domingo, 23 de octubre de 2022

BONPLAND. UN LEGADO TANGIBLE

 



Amado Bonpland fue médico de Napoleón, y su esposa dama de honor de la emperatriz Josefina. Científico, botánico y zoologista, supo ser amigo de Bolivar y San Martín.


Por José Narosky



“Es posible ver el cielo, sin elevar la mirada”.

Allá en el lejano año 1817, el diario porteño “La Gaceta” publicaba esta noticia:

“Ayer 29 de Enero, llegó a Buenos Aires el primer botánico y zoologista que nos visitara. Se llamaba Amado Bonpland y era también médico cirujano”. Actualmente numerosas calles de muchas ciudades argentinas lo recuerdan.

Bonpland, había sido médico de Napoleón y distinguido en la corte francesa por sus méritos científicos. Su esposa, que lo acompañaba, era –nada menos- dama de honor de la emperatriz Josefina.

Pero todos estos datos sólo cuentan una parte de lo que era Bonpland y no precisamente la más importante.

Había nacido en Francia en 1773 y allí estudió medicina y ciencias naturales. Se doctoró en ambas carreras.

En París conoció a un naturalista alemán: Alejandro Humboldt. Y decidieron realizar juntos un viaje de estudios a América. La travesía fue como un descubrimiento del nuevo continente. En cuatro años recorrieron 9.000 leguas de selvas vírgenes, escalaron por primera vez el volcán conocido como Chimborazo –el gigante ecuatoriano- y clasificaron más de 60.000 plantas, entre ellas 6.300 especies nuevas.



Al poco tiempo de su regreso a Europa, Napoleón premió a Bonpland con una pensión anual.

Pero al poco tiempo se produjo la caída de Bonaparte y la muerte de la emperatriz.

Además de su pasión por las plantas, había regresado a Europa con una visión distinta –y muy positiva- de las antiguas civilizaciones que había tenido ocasión de visitar en América. La de los Incas en los Andes y la de los Mayas y Aztecas en el Caribe.

Ya de regreso a Francia, el hecho inesperado de la caída de Napoleón trastocó los planes de Bonpland.

Al sentirse sin respaldo, el naturalista decidió embarcarse nuevamente rumbo a Buenos Aires, trayendo con él a nuestra región un cargamento de semillas y 2.000 plantas vivas, entre frutales, medicinales y legumbres.

Amigo de Bolívar y de San Martín y niño mimado de la sociedad porteña, no se conformó sin embargo con una vida reposada.

En 1820 viajó a Corrientes para realizar estudios sobre el cultivo de la yerba mate. Pero el dictador del Paraguay, José Gaspar Francia, desconfió del sabio, a quien supuso “espía de los porteños” y ordenó a sus hombres que lo detuvieran.

Nueve años permaneció cautivo en un pequeño pueblo, aunque la selva siguió siendo su inmenso laboratorio.

Ya en nuestro país comenzó a interesarse en el cultivo de la yerba mate.

Decidió entonces viajar a Corrientes, -corría el año 1920- para estudiar sobre el terreno.

Tenía ya 47 años. La zona en la que iba a estudiar era conflictiva, porque estaba en disputa entre la Confederación Argentina y el Paraguay, gobernado en ese momento y con mano férrea por el doctor José Francia, un dictador.

En alguno de los muchos libros que escribió en sus 9 años de cautiverio “parcial”, porque podía desplazarse dentro de determinado número de Kms., relata que fueron esos los años más felices de su vida.

En contacto con la naturaleza, cuyas leyes no necesitan redactarse, se sintió en su verdadero mundo.

Relataba una especie de conversación con las plantas y con los animales y agregaba que se acercó y “conoció” el alma de los aborígenes de la zona, los que le demostraron con sus actitudes nobles y solidarias, ser más puros que los demás hombres que había conocido en su Francia natal. Y al tratar de cerca con los animales ratificó que el lenguaje de estos –inversamente al de los hombres- sólo expresa verdades.

Cuando lo liberaron de su agradable cautiverio se trasladó a San Borja, Brasil, en aquel momento territorio uruguayo por la acción de Artigas.

Sus últimos años vivió en Paso de los Libres, donde murió un 17 de septiembre de 1858 a la edad de 85 años.

Faltaban cuatro días para la llegada de la primavera.

Horas antes de morir, quiso levantarse y pidió lo acercaran a una ventana.

-“Permítanme oir el canto de los pájaros. Quiero morir oyéndolos“, fueron sus últimas palabras.

