“Así como es arriba, es abajo” (Viejo aforismo hermético).
En los últimos tiempos se ha creado y desarrollado, dentro de la ciencia de la Arqueología, una especialización o rama llamada la “Arqueoastronomía”. Dicha ciencia ha puesto de manifiesto el indudable vínculo entre ciertos lugares de nuestro planeta y fenómenos celestes tales como astros, constelaciones, equinoccios, etc. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos hemos intentado reproducir, aquí en la tierra, las maravillas del cielo nocturno que contemplamos con admiración y reverencia. Podríamos citar muchísimos ejemplos, pero compartamos algunos a modo de breve información:
(i) El Camino de Santiago: la ruta de peregrinación más importante de la cristiandad, por lo menos en la actualidad y luego del éxito del libro de Pablo Coelho “Diario de un mago – El peregrino de Compostela”, era ya un trayecto sagrado para los pueblos antiguos que habitaron la zona (como los celtas, por ejemplo). A dicho camino en su recorrido más largo, “el camino francés”, se le conocía como “la Vía Láctea”, porque intentaba reproducir en la tierra a la inabarcable constelación a la cual pertenecemos.
(ii) Stonehenge: este mágico círculo de piedras debe ser sin ninguna duda el crómlech más famoso y popular de cuantos existen en el mundo. Con el avance de la ciencia se demostró que esta construcción es una especie de “computadora celeste”, que permite calcular fenómenos astronómicos tales como eclipses y equinoccios. Esto implica, para consternación de la ciencia ortodoxa, que los hombres del neolítico que fueron responsables de su construcción conocían conceptos tales como la esfericidad de la tierra y el movimiento oscilatorio del eje de nuestro planeta, lo cual fue un descubrimiento relativamente reciente, y que es el causante del fenómeno conocido como “precesión de los equinoccios”. Según las hermosas leyendas del “Ciclo Artúrico o Saga del Grial”, esta construcción se hallaba originalmente en Irlanda. Llegó “levitando” a Inglaterra por las artes del Mago Merlín, ante un ruego del Rey Uther Pendragón, futuro padre del legendario Rey Arturo, fundador de la cofradía de la Mesa Redonda.
(iii) Las pirámides de Giza: fue necesaria la llegada de dos hombres formados en ciencias exactas para comprobar que las tres más famosas pirámides del mundo reproducían la constelación de Orión. Nos referimos a los hermanos Bauval, Jean Paul (arquitecto) y Robert (ingeniero). Además, al correlacionar a la Gran Esfinge con las constelaciones de Leo y Acuario terminaron por destrozar la tambaleante cronología oficialista sobre Egipto. A quienes deseen profundizar en este tema se les recomienda el notable documental de la investigadora francesa Patrice Pooyard.
Louis Charpentier y las catedrales francesas
El investigador francés Louis Charpentier fue el autor de libros muy reveladores sobre temas que la ciencia materialista se ha negado a abordar. En uno de ellos, “Los Misterios de la Catedral de Chartres”, presenta ciertos datos sorprendentes sobre la famosa catedral gala. Nos pone en evidencia los conocimientos astronómicos de sus constructores, los misterios de su financiación, la rapidez de su construcción (relativa a la época, claro está), etc. Fue construida en 26 años, una proeza para la época dado los recursos económicos y humanos requeridos. Las medidas de la catedral, son muy significativas. Por ejemplo, su cripta es la más grande del mundo, al igual que su bóveda ya que cuenta con unos 115 metros y su crucero tiene alrededor de 111 metros, más concretamente, 110,7 mts.
Así a simple vista, es una medida que no nos dice nada, pero observemos que 1107 Km es la distancia que recorre un punto de la corteza terrestre durante una año alrededor del sol, la cosa ya cambia. La catedral de Chartres se construyó teniendo muy en cuenta la proporción aúrea o proporción dorada, muy usada también en las pirámides de Egipto. Y la medida maestra por excelencia: el "codo de Chartres" o "codo sagrado". Esta última medida corresponde a la cienmilésima parte del paralelo donde se sitúa exactamente la iglesia… Existen infinidad de datos más, que pueden ser consultados por quien desee profundizar en el tema leyendo el mencionado libro de Louis Charpentier, o en otra fuente de su confianza. Pero también señala un detalle por demás interesante: si nos fijamos en la ubicación de todas las catedrales góticas de Francia que llevan “Notre Dame” (Nuestra Señora) en su nombre, como “Notre Dame de París”, o “Notre Dame de Amiens”, etc., veremos que al unirlas con trazos sobre un mapa la figura obtenida reproduce la constelación de Virgo, la Virgen Celestial. Otro claro ejemplo del aforismo hermético citado al inicio de estas líneas, y de la necesidad que hemos tenido los hombres en todas las épocas de “reproducir el Cielo aquí en la Tierra”.
Como siempre hacemos, recomendamos a los interesados el realizar su propia búsqueda de respuestas. Nos limitamos simplemente a plantear determinados temas con la esperanza de motivar la reflexión individual y la duda hacia el “conocimiento establecido”, en un intento por demostrar que la realidad puede ser más asombrosa de lo que se nos quiere contar por parte de quienes dirigen los destinos de este mundo, mundo que es maravilloso para quien se atreva a pagar el precio para contemplarlo tal como es.
Fuentes:
En Facebook: Gran hermandad de la luz
Louis Charpentier autor de “Los Misterios de la Catedral de Chartres”.
dp
6 comentarios:
La construcción siguiendo las estrellas principales de la Constelación de Virginis (Alpha, o Spica, etc), es tratada magistralmente en el libro Las Puertas Templarias (de Javier Sierra), que incluye un mapa fabuloso, con las correspondencias de catedrales (en la tierra), y estrellas (en el cielo).
Silvia Arriazu
Extraordinario Daniel!!!
Juan Manuel Basualdo
Muchas gracias querido amigo.
Joaquin Maximo Muzlera
Daniel, gracias.
Ernesto Osvaldo Trinchieri
Hace mucho vengo leyendo del tema. Desde que cayó en mis manos el libro de Grahan Hancock *
Virgo es la columna vertebral de la rueda astrológica. Es verdad. Por supuesto que no es " casualidad" la ubicación. Gracias Daniel!
Juliana Masón
Publicar un comentario