domingo, 30 de mayo de 2021

LA INICIACION

 



La iniciación, del latín “INITIUM” es, por definición, el comienzo o la entrada en algo. Es el paso de los profano a lo sagrado, en términos simbólicos, es decir es la regeneración del Ser. Es el conjunto de ritos, simbolismos, alegorías y lecciones iniciáticas tienen como finalidad la mutación radical en la experiencia espiritual del sujeto iniciado.

El proceso iniciático, desde sus orígenes, ha estado caracterizado por pruebas de carácter simbólico que guardaban características similares en los distintos ritos de la antigüedad.

También podemos definir la iniciación como un proceso personal en la cual un individuo, trascendiendo la mera percepción física del hombre, decide evolucionar interiormente con el propósito de alcanzar estados de consciencia superiores que le permitan descubrir y acercarse a su verdadera realidad existencial.

La prácticas iniciáticas se remonta a los albores de la humanidad, podríamos retroceder hasta el tiempo de los Neandertales, que fueron los primeros homínidos que se preocuparon por el hombre después de su muerte, aunque muchos antropólogos citan el chamanismo como la primera expresión iniciática a partir de la cual evolucionaron las diferentes tradiciones iniciáticas de la historia.

Las bases de la tradición iniciática en Occidente las encontramos en diversas fuentes indoeuropeas que van desde los misterios egipcios, fenicios y los de Eleusis, hasta la doctrina pitagórica, pasando por los esenios, la kabbalah e incluso por la tradición del alquimista.

Tradición deriva del latín “tradere”, que significa “dar a través”, “transmitir”, se revela como un arte o una ciencia de la transmisión, de la comunicación y del paso entre generaciones del saber ser y el saber hacer. La Antropología define la tradición como la capacidad de recrear lo que ha sido, es decir de reactualizar con los medios del presente, las adquisiciones del pasado.

Formalmente, todas afirman la necesidad de pasar por una ceremonia de iniciación para acceder a niveles superiores.

Materialmente, podemos afirmar que la iniciación, como tal, es la estructuración en torno a la muerte y a la resurrección, el paso de la oscuridad a la Luz.

En toda iniciación, existe una meta final, un camino hacia la realización final. En la Masonería esta meta es la Gran Obra, en el Budismo el Nirvana, en el Cristianismo el Cielo, etc.

Permítanme que continue contándoles una breve historia relacionada con los cheroquees. Creo que se trata de una historia que es relativamente bien conocida en los medios de la new age, pero no por ello carente de interés para iniciar esta cuestión.




Un adolescente va entrando en un bosque a la caída del Sol. Solamente le acompaña su padre, con el que sigilosamente y con mucho respeto se dirige a lo más profundo de ese bosque. La oscuridad va haciéndose mayor. La luna brilla en una mínima expresión. Los sonidos de animales cercanos, de ramas bailando al son de la suave brisa se van intensificando conforme esa oscuridad aumenta. En un determinado momento el padre hace sentar al muchacho y le venda los ojos. Va a vivir su primera experiencia para transformarse en hombre. Su padre le deja solo. Sabe que no podrá contar nada de lo que viva esa noche. Tampoco sabe si sobrevivirá. Deberá permanecer sentado sobre el tronco donde le dejó su padre toda la noche y sin quitarse la venda, hasta que los primeros rayos de Sol le confirmen que el día se ha hecho, que ya es la mañana. No podrá pedir ayuda. Y si sobrevive, sin derrumbarse, será un hombre.

No podrá contar su experiencia absolutamente a nadie más, por mucha amistad, intimidad y compañerismo que exista. Cada joven tendrá que convertirse en hombre él solo. Y la experiencia de cada uno de ellos será exclusiva.

Escucha multitud de ruidos, a cuál más extraño y amenazador. Se siente aterrado. Sabe que hay reptiles y bestias que le pueden devorar en cualquier momento. Incluso pueden verle hombres de otras tribus que le dañen físicamente o le capturen. La brisa se transforma en viento fuerte, todo se agita más, los ruidos se endurecen. Siente miedo, pero él se mantiene con valor sin apartar la venda de sus ojos.

¡Tiene que lograr convertirse en hombre!

Por fin, después de esa noche aterradora, empieza a sentir la calidez de los primeros rayos de Sol. Se aparta la venda de los ojos.  Y en ese momento ve a su padre muy próximo a él. Estuvo toda la noche protegiendo a su hijo de cualquier peligro.

El padre estaba allí, aunque el hijo no lo sabía.

Esta breve y bella historia nos deja entrever pequeños aspectos o características comunes en muchas iniciaciones. Básicamente, el aislamiento del individuo, el silencio interno y soledad frente a un medio aparentemente hostil.