Y un aforismo final para este científico francés, casi argentino, que surgió en mi espíritu cuando supe de su última expresión.

“El pájaro canta a todas las primaveras. El hombre solo a algunas”.


Fuente: https://www.ambito.com/opiniones/amado-bonpland/quien-fue-y-que-hizo-bonpland-n5049552 (2019)




Nota de dp: Su modesta tumba está en el Cementerio de Paso de los Libres y es la única de ese predio que fue declarada Monumento Histórico Nacional.


BONPLAND Y EL LIBRE PENSAMIENTO

El objetivo de esta ponencia es subrayar el sentido de librepensador del Sabio en su sentido amplio de la palabra, es decir, como alguien que se hace protagonista decisivo de su tiempo influyendo sobre la realidad, buscando mejorar el contexto que le toca vivir, sin ataduras

ideológicas ni reverencias hacia dictador alguno.

En contacto directo con la realidad americana, Bonpland vislumbró que el régimen colonial era demasiado arbitrario y que los pueblos de América debían independizarse tal como se lo decía francamente a su amigo quiteño Carlos Montufar, joven patriota que moriría en la lucha por la independencia.

Fue en las tertulias de Mariquita Sánchez de Thompson donde Bonpland, que conocía y compartía el plan de emancipación americana por su amistad con Simón Bolívar, tuvo contacto con el general San Martín que había regresado a Buenos Aires para ultimar los preparativos de la campaña libertadora al Perú. Además de su inquietud científica, Bonpland siguió muy de cerca el proceso independentista de los pueblos de la América Hispana.

Cuando cae prisionero de Gaspar Rodríguez de Francia, atraviesa una de las circunstancias más injustas y penosas de su vida. Después del ataque y a pesar de la herida que había recibido en la frente, Bonpland no olvidó su vocación de médico y atendió a todos los heridos. Sus instrumentos, herbarios, libros y papeles fueron transportados en una canoa y el naturalista fue internado en Cerrito cerca de Santa María de las Misiones, lugar aislado en calidad de prisionero de guerra. Después de incendiar la plantación y asesinar o apresar brutalmente a muchos de los indios que allí trabajaban, capturan a Bonpland y lo trasladan encadenado hasta el Paraguay, donde permanece confinado allí en El Cerrito, cerca de Santa María, durante nueve años. Hay que mencionar en este punto, que el Dr. Francia tuvo una especial consideración por el sabio, autorizándolo a trabajar como botánico y agricultor. De esta manera, Bonpland, si bien no podía salir del país, pudo trabajar libremente y dedicarse al estudio y cultivo de especies autóctonas.

Ni el aislamiento, ni la prisión debilitaron su interés por las ciencias naturales y poco a poco su espíritu científico fue reconocido por las autoridades paraguayas. Pudo dedicarse a las investigaciones científicas, interesándose especialmente en las cualidades curativas de ciertas plantas que eran empleadas empíricamente por los guaraníes y muy pronto su fama se difundió por la zona. Atrajo a los enfermos de regiones distantes y organizó una maternidad, pero también se dedicó a la agricultura, a la cría de ganado, dirigió una fábrica de aguardiente, una carpintería y un aserradero, consiguiendo realizar un pequeño comercio.

La suerte de Bonpland causó consternación en América y en Europa iniciándose las gestiones para liberarlo. Una de las primeras fue la realizada por el comisionado Juan García de Cossio enviado desde Buenos Aires a Corrientes donde permaneció un año sin obtener ninguna garantía, a pesar de ser diplomático de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para poder entrar en el Paraguay.

Muchos proyectos debían haber compartido Bonpland y Simón Bolívar para que éste último clamara también por la libertad del naturalista en una carta al Dictador del Paraguay desde Lima en octubre de 1823:

"Excelentísimo Señor: Desde los primeros años de mi juventud tuve la honra de cultivar la amistad del señor Bonpland y del señor Barón de Humboldt, cuyo saber ha hecho más bien a la América que todos sus conquistadores. Yo me encuentro ahora con el sentimiento de que mi adorado amigo el Sr. Bonpland está retenido en el Paraguay por causas que ignoro. Sospecho que algunos falsos informes hayan podido calumniar a este virtuoso sabio y que el gobierno que vuestra Excelencia preside, se haya dejado sorprender con respecto a este caballero. Dos circunstancias me impelen arrogar a V. Excelencia encarecidamente por la libertad del Señor Bonpland: la primera es que yo soy la causa de su venida a América, porque fui yo quien lo invitó a que se trasladase a Colombia, y ya decidido a ejecutar su viaje, las circunstancias de la guerra lo dirigieron imperiosamente a Buenos Aires, la segunda es que este sabio puede ilustrar mi patria con sus luces, ruego que V. Excelencia tenga la bondad de dejarle venir a Colombia, cuyo gobierno presido por la voluntad del pueblo. Sin duda V. Excelencia no conoce mi nombre ni mis servicios a la causa americana; pero si me fuese permitido interponer todo lo que valgo, por la libertad del Sr. Bonpland me atrevería a dirigir a V. Excelencia este ruego. Dígnese V. Excelencia oír el clamor de cuatro millones de americanos libertados por el ejército de mi mando, que todos conmigo imploran la clemencia de V. Excelencia en obsequio de la humanidad, la sabiduría y la justicia, en obsequio del Sr. Bonpland... sería capaz de marchar hasta el Paraguay sólo por libertar al mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros"

La amenaza fue más que un mero recurso literario ya que luego de ordenar la marcha sobre el Alto Perú, Bolívar hizo reconocer el río Pilcomayo en dirección al Paraguay. En 1825, en una entrevista con Carlos María de Alvear y José Miguel Díaz Vélez, plenipotenciarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bolívar les expresó que había buscado todos los conocimientos para encontrar la mejor ruta al Paraguay con la intención de liberar a Bonpland. Otras tentativas para liberar al sabio surgieron de parte del Instituto de Francia; del naturalista Juan Bautista Grandsire en 1824 apoyada por Humboldt, la de Woodbine Parish, primer cónsul general de Gran Bretaña en Buenos Aires en 1825, la de Manuel Correada Cámara, agente de la Corte Imperial de Río de Janeiro, la de Alcides D'Orbigni del Francia en 1827; la de Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia, en 1828. Todas tuvieron el mismo resultado infructuoso. No obstante, la ciencia del naturalista iba a tener efectos imprevistos y llegar a resultados que no habían logrado los representantes de varias potencias, ni con ruegos ni con amenazas.

El Dictador del Paraguay, aquejado por dolores neurálgicos y reumáticos aceptó el consejo de su médico don Vicente de Estigarribia y envió un oficial hasta Bonpland en busca de remedio. A los veinte días de comenzar el tratamiento, Rodríguez de Francia vio desaparecer sus dolencias y entonces envió una orden al comandante militar de Santa María en mayo de 1829 para que pusiese en libertad al naturalista y le permitiera salir del país. Bonpland estaba por salir para Itapuá cuando llegó una orden que prolongó su exilio por un año y medio al cabo del cual sin que mediara ninguna explicación, fue liberado.

En consideración a la meritoria labor desarrollada por Bonpland y a su dedicación al cultivo y estudio de las distintas especies de la región, como lo expresa el fiscal en su providencia "las ventajas que reportará a la provincia de la adquisición de un hombre de mérito y conocimientos apreciables..." (Título de Merced en propiedad, 1856), el gobernador Genaro Berón de Astrada por decreto del 13 de febrero de 1838, cede a su favor el dominio útil del terreno.

Corrientes fue la protagonista activa de la historia nacional y lo es también en la época de Rosas, haciendo que sus dirigentes buscaran alianzas o se comprometieran con causas a veces efímeras, otras no del todo beneficiosas o bien de éxito futuro. Los intereses en juego determinaron cruzadas como la de Berón de Astrada que buscó en la alianza con Fructuoso Rivera un medio para deshacerse de la tutela de Rosas. Estos hechos que conducen a la derrota de Pago Largo, el 31 de marzo de 1839, han sido analizados y juzgados por la historiografía local en forma más o menos apasionada y objetiva, lo que interesa aquí es el protagonismo de Bonpland en una etapa en que ser francés representada la convivencia con la potencia bloqueadora enemiga de Buenos Aires, pero cuya alianza era buscada por los caudillos del litoral. Bonpland estuvo cerca de Berón de Astrada y el archivo de campaña de éste que lo mencionaba, fue a parar a manos del general Pascual Echagüe. El naturalista salvó su vida sin duda, por la importante labor científica que había realizado en diversas partes del continente y en ese momento en el Río de la Plata. La cercanía del campo de batalla con el establecimiento de Santa Ana, perteneciente al sabio, le trajo como consecuencia la pérdida de animales, hecho que no lo amilanó e inmediatamente emprendió la repoblación. Volvió a relacionarse con las "cruzadas libertadoras" y se vinculó con emigrados, franceses y uruguayos. Sin duda la sublevación de la provincia brasileña de Rio Grande del Sur contra el Imperio y su constitución como república independiente planteó una alternativa diferente. Los propósitos acerca de equilibrios regionales y una fuerte autonomía, unidos a la vocación imperial europea, la brasileña y la bonaerense van a dar como resultado una amplia gama de proyectos. En 1842, ante los acontecimientos adversos para las tropas correntinas que fueron derrotadas en Arroyo Grande, Bonpland en Corrientes acompaña a Ferré en sus esfuerzos por organizar una defensa que hacía imposible pues el pánico había cundido entre los pobladores. En estas circunstancias, San Borja se transformó en el refugio de los exiliados políticos. La presencia de Pedro Ferré y los viajes del sabio a Montevideo, a veces por el río Uruguay, otras dando la vuelta por Porto Alegre, lo indican como protagonista sigiloso de la complicada política rioplatense. Como muchas personalidades de su tiempo, se sabe que fue iniciado en la Masonería en San Borja, apadrinado por el fraile Jean Gay, llegando al tercer grado del Rito Escocés.




