En nuestra Argentina tenemos hasta la capacidad de convertir causas justas, nobles, historias de vida ejemplares, hazañas y actos de heroísmo, en causas pasajeras, o menospreciables, o mercantilistas, o sujetas a los avatares de los humores de sus protagonistas o de la misma sociedad.
El mismo San Martín terminó su vida, después de liberar medio sub continente, casi oculto en la lejana Francia, para no ser víctima o funcional de las luchas intestinas de su tierra.
Favaloro se suicido víctima de los avatares financieros de su fundación, después de llevar una vida ejemplar y constructiva que beneficio a ricos y pobres por igual.
Pero quiero detenerme en lo que nos esta pasando producto del juicio político al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Más allá de su responsabilidad política o como funcionario público, vemos que una parte de la sociedad, incluidos los padres de las víctimas, lo quisieron convertir en casi el único responsable, junto a Chabán, de la tragedia.
Esos padres y esa sociedad ni siquiera quieren hablar de la responsabilidad del grupo musical o de la o las personas que arrojaron la pirotecnia asesina.
Creyeron que con Ibarra y Chabán ya tenían la cuota de justicia asegurada, cuando en verdad, bueno sería, que todos, absolutamente todos los que tuvieron algún grado de responsabilidad en el hecho, estén sentados en el banquillo de los acusados.
Quiero dejar en claro que Ibarra es corresponsable, pero ¿nadie habla del que tiró la pirotecnia, del grupo musical, del culto al llamado “pogo” o desorden, donde todo lo vale, en medio de recitales o manifestaciones en estadios de fútbol o en la calle?. ¿Nadie le pregunta a los padres de su responsabilidad al dejar que sus hijos menores de edad concurrieran solos a este tipo de eventos?. ¿Nadie juzga a aquellos que tomaron un baño y lo convirtieron en guardería de niños improvisada?. ¿En verdad nos conformamos con encontrar a un culpable, mientras no admitimos nuestra propia parte en ello?.
Hasta me deja esto la sensación que la sed de justicia queda satisfecha, siempre y cuando “no me afecte a mi o mis intereses”, en el pensar de una parte de la sociedad.
Pero este fenómeno no lo vemos solo en este caso.
Vemos como también tenemos la capacidad de convertir causas justas en causas sectoriales, hasta marginales.
Voy al caso de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo que responden a Hebe de Bonafini.
Una causa justa, profundamente humanitaria, se convirtió, con el paso del tiempo, en una causa de sector, completamente politizada y predicadora de odios y fanatismos.
No solo la sociedad, sino también los que la dirigen tienen los dones, en la Argentina, de denigrar causas justas y humanitarias al hacerlas instrumento de sus intereses de sector.
Por eso estamos mal, perdimos la brújula.
¿Acaso también no les pasa a los jubilados que todos los miércoles, desde hace más de quince años, van al Congreso Nacional, a reclamar por sus legítimos derechos?. ¿Es que terminamos viéndolos como un grupo de loquitos que luchan por nada convirtiendo sus movilizaciones en algo parecido a reuniones de un club de barrio?.
Ojala que alguien y ahora mismo me diga que estas cosas terribles que les acabo de enunciar solo sean apreciaciones mías y que esto no le esté pasando por la mente a parte del pueblo argentino.
Porque de lo contrario la conclusión que arribo es que la Argentina se convirtió en una gigantesca máquina de picar carne, que tritura ideas, causas, voluntades y sueños.
En verdad me costó mucho escribir estas líneas porque me siento agobiado por mis pensamientos expuestos aquí y confieso que estoy pasando por un momento de intenso replanteo de lo que me rodea, dándome cuenta que muchas cosas no me gustan y que quiero hacer algo para cambiarlas.
Caso contrario, estaría vencido... pero quiero pelea y romper a patadas esta máquina de picar carne.