En algunos grupos esquimales el chamán lleva a su pupilo, alguien a quien ha estado preparando durante años, muy lejos de su poblado. Le deja solo, sin alimentos, sin agua, durante una lunación. Durante ese periodo el aspirante a chamán estará golpeando piedra sobre piedra hasta que pueda comunicarse con los espíritus del otro lado, o quizás muera. En el aislamiento, con el silencio, el hambre y la sed, además del sonido monótono del entrechocar aquellas piedras el joven aspirante tendrá la posibilidad de atravesar la frontera entre los dos mundos. Se habrá iniciado como chamán.




Hace aproximadamente cuatro mil quinientos años, en Egipto, se construía la pirámide de Keops, la edificación más alta del mundo, hasta hace unos cien años. El cauce del Nilo en aquel momento era diferente al actual, pasando mucho más próximo a la Gran Pirámide de lo que hace hoy. Por otro lado se construyó un lago con varadero para la movilización de las grandes piedras. Recientemente se han ido encontrando en esa pirámide grandes espacios sobre la llamada cámara del rey y la gran galería o vestíbulo, así como un pozo de unos veinte metros que desciende desde la cámara subterránea. Algunos estudios recientes plantean que los Hierofantes, los Supremos Sacerdotes egipcios, se sometían a una prueba iniciática extrema. Después de pasar una noche en la más absoluta oscuridad en aquella cámara subterránea, descendían por el pozo inundado para salir al Nilo.

La escuela pitagórica, la que según parece seguía pautas de enseñanza, conocimientos y procesos iniciáticos originarios de Egipto, mantenía a los seleccionados durante cinco años sometidos al silencio entre otras muchas prácticas, así como al aislamiento sensorial y a la ensoñación.

Lo cierto es que desde que el ser humano empezó a tomar consciencia de sí mismo y del medio en el que se encontraba, así como de los múltiples misterios que lo envolvían, comenzó a seleccionar hombres y mujeres siguiendo procesos y ritos de iniciación más o menos complejos, más o menos elaborados con los que imprimir un sello a nivel consciente y, fundamentalmente, inconsciente del aspirante. Desde el paso de convertirse en hombre o mujer, a ser guardián de aquel fuego considerado sagrado y entregado por los dioses. Desde poseer los secretos de la forja y de la agricultura al conocimiento del movimiento del Sol, la Luna y mas tarde de otros planetas. Y así, abarcando generación tras generación los conocimientos que aquel ser humano alcanzaba.

Podríamos recorrer los diferentes momentos culturales de cada una de las diferentes civilizaciones que han pasado por nuestra Gaia y sea cual sea la civilización, el momento cultural, la religión, etc., siempre encontraremos rasgos semejantes.



Autor: Sulfur 


Fuente: https://canarianfreemasonry.org/webglc/2021/05/27



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viernes, 28 de mayo de 2021

EXTERMINIO SOVIETICO



Cartel conmemorativo del Holodomor
 



Gulag: el gélido infierno soviético y sus millones de inocentes víctimas



La mitología escandinava imaginó un infierno, pero no ardiente sino gélido. Es lógico. Para quienes vivieron próximos a inviernos polares el frío era la muerte. Y helado debían imaginar al infierno. Especialistas en materializar infiernos en la tierra han sido los socialistas revolucionarios. Y lo más próximo al de la mitología nórdica lo materializaron sobre el norte de Siberia los soviéticos. Fue el Gulag.

Todo crimen soviético se remonta a métodos y ordenes de Lenin. Ya muerto Lenin, triunfa en la lucha por dirigir la sangrienta herencia bolchevique Stalin. Y como hubiera hecho cualquier otro de los aspirantes, escaló los brutales métodos de Lenin. En 1929 el gobierno soviético requisó tierras y  ganado al 80% de la población de Ucrania. Exterminado la resistencia campesina por hambre en el genocida Holodomor. No les faltó información de aquello a los socialistas de Occidente. Miraron a otro lado. Paralelamente a esos genocidios campesinos emergió un sistema de campos de concentración –a escala inimaginable hasta entonces– que sometería a millones de inocentes a trabajos forzados. Recicló criminales como “aliados sociales”. E impuso el terror que aseguró el totalitarismo.

Gulag es un término que se conoce fuera del imperio soviético desde 1973. Por el libro Archipielago Gulag de Alexander Solzhenitsyn. Pero todo empieza con Lenin, cuando en 1918 los bolcheviques reformaron los antiguos campos de trabajo (katorgas) del sistema penal zarista. Iniciando los campos soviéticos con los de propósito especial y los de trabajo forzoso.

Sus primeros prisioneros van de delincuentes comunes a prisioneros de la guerra civil rusa, acusados sabotaje, o de ser enemigos políticos, socialistas de facciones derrotadas, aristócratas, hombres de negocios. Y kulaks sobrevivientes del exterminio. Pero la base legal del Gulag –con ese nombre– llegó tras años operación de los campos. Un decreto secreto de Sovnarkom del 11 de julio de 1929 sobre cárceles de trabajo. Confirmado en apéndice de reunión del Politburó del 27 de junio de 1929. Se formaliza que dependen del OGPU –la policía política soviética–. El 25 de abril de 1930 se denominan ULAG en la orden 130/63 del OGPU, en referencia a orden de Sovnarkom del 7 de abril de 1930. El sistema es nombrado GULAG en noviembre. Y con ese nombre lo conocemos.

