“Estar allí es definitivamente como volver al pasado”...
Comparto una maravillosa crónica realizada, hace un tiempo, por el periodista Javier Fontana, con el objetivo de conocer la forma de vida, costumbres y trabajo, de las personas que habitan en la Colonia Menonita, en La Pampa. “Se llama “Nueva Esperanza” y es un viaje en el tiempo: la religión manda, hablan un dialecto alemán antiguo y las mujeres no pueden tener contacto con el afuera. Viven sin electricidad y trabajan la tierra”.
“A lo largo de 15 kilómetros de un camino de tierra -dejando atrás el asfalto desde la ciudad pampeana de Guatraché-, se acrecentaba la expectativa por verlos. Hasta que llegó el cartel indicador que mostraba la división geográfica de la Colonia: 10.000 hectáreas, divididas en lo que ellos denominan “Campos”.
“En cada uno de esos campos (una especie de gran barrio), se ubican distintas parcelas. Algunas grandes y otras más chicas, adquiridas por cada familia de acuerdo a su capacidad económica. Allí también hay familias de más poder adquisitivo que otras”.
“Tomamos un camino que nos condujo al Campo 4, en busca del establecimiento de Pedro, el carpintero. Allí comenzó la aventura. Con la aparición del brillo de los primeros tachos de leche al costado del camino, comenzamos a ingresar a su mundo. Esos tachos, llenados a diario, cada día, son recolectados y transportados para luego realizar diversas producciones, entre ellas quesos”.
“Me pregunté en varias ocasiones ¿Cómo hace esta gente para elaborar productos o trabajar sin energía eléctrica?, ¿Cómo obtienen el agua?, ¿Cómo refrigeran?, ¿Cómo...? y varios otros ¿Cómo...? “.
“Al divisar a los primeros hombres en unos carros, detuve el auto para preguntarles dónde podía encontrar a Pedro, el carpintero. En un castellano muy básico y con dificultades de pronunciación (ellos se manejan con un dialecto antiguamente conocido como Plattdeutsch o “alemán bajo”, que ya casi no existe ni siquiera en otras partes del mundo), me explicaron que debía seguir 1.000 metros, doblar y hacer otros 2.000 y allí volver a preguntar”.
“Claro, estaba en una de las partes del campo donde había extensiones de parcelas grandes, dedicadas a la agricultura, ganadería y tambo. En el camino, veo que el diseño de sus casas es muy parecido entre sí. Un niño de escasos 7, quizás 8 años, trataba de dominar una pala, intentando hacer un pozo, para plantar árboles en el frente de su vivienda”.
“El recorrido en auto fue a muy baja velocidad. No nos queríamos perder ningún detalle. Siguieron apareciendo carros tirados por caballos y con ruedas de goma maciza, transportando cualquier elemento que haya que movilizar de un lugar a otro; o bien para moverse ellos mismos, como lo estaban haciendo tres jóvenes que levantaron sus manos para saludarnos”.
“En la Colonia hay una iglesia, una escuela, un almacén o proveeduría y en ese mismo lugar funciona una especie de restaurante, donde pueden comer quienes llegan de destinos más lejos y demoran algunas horas en retornar a sus casas”.
“En un apartado del almacén, hay un sector a la venta de ropa. Para las mujeres, se exhiben una variedad de pañuelos que utilizan debajo de los sombreros y diversos modelos de vestidos estampados con flores, siempre oscuros. La vestimenta se completa con medias y sandalias. Los hombres visten un clásico mameluco oscuro, camisas a cuadros o blancas lizas y un infaltable gorro azul oscuro o marrón”.
“Después de recorrer varios kilómetros, comenzamos a ver los silos de almacenamiento de granos que ellos fabrican y que venden a todo el país. Están expuestos en el campo, sobre el camino principal. También fabrican acopladitos, chimangos y otros implementos agrícolas. ¿Cómo sueldan?, ¿Cómo cortan?, más preguntas me surgían”.
“A lo lejos, divisé a un hombre en un tractor haciendo tareas de manejo de tierra, seguramente preparando el suelo para la siembra. El tractor no tenía las tradicionales ruedas con cubiertas, sino unas de hierro, como las de los antiguos tractores de nuestros antepasados”.
“Finalmente, llegamos a la carpintería de Pedro. Un grupo de chicos nos recibió. No hablaron prácticamente nada de castellano, hasta que se acercó una adolescente con la cual pudimos entendernos. Desde adentro de la casa, nos miraba una mujer mayor. Me dio la impresión que desconfiaba de nosotros. Hasta que un lugareño me explicó que las mujeres prácticamente no tienen contacto con los extraños o visitantes, además de no dominar el idioma. Sólo los hombres de la casa son quienes siempre se prestan a la requisitoria”.
“Un joven trabajaba con una sierra en la carpintería. Ahí comenzaron a develarse algunas de mis dudas. La religión les prohíbe utilizar electricidad en sus hogares. Pero para trabajar tienen sus propios generadores de electricidad y con ellos alimentan las maquinarias que les permiten realizar sus trabajos”.
“No hay TV, radio, celular, equipamientos electrónicos, no hay iluminación eléctrica en sus viviendas. Se alumbran con candiles y sus heladeras funcionan a gas. Sólo algunas personas tienen permitido tener celular, para comunicarse con el poblado en caso de extrema urgencia”.
“No quise tomar demasiadas fotografías. Me pareció que no debía invadirlos, ni hacerlos sentir expuestos a los flashes de un turista. Pero los chicos, que son muy simpáticos y curiosos, no tuvieron problema en acceder a unas cuantas fotografías. Hasta uno de ellos sacó una pelota de fútbol e intentó hacer algunos jueguitos posando para la imagen”.
“Los Menonitas surgieron en Europa del Norte, en el siglo XVI, como uno de los múltiples movimientos generados en el marco de la Reforma Protestante. Son una rama pacifista y trinitaria del movimiento cristiano anabaptista”.
Al finalizar su crónica, Javier Fontana sintetiza: “Lo primero que sentí al visitar la Colonia Menonita “Nueva Esperanza” en la provincia de La Pampa, fue como volver al pasado”.
Autora: Marcela Cooke
Video: https://www.youtube.com/watch?v=47i7nE0JdQM
Fuente: Diario Perfil - Texto: Javier Fontana
Historia Visual Argentina (HVA)
dp
2 comentarios:
Creo que viven en una Sociedad con estrictas normas de convivencia!
Lidia Varela
Son unos laburantes a fulll!!
Vilma Cuellar
Publicar un comentario