Nota de dp: gracias a mi amigo Juan Manuel Basualdo por este magnífica nota de color.
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ARGENTINO. LIBREPENSADOR. CRONISTA. COMENTARISTA. BLOGUERO. INVESTIGADOR HISTORICO. GUIADAS CULTURALES: RECORRIDOS POR BUENOS AIRES ESPECIALIZADOS EN INTERPRETACION DE SIMBOLOS, HISTORIA Y SOCIEDADES INICIATICAS. E-mails: danielpena1872@gmail.com o daniel_pena1872@yahoo.com.ar
Nota de dp: gracias a mi amigo Juan Manuel Basualdo por este magnífica nota de color.
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LA ARISTOCRACIA Y EL VICI0
Por Ruben Calomarde
En la ARGENTINA y en MAR DEL PLATA llegaron nobles RUSOS perseguidos por la revolución bolchevique. Uno de ellos fue JUAN EUGENIO de CHIKOFF quehabía nacido en BESARABIA en 1896. Se lo puede considerar como un exilado RUSO. Con una preparación cultural muy amplía ya que hablaba 9 idiomas, dando clase de baile y de protocolo llegando a asesorar a EVA PERON en ese tema- Por aquellos años CHIKOFF que formo parte de los aristócratas que llegaban a MAR DEL PLATA era un asiduo concurrente al BRISTOL HOTEL. Fue por aquellos años dorados cuando llegaron a nuestra ciudad un grupo de coristas que estuvieron en la mesa de CEZ SON ALTZ y distribuyeron un polvo que se conoció con el nombre de cocaína, no paso mucho tiempo para que se vendiera en la botica que estaba al lado de la iglesia de SAN PEDRO...
CHIKOFF con una pequeña fortuna, exquisita educación y dominio de varios idiomas –nueve, según se dice, incluyendo griego y latín- Juan Eugenio cautivó a la alta sociedad porteña y encontró un novedoso método de subsistencia: la enseñanza de modales, protocolo, ceremonial, danza y patinaje sobre hielo. Se dice que fue él quien le quitó al tango sus movimientos “reos y procaces”, para que ingresara en los salones de la aristocracia. Algo habrá de cierto en todo esto, ya que el pianista Manuel Jovés –autor de “Patotero sentimental” y “Nubes de humo”- le dedicó un tango titulado Chikoff. A poco de llegar el conde desposó en Buenos Aires a la francesa Adélaïde Baechtel con quien tuvo dos hijos: Jorge y Eugenia. Al disolverse el matrimonio, Jorge permaneció con su madre en Francia y Eugenia decidió radicarse en Buenos Aires. Hasta 2013 –fecha de su muerte- siguió los pasos de su padre y fue conocida mediaticamente como la condesa de Chikoff.El conde llegó a asesorar al presidente Marcelo Torcuato de Alvear en materia de ceremonial y también a Eva Duarte, a pedido de su esposo, el presidente Perón. En esa época tuvo acceso a los medios de comunicación y ganó trascendencia pública. Su larga vida transcurrió en Buenos Aires
Fuente: @Historias de Mardel
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La historia de Holocausto Caníbal, la película más terrorífica de todos los tiempos
Se proyectó hace 40 años y fue prohibida de inmediato por sus imágenes. La historia dice que hubo actores muertos y otros desaparecidos durante la filmación en el Amazonas. Mirá el video.
Por GUSTAVO LONDEIX
Corría 1979 cuando el director italiano Ruggero Deodato filmó Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust) (mirá el video arriba). El tema era su obsesión. Era su segunda película luego de Mundo Caníbal, Mundo Salvaje, que rodó en 1976.
Deodato era un director de películas clase B. Entre mediocres y bizarras. Y jamás imaginó que su película pasaría a ser objeto de culto.
Holocausto Caníbal narra la historia de cuatro periodistas que viajan al corazón del Amazonas en una zona llamada "Infierno Verde" para documentar a unas tribus locales que eran caníbales.
La desaparición de los periodistas lleva a que dos meses después, un grupo de rescate, a cargo del antropólogo Harold Monroe, es enviado al lugar para averiguar qué les había pasado. El antropólogo logra conquistar el corazón de la tribu de los Yanomani y obtiene los videos que los cuatro periodistas filmaron en la selva.
Cuando ve el contenido de las cintas se entera que los cuatro murieron y fueron devorados por los caníbales.
Monroe, horrorizado, se topa con un problema: el canal de televisión que envió a los cuatro periodistas decide emitir los videos.
Cuando Holocausto Caníbal se estrenó en Italia, la sociedad de ese país se escandalizó. Hasta un divo como Sergio Leone, director renombrado en ese momento del cine western o spaghetti, se tomó la molestia de escribirle una carta a Deodato: "Querido Ruggero, ¡qué película la tuya!. Todo parece tan real que creo que te meterás en varios problemas".
Dicho y hecho. El estreno fue en Milán, el 7 de febrero de 1980. El 17 de ese mes, la Justicia la prohibió en todo el país. La mesa estaba servida para Deodato, que buscó que su película produjera horror y polémica.