Existieron no menos de 476 sistemas de campos de concentración separados. Algunos sistemas incluían cientos y otros miles de campos. La fuerte represión en 1930 introdujo el primer enorme incremento del número de prisioneros. El segundo sería durante el gran terror –de 1937 y 1938– Cuando las autoridades debían llenar con detenciones al azar sus cuotas asignadas de “enemigos del pueblo” a condenar por el infame artículo 58.

Según sus propios registros oficiales –que subestimaron frecuentemente los números reales– en 1931 el Gulag tenía unos 200 mil prisioneros en campos. Para 1935 había 800 mil en campos y 300 mil en colonias.  Poco antes de la II Guerra Mundial, llegaban al millón 300 mil en campos y 350 mil en colonias. Durante la guerra los prisioneros del Gulag serían reclutados en batallones de presos y lanzados contra el fuego enemigo –y sobre campos minados– frecuentemente desarmados y bajo la amenaza de ametralladoras del ejército rojo.




Sus enormes bajas vaciaron al sistema de aquella generación de prisioneros. Poco antes de concluir la guerra se inició el reflujo –que llevo del frente al Gulag al condecorado Capitán Solzhenitsyn– y tras la guerra el número de prisioneros llegaba a 2 millones 500 mil para  finales de la década de los 40. Los prisioneros en los campos de toda la URSS a la muerte de Stalin en 1953 sumaban más de 4 millones. 2 millones 500 mil en campos y colonias de prisioneros en Siberia.

Oficialmente, el GULAG deja de existir el 25 de enero de 1960. Dejo de existir el nombre, no el sistema. Pero la escala se redujo muy rápidamente. Las muertes totales registradas por documentos oficiales del sistema de campos de trabajo forzado y colonias entre 1930 y 1956 ascienden al millón 606 mil 748 –pero fuera de los campos vemos 800 mil ejecuciones documentadas exclusivamente durante anárquico el Gran Terror– El número de víctimas no registradas es objeto de seria controversia. Las muertes en algunos campos fueron documentadas más minuciosamente que en otros. Y se recuerdan muchas muertes de largos y terribles traslados. Esas frecuentemente no se documentaban.

El sistema de campos tuvo como objeto principal –la mayor parte del tiempo– la explotación como esclavos de los prisioneros. Su elevado número de víctimas mortales se debió a espantosas condiciones de trabajo forzado –especialmente en periodos de fácil recambio de esclavos muertos por accidentes, agotamiento y enfermedad– Aunque ciertos campos sobre el círculo ártico equivalían a condenas de muerte, el Gulag no incluyó campos de exterminio masivo. Los exterminios soviéticos dependieron de fusilamientos masivos, hambrunas genocidas y traslados forzosos de poblaciones sospechosas.

Anne Applebaum galardonada con el Premio Pulitzer por su libro: Gulag: a History explicó en una conferencia del 2003 que entre 1929 –cuando alcanzaron escala masiva los campos–  y la muerte de Stalin, 18 millones de personas pasaron por el Gulag. Y de 6 a 7 millones fueron deportados a pueblos en el exilio. En total, cerca de 25 millones fueron sometidos a trabajo forzado (15 por ciento de la población). Destacó también Applebaum como Solzhenitsyn en Archipielago Gulag –sin acceso a los archivos– había estimado muy bien las magnitudes. Y que fue el primero en explicar que la abrumadora mayoría de los prisioneros eran simples campesinos y trabajadores, completamente inocentes.

Entre esa mayoría de campesinos y trabajadores tuvo el Gulag sus comparativamente pocos prisioneros intelectuales. Pero –interesada o ingenuamente– algunos de esos intelectuales dejarían fuera de sus memorias del Gulag a la abrumadora mayoría de simples víctimas inocentes. El relativamente escaso –pero útil para someter y aterrar al resto– número de criminales comunes. Y el comparativamente minúsculo número de intelectuales y políticos entre las millones de víctimas del Gulag.




Autor:Guillermo Rodríguez González

Investigador del Centro de Economía Política Juan de Mariana y profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencia Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, Venezuela.


Fuente: https://panampost.com/guillermo-rodriguez/2018/09/18/gulag-gelido-infierno-sovietico/




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Fosa común en Katyn, Ucrania. Ejecuciones a mano de Soviéticos, en la 2da. Guerra Mundial





miércoles, 26 de mayo de 2021

DESOBEDIENCIA CIVIL

 


“Es a través de la desobediencia y la rebelión que se ha hecho el progreso”.  Oscar Wilde

La desobediencia civil no es hablar de caos, ni de lucha armada, ni de oponernos a una  democracia formal sin garantía de derechos, y cuando hablamos  de derechos, estos son los naturales como la vida, la propiedad, podemos hablar del derecho a trabajar, a la libertad de pensamiento, cuando este un estado no defiende ni respeta estos derechos naturales e inalienables se convierte en un régimen tan odioso como cualquier dictadura.

