ARGENTINO. LIBREPENSADOR. CRONISTA. COMENTARISTA. BLOGUERO. INVESTIGADOR HISTORICO. GUIADAS CULTURALES: RECORRIDOS POR BUENOS AIRES ESPECIALIZADOS EN INTERPRETACION DE SIMBOLOS, HISTORIA Y SOCIEDADES INICIATICAS. E-mails: danielpena1872@gmail.com o daniel_pena1872@yahoo.com.ar
miércoles, 24 de octubre de 2007
LOS SAVANTS
El cerebro humano es, en muchos sentidos, la última frontera de la ciencia. Unas pocas personas asombrosas puede tener una clave para entender el órgano con el que entendemos las cosas.
Ver Roma una vez y dibujarla con exactitud. Memorizar 12 mil libros. Aprender islandés en una semana. Estas hazañas asombrosas son lo normal para alrededor de 100 personas en todo el mundo identificadas como víctimas (si tal es la palabra) del síndrome savant, capaces de notables hazañas artísticas, matemáticas o de memorización pero que suelen sufrir además problemas de conducta y desarrollo mental y emocional, como el autismo.
El ejemplo popularmente más conocido del savant es Raymond Babbit, el personaje de la película Rain Man cuya interpretacíón dio un Oscar a Dustin Hoffman. Babbit está basado en un famoso savant estadounidense real, Kim Peek, quien ha leído y recuerda más de 12 mil libros, además de poder realizar cálculos matemáticos formidables y tener una asombrosa memoria musical, aunque no es autista como el personaje Babbit. Kim nació con macrocefalia, daños en el cerebelo y ausencia del cuerpo calloso, el haz de fibras nerviosas que conecta los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, lo que le permite hazañas como leer dos páginas de un libro al mismo tiempo, una con cada ojo, sin que un lado del cerebro interfiera con el otro compartiendo información con él. Kim camina con cierta dificultad, tiene habilidades motoras limitadas y no le es fácil comprender los aspectos metafóricos del lenguaje. Pero está sin duda consciente de que es singular, tanto que, al conocer al savant autista británico Daniel Tammet, Peek le dijo "algún día serás tan grande como yo". Tammet, por su parte, es el prodigio que aprendió islandés en una semana y memorizó más de 22.514 cifras de pi, además de ser un notable calculista, hablar al menos otros nueve idiomas y crear su propio idioma, el mänti.
Matt Savage, nacido en 1992, es un pianista y compositor de jazz con su propio grupo (de adultos), premios, siete discos publicados a la fecha y una apretada agenda de conciertos. Es también un chico autista, obsesivo, caprichoso y con varios problemas de comportamiento y comprensión (especialmente de los aspectos simbólicos del idioma) que han sido enfrentados pacientemente por sus padres. Matt tiene la ventaja de ser extremadamente inteligente, como Daniel Tammet. Con el apoyo médico y de su familia, quizá con el tiempo nos pueda decir lo que ningún escáner cerebral puede relatarnos: cómo es la vida dentro de la cabeza de un savant.
Lo que puede hacer un savant nos parece extremadamente difícil, pero buena parte del acertijo que nos presentan los savants es, precisamente, que realizan sus hazañas sin dificultad, naturalmente. Para ello pagan el precio de una obsesión por sus temas de especialización que consume casi la totalidad de su vida. Poco les importa más allá de memorizar datos, números o estadísticas, hacer cálculos matemáticos o tocar instrumentos musicales sin cesar. Esto, al menos en principio, los diferencia de los genios "comunes" como Mozart, Einstein, Newton o Darwin, que pese a ser capaces de concentrarse intensamente en su trabajo, no perdían el contexto de su existencia y ciertamente no tenían las dificultades simbólicas y emotivas que con frecuencia sufren los savants.