Y comenzaron las versiones. La más fuerte decía que los cuatro periodistas habían perdido realmente la vida en la selva amazónica. Que todo lo que se veía en Holocausto Caníbal era real.
Y había motivos para creerlo. El estilo de filmación era de falso documental, con cámara en mano, y los efectos eran tan reales que hasta una revista, la famosa Interviú de España publicó una larga nota del periodista Vicente Gracia en la que decía que todo lo filmado era real.
En su nota aseguraba que los cuatro periodistas norteamericanos habían sido "devorados", que una indígena había sido "violada y empalada" y que los propios periodistas habían "exterminado a una pequeña tribu de indígenas, incendiando sus chozas para darle más realismo al documental que filmaron".
Deodato era un genio para la intriga. Antes de filmar su película hizo firmar un contrato secreto a los cuatro actores que interpretaban a los periodistas. Tenía un solo artículo: no podían aparecer en público durante un año a contar desde el día del estreno de Holocausto Caníbal.
El director sabía que su película iba a provocar un escándalo en Italia. Pero no imaginaba que el escándalo iba a recorrer el mundo. Y a Deodato le entró miedo.
Lo primero que hizo fue presentarse en un programa de televisión con los cuatro "periodistas" vivos.
Pero no tuvo suerte con otra controversia de película. Una de las escenas, tal vez la más famosa de la película, mostraba a una indígena empalada. Deodato quiso demostrar que era un truco. Pero la indígena de la escena, interpretada por una muchacha colombiana, nunca fue encontrada con vida. Para todos, la chica murió empalada y la película pasó, de ser polémica, a ser maldita.
Deodato fue condenado a 4 meses de prisión condicional y una multa.
Después que se comprobó que los cuatro actores que hacían de periodistas estaban vivos, Holocausto Caníbal volvió a ser emitida en los cines, pero no en Italia, donde tuvo que esperar hasta el año 2000 para ser nuevamente emitida.
Pero en el resto del mundo la gente acudía al cine a ver esta película "basura" que solo mostraba abusos sexuales, violaciones, torturas, asesinatos, antropofagia y el sacrificio real de animales. Contra esto, Deodato no puso escusas.
Reconoció que en la filmación se mató a una rata almizclera que fue abierta de punta a punta, a una tortuga gigante, a la que se saca del agua, se la decapita, y se la despoja de su caparazón y órganos por los actores Perry Pirkanen y Ricardo Fuentes. Luego la cocinaron.
Trágica suerte también para una araña gigante a la que se la mata con un machete, una serpiente a la que se corta por la mitad, un mono al que se decapita, y un cerdo al que se lo asesina a balazos. Una brutalidad contra animales inocentes que despertó la justificada ira de organizaciones animalistas.
Lo peor para los actores es que para darle "realismo", como quería Deodato, a los animales había que comérselos.
Nadie se podía explicar cómo esa película era un suceso. En Japón, Holocausto Caníbal, fue la segunda película con mayor recaudación en 1980, solo superada por E.T. de Spielberg.
Lo cierto es que Holocausto Caníbal se filmó en 1979 en la ciudad colombiana de Leticia. Casi no tenía guión y los actores debían improvisar las escenas.
Y el ambiente en el Amazonas fue caótico. La tremenda temperatura, las peleas entre los actores, las discusiones por las torturas a los animales y muchos varios más.
El actor Robert Kerman, que interpreta al Profesor Monroe en la película, tildó siempre al director "como un sádico con todo el mundo".
Ruggero Deodato justificó así su película: "es una crítica social a la televisión, quien en sus noticias es capaz de mostrar cualquier tipo de atrocidad para subir sus índices de audiencia, mientras que en la industria del cine los directores nos vemos sometidos a estrictas políticas de censura para producir películas".
Un dato final. Ruggero Deodato tiene 81 años y está planeando una secuela de Holocausto Caníbal. Ya sería demasiado.
Fuente: https://www.clarin.com/autor/gustavo-londeix.html
dp
MUERTE EN LAS TRINCHERAS
La batalla de Verdún, la peor batalla de la primera guerra mundial
El 18 diciembre 1916 finalizó la batalla de Verdún, la más larga y sangrienta de la Gran Guerra, que enfrentó a franceses y alemanes. Pero esta batalla, a pesar de su duración y dureza, no se convirtió en decisiva en el devenir del conflicto.
Por J. M. Sadurní
Especialista en actualidad histórica
Una muestra del horror que se vivió en Verdún, un municipio francés situado en el departamento del Mosa y en la región del Gran Este, es el mensaje que un joven soldado alemán llamado Johannes Has dirigió a sus padres desde una de las trincheras del ejército germano: "Queridos padres, estoy acostado en el campo de batalla y tengo una bala en el vientre. Creo que me estoy muriendo". El 18 de diciembre de 1916 marcaría el final de aquella terrible carnicería, un escenario de horror en el que ahora reina el silencio. Aquellas trincheras donde tantos jóvenes vivieron y murieron se han convertido en una metáfora de la profunda cicatriz que se abrió entre Francia y Alemania.