Los gobiernos odian la desobediencia civil porque es la forma que un ciudadano descontento manifieste su negativa a obedecer dócilmente una ley promulgada sino también es la acción misma del ciudadano, acción que los gobernantes desean que no suceda, pues prefieren ciudadanos alejados del quehacer político.

No queremos democracia únicamente para poder votar como si fuera un concurso televisivo, queremos democracia para transformar la sociedad, para acabar con las leyes injustas. Thoreau se preguntaba “¿Debe el ciudadano, alguna vez, por un momento, o en el menor grado, renunciar a su conciencia ante el legislador? ¿Por qué cada hombre tiene una conciencia entonces? Creo que debemos ser hombres primero, y sujetos después”. Si la elección es la obediencia o la conciencia, hago lo posible por elegir la conciencia.

No hay que ser ningún bárbaro para poder hablar o defender la desobediencia civil, nuestros gobernantes y los medios de comunicación buscan justamente eso que pensemos que la democracia es, solamente el acto electoral.

De hecho los mayores referentes morales a lo largo de la historia de las democracias, (en esta época podemos hablar de David Thoreau, de Bertrand Russell, de Mahatma Ghandi, de Martin Luther King, de Rosa Parks), todos ellos, absolutamente todos ellos, fueron desobedientes civiles, el problema no es la desobediencia sino es precisamente la obediencia silenciosa, autista, en la cual e el pueblo se sumerge.

Eric Fromm decía “que el acto de la desobediencia es como el acto de la libertad, porque es el comienzo de la razón”

Dos frases para pensar:

  1. “La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad, por lo tanto los obedientes deben ser esclavos” David Thoreau.
  2. “Si no se aprende, la sinceridad se vuelve en grosería, la valentía en desobediencia, la constancia en capricho, la sabiduría en estupidez, la desobediencia en compasión, la veracidad en terquedad”  Confucio.

La obediencia ciega elimina el amor propio, vence el derecho a progresar, disminuye las ganas de vivir con dignidad y elimina el orgullo de ser único.

El filósofo John Rawls nos comenta sobre el propósito de la desobediencia civil ante una autoridad democrática legítimamente establecida. La desobediencia civil rawlsiana muestra pretensiones antiautoritarias en función del mantenimiento de un orden justo, y cuyo gestor se ubica en la sociedad civil. Ahí se comparten valores tales como la justicia, la diversidad, el respeto mutuo, el sentido de dignidad y el respeto a la libertad. La sociedad civil está conformada por elementos tales como el carácter asociativo, cooperativo y plural, y por la razón pública para el alcance de acuerdos y la defensa de la justicia.

Existen nuevas formas de participación ciudadana presentes en las democracias occidentales de este siglo XXI, ellas  han mostrado ser capaces de influir en los procesos políticos y en la formación de ciertos considerandos políticos.

Lo que debemos tener presente es que ellas ayudan a la toma de decisiones para la más sana convivencia político-social.

La acción humana en el quehacer político se ha incrementado a tal punto que han reactivado de manera importante a la sociedad civil frente a las formas políticas hasta ahora dominantes —y no siempre aceptables— en la esfera de la política. Es una realidad que los ciudadanos insertos en la sociedad civil no siempre encuentran los cauces adecuados para que sus peticiones y deliberaciones logren ser escuchadas y ser atendidas en la agenda política. Así, y para posibilitar la remoción de estas trabas, la sociedad civil ha encontrado como recurso la trasgresión de una norma jurídica, con la finalidad explícita de provocar un debate abierto acerca de la justicia, su constitucionalidad y su oportunidad. Esta posibilidad conforma —en John Rawls— una opción en una sociedad democrática para el alcance de la justicia, concepto que constituye la primera virtud de las instituciones sociales

La desobediencia civil, que aunque no sería el recurso más esperado, es, sin embargo, una posibilidad para el alcance de la justicia.

“La desobediencia civil es una forma de protesta, en la cual aquellos que protestan, violan deliberadamente la ley; violación y protesta que en general no son violentas. Sin embargo, este proceder es problemático y muchas veces lleva a cuestionar si tal opción resulta legítima o no.  El tema de la desobediencia civil nos conduce a reflexionar acerca de la posibilidad de encontrar un recurso ante leyes injustas o instituciones ilegítimas, de ahí que tal recurso sea distinto de una infracción o trasgresión de las leyes, en tanto pretende llamar la atención en relación con una ley injusta, porque va en pos de una causa justa. El conflicto en el que se basa la desobediencia civil se articula entre lo que es la justicia, y lo que es la ley, y aclara la problemática que constituye una trasgresión que persigue un bien colectivo, al intentar el logro de cambios en la legislación impugnada. El derecho injusto no obliga —ni moral ni políticamente hablando— a su cumplimiento; y la desobediencia a las leyes injustas es una forma de apoyo a las instituciones justas. El conflicto entre justicia y ley se comprende mejor al considerar la práctica socio política, puesto que ésta genera en su seno una prueba de constitucionalidad, y se expresa como el ejercicio de un derecho. Es así que, desde esta perspectiva, la desobediencia civil es aceptada en todo caso, como último recurso frente a leyes que no cumplen con la meta de justicia”.




