El papel decisivo de Haití en las independencias de Latinoamérica
“Somos hermanos de África, le dice. Hijos de los hombres traicionados, traídos a la fuerza y esclavizados sin sentido. Somos su simiente, el eco de sus voces clamorosas. Veo en ti los rostros de los ancestros sacrificados a la sed de la loba blanca y escucho el rugir de los cueros y los cantos que no respetan cadenas ni grilletes. Tú, tu sangre negra, tu sable desnudo traerá libertad a nuestros hermanos esclavizados en el continente, lo presiento. Fue la única condición que puse a Bolívar para apoyar su expedición: la emancipación de los esclavos” [1].
Éstas son las solemnes palabras extraídas de un capítulo que ha desaparecido de la Historia universal. El presidente de la recién nacida Haiti, Alexandre Pétion, habla en nombre de todos los desterrados de África. Se hace portavoz del sufrimiento del hombre negro esclavizado e intercambia algunas de sus preocupaciones con Juan Prudencio Padilla, un navegante prometedor de la Nueva Granada, un negro nacido en Riohacha, que destaca por su intrepidez y astucia. En ese momento, ante el presidente haitiano, el joven navegante no sabe todavía que terminará siendo un destacado almirante y prócer de la independencia colombiana. Y, aunque ha podido vislumbrar algunos de sus grandes logros, todavía desconoce el papel definitivo de Simón Bolívar, el Libertador, a quien aceptó como líder absoluto en la emancipación de las Américas.
La escena extraída de la novela “Allá en la Guajira arriba”, del autor colombiano Oscar Perdomo Gamboa, revive un momento clave en la emancipación del Nuevo Mundo. Simón Bolívar se reencuentra en su exilio con figuras claves de su futuro proyecto (la Gran Colombia), pero sobre todo, escapa de la sombra de una de sus mayores derrotas. El hombre se siente solo ante una realidad difícil de aceptar: la independencia que parecía imparable desde la declaración de la Segunda República de Venezuela en 1813 –y que le concedió el título de Libertador- se ha revertido en su contra, de tal forma que Bolívar tiene que huir primero a Jamaica y, luego, a Haití.
La república de Haití es ahora la base de todo. Un punto de unión y de inflexión. Aquí se construye la “reconquista” del sueño libertador. Simón Bolívar aprovecha la invitación del presidente de la primera república negra para reponerse de la grave depresión en la que cayó y diluir el fantasma del suicidio que le abordó en su exilio en Jamaica. Ese gran Libertador que brilló con la declaración de la Primera República de Venezuela (en 1810), el que se aprovechó de la debilidad del reino de España, no es más que una sombra de sí mismo, y ahora necesita ayuda ante la falta de apoyo de los británicos y la persecución incesante de los españoles.
Independiente desde el año 1804, y segundo país de América en romper sus lazos con la metrópoli, Haití se ha convertido -más allá de la revolución francesa- en un gran símbolo de la libertad en las Américas. De hecho, tras la victoria sobre los ejércitos colonialistas de Inglaterra, España y Francia, Alexandre Pétion convierte su país en una base esencial de apoyo a las luchas libertarias del continente latinoamericano. Primero, ofrece a Francisco de Miranda la “Espada Libertadora de Haití” que simboliza la expulsión de los franceses. También se confecciona allí, en Haití, la bandera de color amarillo, azul y rojo que representará el despertar de la Gran Colombia. El 12 de marzo de 1806, en la bahía de Jacmel (Haití) ondean por primera vez los colores de tres naciones latinoamericanas. En ese momento, Francisco de Miranda hace su famoso juramento: “Juro ser fiel al libre pueblo de Sur América, independiente de España, y servirle honesta y lealmente contra sus enemigos y opositores y observar y obedecer las órdenes del supremo gobierno de este país legalmente constituido y a las órdenes del general y oficiales superiores a mí”.
Casi diez años más tarde, en 1815, Pétion culmina su estrategia geopolítica dando asilo al político argentino Manuel Dorrego -quien se destaca prontamente como uno de los principales referentes del federalismo rioplatense (y llegará en 1820 y en 1828 a ser gobernador de la provincia de Buenos Aires)-, e invitando Simón Bolívar a retomar la lucha por la independencia americana. Esta oferta viene acompañada de un apoyo apreciable: armas, barcos y soldados. Se estima que Pétion pone a la disposición del Libertador más de 6.000 fusiles con sus bayonetas, municiones, plomo, víveres, una imprenta completa, el flete de algunas goletas y una importante suma de dinero. La principal condición impuesta por el presidente Alexandre Pétion al Libertador es la de decretar la abolición de la esclavitud en América, acuerdo que asume el propio Bolívar y que ambos líderes firman.
La ayuda no se detiene ahí. Las primeras acciones de Bolívar fracasan en Occumare (1816, Venezuela) y el Libertador tiene que regresar a la isla de Haití para solicitar nuevamente ayuda a Alexandre Pétion. Esta vez la ayuda se extiende a otros aliados del Libertador, como el general José Francisco Bermúdez, José Prudencio Padilla o Manuel Piar, recordándoles a todos los ideales de libertad universal, y la necesidad de incluir en ese concepto a negros e indios.
Más tarde, cuando la victoria sobre los españoles es una evidencia y el proyecto de la Gran Colombia se hace más nítido que nunca, las palabras de Simón Bolívar confirman su eterna admiración y agradecimiento hacia Alexandre Pétion: «Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente Pétion me prestó su protección y bajo sus auspicios formé una expedición de trescientos hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leónidas. ¡Gracias al pueblo de Haití mis compatriotas serán nuevamente libres!» [2].
Alexandre Pétion recibió de su pueblo haitiano el apodo de “Papa bon ke” (Papá de buen corazón, en criollo) como consecuencia de una reforma agraria que generó la ilusión de los campesinos (antiguos esclavos). Pero ese sentimiento también se observa en otros lugares de Latinoamérica donde se cultiva la memoria de las independencias. En Colombia, en la ciudad de Cali, se inauguró en 2013, en pleno bulevar de la Avenida Colombia, un busto en resina y fibra de vidrio en homenaje a Alexandre Pétion [3]. «Esto es un acto de reafirmación con el pueblo haitiano», expresó Ray Charrupi, director de la organización Chao Racismo, en el acto oficial. Es, en realidad, la mejor forma de decirle al pueblo haitiano que también es el padre de las independencias latinoamericanas.
Autor: Johari Gautier Carmona
@JohariGautier
Referencias:
[1] Allá en la Guajira arriba (Caza de libros, 2016), Oscar Perdomo Gamboa, página 113.
[2] ¿Qué habría hecho Bolívar sin Haití?, Pedro Arciniegas Rueda, El Tiempo (Colombia), 27 de enero del 2010.
[3] Se inauguró busto de Alexandre Pétion en el Bulevar de la Avenida Colombia. El País (de Calí). 15 de septiembre del 2013.
dp