En el Cementerio Británico hoy pude descubrir como se honra a los muertos que combatieron en las dos Guerras Mundiales.
Hay ingleses, galeses, escoceses, pero también argentinos hijos de ingleses, que viviendo acá, se presentaron como voluntarios y dejaron sus vidas en los campos de batalla.
Genéricamente los cobija la Legión Inglesa, quien vela por ellos y les rinde homenaje en cada acontecimiento importante.
Descansan en la cripta de la capilla, en un lugar solemne, al amparo de las banderas del Reino Unido y de la Argentina y glorificando a aquellos que dieron lo más preciado, sus vidas, por la defensa de la libertad y la democracia.
A pocos metros, en la superficie, podemos encontrar doce lápidas, que constituyen uno de los cuatro cementerios militares oficiales británicos que hay fuera del Reino Unido y estos, a su vez están a un lado de la puerta que comunica los Cementerios Británico y Alemán. De ambos lados del muro descansan soldados que combatieron por sus países, pero que hoy, vuelven a estar enlazados simbólicamente, con el respeto y consideración del caso.
Esa conexión interna y directa entre ambos cementerios quedó sellada en 1915, plena Primer Guerra, y volvió a abrirse en 2018 exaltando los lazos fraternales conque ahora conviven en Europa.
Cada uno murió por su causa, pero todos murieron con honor y gloria.
La puerta tiene dos cerraduras. Cada administrador abre la suya pero de común acuerdo, así se vuelven a comunicar en nombre de la paz y la hermandad entre las naciones, abriendo simbólicamente la puerta de la convivencia, del entendimiento.
Todo un ejemplo para las generaciones futuras y para todos nosotros.
La inmensa mayoría de los argentinos y los ingleses que se enfrentaron en Malvinas hoy se reconciliaron, simplemente por razones humanitarias civilizadas. Dentro de poco se hará un homenaje a los caídos de ambos bandos en ese cementerio, reafirmando de esta forma que los lazos de los pueblos pueden más que los intereses políticos de los gobiernos.
Estaré presente y aunque nunca claudicaré por nuestro reclamo soberano sobre Malvinas, cada día asumo más concretamente que la paz y el diálogo pueden cambiar el curso de la vida. Cada uno debe de asumir el rol de trabajar por esto, desde su individualidad y convicción, pero nunca dejando de lado la fraternidad universal.
No son los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría.
Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía.
La vida no es la vida que vivimos, la vida es el honor, es el recuerdo, por eso hay muertos que en el mundo viven y hombres que viven en el mundo muertos.
Ricardo Palma, Peruano
2 comentarios:
Muy interesante ,muy poco comentado
Extraordinario ejemplo de cariño, recuerdo y homenaje... voy cada tanto a darme un baño de historia que no se debe olvidar!
Juan Manuel Basualdo
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