Es importante distinguir la desobediencia civil, de la objeción de conciencia, ya que la segunda aduce motivos exclusivamente morales. Ésta es una acción privada e individual y no pública, y no tiene una finalidad de cambiar o derogar leyes como lo pretende la primera. Es cierto que ambas disidencias tienen el imperativo moral de oponerse a la instrumentalización del ser humano.

Históricamente hay ejemplos que se han considerado como modelos de desobediencia civil, aunque quizá, algunos de ellos no son sino objeción de conciencia. Uno de los primeros ejemplos se patentiza en Sócrates, quien defendió que, desde la conciencia reflexiva individual, no es necesario obedecer las leyes que van contra tal conciencia. Sócrates acepta que aunque se han de obedecer las leyes de la polis que regulan el Estado, sin embargo, se tiene el derecho a desobedecer aquellas que, según las propias convicciones morales, las personas estamos en desacuerdo, y por ello, se habrán de aceptar las consecuencias que conlleva la desobediencia.

Otro ejemplo histórico es la llamada “Revolución del Canto” de Europa del Este la Unión Soviética no pudo mantener su influencia y dominio en alguno países de Europa del Este, los ciudadanos de los Estados bálticos y de Rumania hicieron la vida miserable a los señores comunistas. En Estonia, la “Revoluciòn del Canto” puso la desobediencia civil generalizada en la música. En Polonia, un floreciente movimiento clandestino produjo mercados negros masivos hasta que el régimen comunista declaró al país “ingobernable” y programó  elecciones libres. Cuando el dictador rumano Nicolae Ceausescu envió tropas para arrestar a un pastor en Timisoara, los feligreses desarmados anillaron la iglesia para defenderlo. Los soldados se negaron a disparar contra ellos, y la Revolución Rumana se desató; el dictador murió al mes.

Existe bibliografía de algunos autores —quienes han sido destacadísimos representantes de la filosofía política contemporánea— que han señalado las cualidades democráticas de este proceder desde hace ya varias décadas. Entre ellos podemos mencionar a Hannah Arendt, John Rawls, Ronald Dworkin, y Jürgen Habermas principalmente. Estos filósofos han trabajado esta forma de acción política de manera seria en sus apuestas teóricas. La desobediencia civil alega motivos ético – políticos y piensa fundamentalmente en el alcance de la justicia. Aquí estriba el que la desobediencia civil sea pública, abierta y compartida, y constituya una forma estratégica de acción colectiva, pero no puede soslayar el contenido moral porque ése es el argumento defensivo fundamental de la no obediencia: la injusticia o ilegalidad de algunas leyes.  Puesto que la Constitución es un proyecto inconcluso y siempre en ciernes, ahí se justifica la desobediencia civil, como lo señalaría, el filósofo alemán Jurgen Habermas

La mayor parte de la teoría moral y legal que rodea a la cuestión de la desobediencia civil —sobre todo en el ámbito anglosajón— se ha inspirado de manera importante en un personaje que tuvo una gran influencia: Henry David  Thoreau, en un célebre texto acerca de la resistencia civil en 1849, acuñó el término de desobediencia civil. El uso que le dio al término de desobediencia civil fue básicamente hacia una resistencia a la tiranía.

Quizá lo que ayudó a su popularidad fue la asociación que muchos hicieron con la campaña de la resistencia no violenta de Mahatma Gandhi, conocida como Satyagraha, en contra del gobierno británico en Sudáfrica y en India. Gandhi citó a Thoreau como una de las influencias más importantes en su vida.

Thoreau impulsó la actitud de ciertos pacifistas antibelicistas británicos —como Bertrand Russel— que se opusieron después a la intervención de Inglaterra en la Primera Guerra Mundial y más contemporáneamente en los estadounidenses que se oponían y desertaban de la Guerra de Vietnam. Su argumento principal apelaba a la objeción de conciencia. La idea de Thoreau era que su única obligación consistía en hacer en todo momento lo que creía justo. Thoreau defendió entonces la desobediencia en un sistema democrático, y señaló que algunas veces la constitución es un problema y no una solución, y los canales legales para cambiarla pueden ser muy lentos. Esto, aunado al individualismo mostrado en sus propuestas donde señala que en una democracia los individuos son soberanos y el gobierno tiene el poder, apenas por la delegación de los individuos libres.