Durante el régimen de Juan Manuel de Rosas como gobernador de Buenos Aires, Francia estableció en dos oportunidades un bloqueo naval del Río de la Plata. A pesar de que inicialmente Bonpland no parece haberse enfrentado al poderoso gobernante, a la larga terminó activamente comprometido con la inestable y mutable alianza de fuerzas civiles y militares que pelearon contra Rosas. Sobre todo, prestó servicios al bando contrario a Rosas como organizador de servicios médicos militares de los distintos y efímeros ejércitos que se levantaban contra él, tarea en la que le debe de haber sido útil el entrenamiento como cirujano naval que había recibido cuando joven en los tiempos de la Revolución. En 1840, el naturalista francés fue el encargado de proveer con medicamentos y otros elementos el hospital de la vanguardia del “Ejército de reserva”, que el Gral. José María Paz organizó en Corrientes para pelear contra Echagüe, militar de la provincia de Entre Ríos favorable a Rosas. Según una carta del cirujano de la “Legión libertadora”, que el Gral. Juan Lavalle organizó en la isla de Martín García (Río de la Plata) contra Rosas, muchos enfermos de dicho ejército marchaban al hospital militar atendido por Bonpland. Además, en 1850 por pedido del Gral. Justo José de Urquiza, Bonpland trató una epidemia de disentería que se había declarado en el “Ejército Grande”, que a la larga derrotó a Juan Manuel de Rosas en 1852 y abrió así el camino para la promulgación de la Constitución Nacional que organizó la Argentina después de muchos años de luchas intestinas. En viaje a Montevideo, Bonpland le dejó una muestra de corteza de granadilla, una especie de cuasia, que había observado crecer en las orillas del Uruguay y que usaba asimismo como febrífugo cuando le faltaba quinina. El interés de Bonpland por las propiedades curativas de las plantas del Río de la Plata quedó plasmado, entre otras cosas, por la lista escrita en francés y fechada en 1842 de las plantas medicinales de la Banda Oriental (actual Uruguay). En una carta al ya mencionado Dr. Alibert del 25 de enero de1837, Bonpland le informa que había enviado tres raíces al Muséum royale d’histoire naturelle para que se efectuaran ensayos sobre sus propiedades curativas. Se trataba de una nueva especie de jalapa, de un nuevo género de la familia de la Quassia amara con propiedades anti-disentéricas (mencionada en el párrafo anterior) y de una nueva especie de Statice, que los habitantes de la región consideraban útil contra la menorragia y otras pérdidas de sangre.

Para cerrar la idea, este sabio siempre mantuvo la idea esclarecida del libre pensamiento buscando el progreso de cada comunidad en la que le tocó desempeñarse, aún en el confinamiento. Si las características de todo librepensador es constituir sus opiniones y certezas sobre un análisis imparcial de los hechos; y son personas dueñas de sus propias decisiones, independientemente de la imposición dogmática de cualquier institución, creencia, tradición, tendencia política o cualquier movimiento activista que busque imponer su punto de vista ideológico o cosmovisión filosófica, el sabio Amado Bonpland fue, sin lugar a dudas, un preclaro representante. 


Autor: Claudio Montiel, de Paso de la Libres, Corrientes. Presidente de la Casa de la Cultura de Paso de los Libres e Investigador de la Asociación Cultural Amado Bonpland.



dp 




1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante.
Maria Luisa Lopez Atzin.
Mexico