,¿ lo daría a unos pocos y si fuera a un grupo reducido como elegirían quién la merece y quién no? ¿o si la venderían para todos como mujer luna? 


No se supo más de ellos, sólo que voluntariamente decidieron alejarse del árbol y guardar el secreto.



Autora: Elizabeth Ríos, Bs As, Argentina.




dp








1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena historia...me disparó al concluir la lectura a un párrafo de la Biblia.. donde los vigilantes deciden tener hijos con las mujeres de la tierra.. y nacen gigantes que durante su larga longevidad consumen los recursos de la tierra..e incluso al hombre...
Cristian Kon Muñoz