Influyente sobre todo en los Estados Unidos, fue Martin Luther King quien propugnó la desobediencia civil al defender la igualdad de los derechos de los negros frente a la mayoría blanca. Así, propuso la desobediencia a todas aquellas normas y acciones que implicaran la segregación de los ciudadanos negros. Logró que se aceptara la inconstitucionalidad de las leyes segregacionistas y fue claro cuando señaló que aquellos individuos que infringían las leyes que su conciencia les decía que eran injustas, y aceptaban la penalidad de permanecer en la cárcel, ellos estaban impulsando a la comunidad a tomar conciencia de su injusticia. En ese momento estaban expresando su respeto por la ley, una ley que sí apelaba a la justicia.

Todo acto de desobediencia civiles un acto de desobediencia a la ley, pero no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil (R. Dworkin, 1977: 324-327). Así, la desobediencia civil se caracteriza por cumplir las siguientes condiciones:

Primero, en general, es ejercida por personas conscientes y comprometidas con la sociedad -es lo que Hannah Arendt denomina minorías cualitativamente importantes-, lo cual les lleva a ser tan activas como críticas respecto a ciertas decisiones políticas que se han transformado en ley. Los ciudadanos que practican la desobediencia civil son capaces de imaginar un orden social mejor y en su construcción la desobediencia civil se convierte en un procedimiento útil y necesario.




Segundo, se entiende que el comportamiento de estos ciudadanos no está movido por el egoísmo sino por el deseo de universalizar propuestas que objetivamente mejorarán la vida en sociedad.

Tercero, los ciudadanos que la practican se sienten orgullosos. Para ellos, la desobediencia civil es un deber cívico más, es una exigencia que procede de ciertas convicciones a las que es posible atribuir un valor objetivo y constructivo.

Cuarto, el ejercicio de la desobediencia civil ha de ser público.

Quinto, su práctica podrá negar derechos de genealogía no democrática o que pretendan perpetuar privilegios injustificables.

Sexto, Con ella no se pretende transformar enteramente el orden político ni socavar sus cimientos, sino promover la modificación de aquellos aspectos de la legislación que entorpecen el desarrollo de grupos sociales marginados o lesionados o, en su caso, de toda la sociedad.

Finalizando, resulta relativamente fácil justificar la desobediencia civil en una situación de deterioro democrático. Es evidente que no le debemos obediencia a un orden político en el que el gobierno vulnera los principios sobre los que se sostiene el Estado de Derecho -fundamento inexcusable del Estado democrático-, en el que no funcionan los frenos y contrapesos que limitan la absolutización del poder, en el que la ley es elaborada fraudulentamente convirtiéndose en arma de guerra o en el que los adversarios políticos son despojados de sus derechos y son perseguidos por el poder.   Pero: ¿es posible justificar la desobediencia a la ley cuando ésta ha sido realizada cumpliendo escrupulosamente con los procedimientos democráticos o cuando nada amenaza a la democracia?

Las leyes injustas merecen ser revocadas. Pero, ¿puede una ley ser injusta si ha sido discutida y consensuada mediante el sistema político vigente? Sí, las leyes no son infalibles. Entonces, la desobediencia civil es un ejercicio epistemológico, político y civil que coadyuva en la configuración de la sociedad civil. El ejercicio de discusión es siempre vigente. Al respecto Thoreau dice:  “Se pensaría que una negación deliberada y práctica de su autoridad es la única ofensa que el gobierno no contempla; si no, ¿por qué no ha señalado el castigo definitivo, adecuado y proporcionado? Si un hombre sin recursos se niega una sola vez a pagar nueve monedas al Estado, se le encarcela (sin que ninguna ley de que yo tenga noticia lo limite) por un período indeterminado que se fija según el arbitrio de quienes lo metieron allí; pero si hubiera robado noventa veces nueve monedas al Estado, en seguida se le dejaría en libertad” (1987, p. 49).

Así, la desobediencia civil es una opción contraria a la injusticia, por lo que debate en el quehacer programático de la política; es decir, la persona resiste el poder político dominante injusto sin que implique salirse de la sociedad civil. El predicador colonial norteamericano, el reverendo Jonathan Mayhew (1720-1766), tenia un como lema que se convirtió en un grito de guerra revolucionario, “La resistencia a los tiranos es la obediencia a Dios”.

La desobediencia civil es un elemento clave del dispositivo simbólico de la democracia, por lo tanto la obediencia a la ley no puede ser incondicional.

Murray Rothbard en su libro ética de la libertad nos dice “Si, pues, el Estado es la vasta maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas, la “organización de los medios políticos” con el objetivo de enriquecerse, esto quiere decir que nos hallamos ante una organización criminal y que, por consiguiente, su categoría moral es radicalmente distinta de la de cualquiera de los legítimos dueños de propiedades. (…) Significa, por poner un ejemplo, que nadie tiene la obligación moral de obedecerle. En cuanto que es una organización criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos, el Estado no puede poseer ningún justo derecho de propiedad. De donde se concluye que no puede ser ni inmoral ni injusto negarse a pagar los impuestos del Estado”.