Pero quiero detenerme en lo que nos esta pasando producto del juicio político al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Más allá de su responsabilidad política o como funcionario público, vemos que una parte de la sociedad, incluidos los padres de las víctimas, lo quisieron convertir en casi el único responsable, junto a Chabán, de la tragedia.
Esos padres y esa sociedad ni siquiera quieren hablar de la responsabilidad del grupo musical o de la o las personas que arrojaron la pirotecnia asesina.
Creyeron que con Ibarra y Chabán ya tenían la cuota de justicia asegurada, cuando en verdad, bueno sería, que todos, absolutamente todos los que tuvieron algún grado de responsabilidad en el hecho, estén sentados en el banquillo de los acusados.
Quiero dejar en claro que Ibarra es corresponsable, pero ¿nadie habla del que tiró la pirotecnia, del grupo musical, del culto al llamado “pogo” o desorden, donde todo lo vale, en medio de recitales o manifestaciones en estadios de fútbol o en la calle?. ¿Nadie le pregunta a los padres de su responsabilidad al dejar que sus hijos menores de edad concurrieran solos a este tipo de eventos?. ¿Nadie juzga a aquellos que tomaron un baño y lo convirtieron en guardería de niños improvisada?. ¿En verdad nos conformamos con encontrar a un culpable, mientras no admitimos nuestra propia parte en ello?.
Hasta me deja esto la sensación que la sed de justicia queda satisfecha, siempre y cuando “no me afecte a mi o mis intereses”, en el pensar de una parte de la sociedad.
Pero este fenómeno no lo vemos solo en este caso.
Vemos como también tenemos la capacidad de convertir causas justas en causas sectoriales, hasta marginales.
Voy al caso de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo que responden a Hebe de Bonafini.
Una causa justa, profundamente humanitaria, se convirtió, con el paso del tiempo, en una causa de sector, completamente politizada y predicadora de odios y fanatismos.
No solo la sociedad, sino también los que la dirigen tienen los dones, en la Argentina, de denigrar causas justas y humanitarias al hacerlas instrumento de sus intereses de sector.
Por eso estamos mal, perdimos la brújula.
¿Acaso también no les pasa a los jubilados que todos los miércoles, desde hace más de quince años, van al Congreso Nacional, a reclamar por sus legítimos derechos?. ¿Es que terminamos viéndolos como un grupo de loquitos que luchan por nada convirtiendo sus movilizaciones en algo parecido a reuniones de un club de barrio?.
Ojala que alguien y ahora mismo me diga que estas cosas terribles que les acabo de enunciar solo sean apreciaciones mías y que esto no le esté pasando por la mente a parte del pueblo argentino.
Porque de lo contrario la conclusión que arribo es que la Argentina se convirtió en una gigantesca máquina de picar carne, que tritura ideas, causas, voluntades y sueños.
En verdad me costó mucho escribir estas líneas porque me siento agobiado por mis pensamientos expuestos aquí y confieso que estoy pasando por un momento de intenso replanteo de lo que me rodea, dándome cuenta que muchas cosas no me gustan y que quiero hacer algo para cambiarlas.
Caso contrario, estaría vencido... pero quiero pelea y romper a patadas esta máquina de picar carne.
dp
1 comentario:
De acuerdo con que Ibarra sea un responsable politico, por no haber elegido bien a sus funcionarios y descansar en la confianza.....pero de ahi a CULPABLE como chabán es un desproposito....
Y todavía faltan los juicios por FELICIDIO a todos aquellos padres sobrevivientes, responsables de haber llevado a sus niños a tan grotesca reunión, donde todos sabian que por metro cuadrado había mas gente que basldosas.....y eso,...LOS SOBREVIVIENTES LO TIENEN QUE RECONOCER.....sabían que iban al matadero y pagaron su entrada para ello, con la fracesita de moda...."·"" no loco...si no pasa nada fiera...!!!! ahora lloran todos.....
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