Fuera de los casos de claras anormalidades anatómicas como el de Kim Peek, el hecho más asombroso, al menos a primera vista, es que los savants tienen cerebros en apariencia perfectamente normales. Es más, algunas personas han adquirido el síndrome savant después de sufrir un accidente, en particular un golpe en la cabeza. Tal es el caso de Orlando Serrell, un chico normal que fue golpeado por una dura pelota de béisbol mientras jugaba a los 10 años de edad, al parecer sin consecuencias más allá de un dolor de cabeza. Pero a partir de ese momento, Orlando recuerda exactamente dónde estaba, qué hacía y cómo vestía, así como las condiciones del clima, cada uno de los días de su vida a partir de ese día, y obtuvo igualmente la capacidad de realizar asombrosos cálculos calendáricos. Las capacidades que suelen exhibir quienes tienen el síndrome savant tanto congénito como adquirido son generalmente concretas y no simbólicas, dominio principalmente del hemisferio derecho del cerebro, mientras que el izquierdo es, se piensa actualmente, responsable de actividades más secuenciales, lógicas y simbólicas.
Un estudio que quizá contenga algunas claves sobre el tema se presentó en 1998 y señaló que numerosos pacientes con demencia frontotemporal progresiva y que antes no tenían deficiencia alguna ni, en la mayoría de los casos, ningún interés artístico, desarrollan hablidades artísticas inéditas en ellos conforme avanza su enfermedad, pero no habilidades abstractas o simbólicas. Su arte es una meticulosa representación de la realidad como las que han hecho famoso a Stephen Wiltshire, el aclamado pintor savant que asombró al mundo recorriendo Roma en helicóptero durante 45 minutos y luego haciendo, en tres días, un detalladísimo dibujo de 5 metros con una vista aérea de la capital italiana, con una precisión sobrehumana. Los científicos procedieron entonces a realizar escáneres cerebrales de un savant de 9 años, determinando que, probablemente, la base del síndrome savant implique una pérdida de funcioens del lóbulo temporal izquierdo con una función aumentada del córtex posterior. Otros estudios señalan que cierta región del cromosima 15 (conocida como 15q11-q13) puede estar vinculada a la presencia o ausencia de habilidades de savant. Finalmente, al realizar cálculos matemáticos parece que los savants echan mano de zonas del cerebro dedicadas ordinariamente a la memoria episódica para "reclutarlas" en el procesamiento matemático.
Todo esto podría indicar que quizá todos tenemos la semilla del savant en nuestros cerebros, pero ésta no se desarrolla, probablemente porque empleamos nuestros recursos neuronales en otras muchas actividades menos especializadas y obsesivas que las del savant. Desde el punto de vista de la evolución y la adaptación, quizás no sería muy deseable que todos pudiéramos calcular el día de la semana en que cayó cualquier fecha de la historia o aprendernos de memoria el directorio telefónico, pero no pudiéramos desarrollar otras capacidades intelectuales y emocionales.
Lo que hoy sabemos acerca de los savants es, sin duda, mucho más de lo que sabían quienes les dieron nombre, pero aún es muy poco. El dr. Darond Treffert, considerado el máximo experto mundial en savants y que se dedica a su estudio desde hace 45 años, ha afirmado: "He llegado a la conclusión de que hasta que podamos explicar al savant, no podremos explicarnos a nosotros mismos".
Fuente: http://xoccam.blogspot.com
dp
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3 comentarios:
Tremendo artìculo!
Juan Manuel Basualdo
Realmente asombroso , muy interesante , muchas gracias por compartir esta información ! . Desconocía por completo que existiera la posibilidad ( por "anomalía cerebral") de leer dos páginas distintas de un libro al mismo tiempo , una con cada ojo, impresionante.
Celes Mont
Es interesante como se relaciona con el árbol de la vida con una sefirot llamada chocemamah.
Sería interesante que todo ese conocimiento pudiera conocimiento pudiera convertirse primero en comprensión (BINAH) y luego de afectarlos sentimientos, pudiera traducirse en accion.
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