Hoy resuena las palabras de Paulo Coelho cuando dice “La desobediencia puede ser una virtud cuando sabemos usarla”

Juca Fevel

Bibliografía

García Gonzales, Dora Elvira La desobediencia civil como recurso de la sociedad civil para el alcance de la justicia Signos Filosóficos, vol. VIII, núm. 15, enero-junio, 2006, pp. 25-64 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa Distrito Federal, México

La desobediencia civil en tanto disidencia. Thoreau, Arendt, Rawls Revista Filosofia Edward Javier Ordóñez Universidad Santiago de Cali.

Diccionario Crítico de Ciencias Sociales Desobediencia civil por Emilio Alvarado Pérez  Universidad Complutense de Madrid

Desobediencia Civil por Henry David Thoreau

Las razones de la desobediencia civil en las sociedades democráticas, por Julieta Marcone. revista Andamios Volumen 5, número 10, abril, 2009, pp. 39-69

Estado de Derecho y Desobediencia civil Revista Polis Revista Latinoamericana, Por Carlos Fabian Pressacco.

Ética de la libertad por Murray Rothbard.


Autor: Juca Fevel



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lunes, 24 de mayo de 2021

CONFLICTO ISRAEL - PALESTINA

 



Por Andrew Devine para Noticias de Israel


Cada vez que discuto el conflicto palestino-israelí con izquierdistas occidentales que creen que Israel es un Estado ilegítimo, me sorprende su ignorancia de hechos históricos básicos. La mayoría de los izquierdistas creen que antes del Plan de Partición de la ONU de 1947 para la Palestina del Mandato Británico había un país llamado Palestina habitado por palestinos mayoritariamente árabes musulmanes, y que fue robado por los judíos que emigraron de Europa.  

Siempre pregunto a los izquierdistas por qué los árabes de Palestina deben recibir dos Estados que comprendan la totalidad de la Palestina histórica, pero los judíos de Palestina no deben tener un trozo de tierra para ellos. Casi siempre, los que odian a Israel parecen confundidos. Es una información nueva para ellos que se les diga que Jordania fue el primer Estado árabe creado a partir de la Palestina del Mandato Británico en 1921. 

El Plan de Partición de la ONU de 1947 supuso la creación de un segundo Estado a partir de la Palestina del Mandato Británico que, de nuevo, estaba formado por una mayoría de musulmanes árabes y una minoría de cristianos árabes. También iba a haber un pequeño Estado judío donde ha habido presencia judía mucho antes de que los árabes abandonaran Arabia y extendieran el Islam a través de la espada por todo Oriente Medio, el norte de África y más allá. Israel aceptó con razón este plan. Los árabes de Palestina y el mundo árabe en general lo rechazaron, lo que condujo a la guerra árabe-israelí de 1948-49.

Incluso si el izquierdista medio admite que hubo una presencia judía en Palestina antes de la llegada de los árabes, afirmará que la población árabe actual lleva allí más tiempo que la mayoría de los judíos que llegaron de Europa o de otros lugares durante el siglo pasado.  Aunque la presencia judía creció significativamente a través de la migración interna a Palestina durante los siglos XIX y XX, también es un hecho que muchos de los palestinos de hoy son ellos mismos de origen inmigrante, habiendo llegado de otras partes del mundo árabe durante el mismo período. 

Los propios líderes palestinos han admitido que el nacionalismo palestino es una invención reciente y está motivado por el imperialismo árabe que no puede tolerar un pequeño Estado judío en su seno. En 1977 el alto funcionario de la OLP, Zahir Muhsein (Zahir Muhsein, funcionario de la OLP) declaró: El pueblo palestino no existe. La creación de un Estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel por nuestra unidad árabe. En realidad, hoy no existe ninguna diferencia entre jordanos, palestinos, sirios y libaneses. Sólo por razones políticas y tácticas hablamos hoy de la existencia de un pueblo palestino, ya que los intereses nacionales árabes exigen que planteemos la existencia de un “pueblo palestino” distinto para oponerse al sionismo.

Más recientemente, en 2012, el alto cargo de Hamás, Fathi Hammad (Fathi Hammad, alto mando del grupo terrorista Hamás), declaró a la televisión egipcia Al Hekma: “Todo palestino, en Gaza y en toda Palestina, puede demostrar sus raíces árabes, ya sea de Arabia Saudita, de Yemen o de cualquier parte”.

Si los emigrantes árabes y los descendientes de estos emigrantes árabes dentro de la región de Palestina tienen derecho a un Estado palestino, los emigrantes judíos y sus descendientes tienen el mismo derecho a la autodeterminación en una patria propia. A menos, por supuesto, que nuestros fanáticos izquierdistas que odian a Israel argumenten que un grupo de migrantes debe ser tratado de manera muy diferente debido a su religión y etnia. En la mayoría de los casos, no creo que el izquierdista medio esté haciendo este argumento. Simplemente ignoran la compleja historia de la región, pero al mismo tiempo son preocupantemente incapaces de aceptar esos hechos cuando se les presentan.

El doble rasero más evidente que la izquierda aplica al conflicto palestino-israelí está relacionado con cuestiones de defensa. Hamás dispara con bastante regularidad cohetes contra civiles israelíes, pero el sistema antimisiles Cúpula de Hierro es capaz de hacer frente a la mayoría de los cohetes si el número es bajo. En estos casos, Israel no toma represalias y rara vez son noticia. Sin embargo, los recientes ataques con cohetes a gran escala iniciados por Hamás contra civiles israelíes sí han provocado muertes y víctimas, por lo que Israel ha respondido. Está bien establecido que Hamás lanza sus ataques desde zonas civiles densamente pobladas para maximizar las víctimas resultantes de las represalias con fines propagandísticos. Según el derecho internacional, es un crimen de guerra utilizar a la población civil de esta manera. Antes de lanzar un ataque de represalia contra un edificio determinado, las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) envían mensajes de texto, hacen llamadas telefónicas y lanzan panfletos advirtiendo a los civiles para que huyan. Su intención es no dañar a los civiles y hacen todo lo posible por evitarlo. En cambio, Hamás ataca intencionadamente a los civiles israelíes.

A pesar de lo trágico y perturbador que es ver a palestinos inocentes muertos en un ataque aéreo de represalia, la izquierda ignora el hecho de que las FDI tratan de evitarlo. Reservan su indignación para Israel y su compasión para los palestinos. Nunca verás a un izquierdista occidental en una marcha protestando por el asesinato intencionado de civiles israelíes. Cuando les preguntes cuántos ciudadanos israelíes debe permitir Israel que mueran por ignorar los ataques sostenidos y a gran escala con cohetes, no te responderán o mostrarán su verdadera cara argumentando que los palestinos han sido arrinconados y es inevitable que contraataquen. La razón por la que no se critica a Hamás en la misma medida, o incluso no se le critica en absoluto, es porque hay una suposición subyacente por parte de mucha gente de la izquierda de que como Israel es un “Estado ilegítimo” merece ser atacado y como tal no tiene derecho a defenderse. Hamás, que cuenta con un importante apoyo en Gaza y Cisjordania, declara abiertamente que quiere erradicar a todos los judíos de Israel. A la izquierda le gusta proclamar su oposición al fascismo y al racismo y llamar nazi a cualquiera que no esté de acuerdo con ellos, pero ignora por completo el hecho de que el islamofascismo y el odio genocida a los judíos están muy extendidos entre muchos palestinos. Si Israel ignorara este hecho sería un suicidio. ¿Por qué un pueblo que fue casi erradicado de la faz de la tierra hace menos de un siglo no querría hacer todo lo posible para protegerse de una segunda Shoah? 




Cuando los izquierdistas asisten a manifestaciones antiisraelíes en Occidente y corean “Del río al mar Palestina será libre”, están regurgitando un eslogan islamista genocida que se refiere a que Israel se libere de sus judíos. Este no es el eslogan de una solución de dos Estados que apoyan los palestinos e israelíes.

Aparte de la ignorancia histórica, hay otros factores que motivan ese odio visceral de la izquierda hacia Israel. Israel es un país capitalista de éxito y su población, mayoritariamente judía, uno de los grupos minoritarios más antiguos e históricamente oprimidos del mundo, rechaza las políticas identitarias neomarxistas y, en cambio, se centra en el trabajo duro y en ser líderes mundiales en muchas industrias. A los neomarxistas y a los centristas despiertos no les gustan las minorías que se niegan a participar en las olimpiadas de la opresión interseccional.

Israel es también un aliado incondicional de Estados Unidos, un Estado despreciado como bastión de la supremacía blanca y la islamofobia por la izquierda.

Por último, cuando son atacados por terroristas islamistas, los israelíes se defienden. La izquierda y los medios de comunicación occidentales sesgados no pueden soportar esto. A diferencia de los débiles y supinos países occidentales que se postran ante el Islam radical, Israel se niega a hacerlo. ¿No saben los israelíes que la respuesta políticamente correcta a los ataques terroristas contra tus propios civiles implica culparte a ti mismo y a la gente que se coge de la mano en vigilias con velas mientras se aferra a osos de peluche y entona alguna canción anodina sobre el amor que vence al odio? Claro que un día, en un futuro idealizado, el amor puede vencer al odio, pero en el presente es ineficaz para neutralizar a un islamista enloquecido que está apuñalando o para desviar un cohete lanzado contra una sinagoga.


Fuente: https://www.facebook.com/COMUNIDADAMIJAI/videos/2989936807952986/


Cortesía de la Unión Austriaca de Estudiantes Judíos a través de JTA


Vale la pena ver este video explicativo de los orígenes del conflicto y el estado Palestino: https://www.facebook.com/COMUNIDADAMIJAI/videos/2989936807952986/ (para verlo copia y pegar en una nueva página)



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