Este podría haber sido el panorama del soldado herido que escribía a sus padres desde el campo de batalla. Así lo describió el corresponsal de La Vanguardia: "Los cuerpos están mutilados, vestidos con el uniforme militar hecho trizas, manchado de sangre, asqueroso. Los rostros están contraídos por espasmos macabros de rabia y de dolor supremos. [...] Hay miembros sueltos, descuajados del tronco."
PREPARANDO UNA CARNICERÍA
"El final de la guerra de 1870, que enfrentó a los franceses y a los prusianos, se decidió en París; el de ésta se decidirá en Verdún", afirmó el káiser Guillermo II el 1 de abril de 1916, cuando la batalla, que llevaba seis semanas en marcha, ya se había llevado por delante más de cien mil vidas. La opinión del soberano alemán se basaba en el criterio del general Erich von Falkenhayn, que había abierto dos frentes, uno en Rusia y otro en Verdún. Indignado por la pedantería mostrada durante el conflicto por Von Falkenhayn, Erich Ludendorff, uno de los más brillantes generales de Alemania, llegó a decir de él: "Puedo odiar a ese hombre y le odio". Pero a pesar de lo que el general Ludendorff pudiera pensar de su colega, éste contaba con el favor del Estado Mayor y hacia finales de 1915 ya había concebido un plan de ataque en Verdún.
Los servicios de inteligencia alemanes habían informado de que la artillería y la infantería francesas se habían retirado de la zona para trasladarse a otros puntos donde se estaban dirimiendo encarnizados encuentros. Creyendo que con un rápido ataque al flanco francés daría un golpe de efecto a la contienda, Von Falkenhayn ideó una estrategia que obligara a los franceses a movilizarse hacia un mismo punto y una vez allí atacarles. Con la maquinaria alemana en marcha, Von Falkenhayn dispuso más de ochocientas piezas de artillería de forma estratégica, pero el mal tiempo lo obligó a posponer el ataque hasta que la lluvia remitiera.
LLUVIA DE FUEGO Y METRALLA
El 21 de febrero de 1916 a las 7:15 de la mañana se abrieron las puertas del infierno en Verdún. El Gran Berta, el temido cañón alemán de 420 mm capaz de lanzar proyectiles a doce kilómetros de distancia y provocar cráteres de seis metros de profundidad, o el efectivo Skoda 35 mm empezaron a abrir fuego. A las cuatro de la tarde ya habían caído del cielo más de un millón de obuses que convirtieron el suelo francés en un auténtico paisaje lunar, lleno de cráteres: las trincheras se habían hundido y la mayoría de sus defensores quedaron sepultados bajo el barro. Al teniente coronel Driant le pareció que el bosque "era barrido por una tormenta, un huracán de adoquines que crecía cada vez con mayor fuerza". Y eso sólo ocurrió durante el primero de los 302 días que duró la batalla.
El pintor y paisajista alemán Franz Marc, que se había alistado como voluntario unos años antes, escribió desde el frente: "He visto las cosas más terribles que puede concebir la imaginación humana". Un obús lo destripó el 4 de marzo, pero la crónica de aquella carnicería continuó de la mano de un soldado francés que manejaba una ametralladora: "La trinchera dejó de existir, había quedado sepultada. Estábamos agachados dentro de los agujeros hechos por los obuses, el lodo de cada explosión nos enterraba cada vez más. Nuestros propios soldados heridos o ciegos caían sobre nosotros rugiendo y gritando. Morían salpicándonos con su sangre". El 10 de abril, el capitán Cochin describió en una carta los primeros días del asalto: "Regreso de la prueba más dura de mi vida: cuatro días y cuatro noches, 92 horas, los dos últimos días sumergido en barro helado, bajo un terrible bombardeo, sin otro refugio que la estrechez de la trinchera que aparecía incluso demasiado ancha; ni un agujero, ni una cueva, nada [...]. Llegué allí con 175 hombres; he regresado con treinta y cuatro, varios de ellos enloquecidos". Después de aquel ataque llovió sin parar durante doce días. La crónica oficial alemana dijo lo siguiente: "El agua en las trincheras nos llegaba por encima de las rodillas; no había ni una cueva que pudiera proporcionar un acomodo seco. El número de enfermos crecía de manera alarmante".
UN ÁNGEL DE LA GUARDA DE CUATRO PATAS
Erich von Falkenhayn había previsto que las fuerzas francesas se desangrarían durante los bombardeos, pero lo que no pudo prever es que durante el avance de la infantería ésta quedaría desprotegida de la artillería, y que la lluvia y la nieve convertirían los bosques de Verdún, arrasados por los obuses, en una enorme piscina de barro que no permitía avanzar a los pesados cañones. El encargado de organizar la defensa francesa fue el general Philippe Pétain, que ideó un sistema basado en la logística: mantuvo abierta la arteria principal que llegaba a Verdún, por la que circulaban 6.000 camiones diarios que sirvieron para alimentar a toda la población durante el asedio alemán. Conocida más tarde como la Ruta Sagrada, fue el propio Pétain quien dijo a su estado mayor: "On les aura!" (les cogeremos). Pero la frase más famosa salió de la boca de su segundo, el general Robert Nivelle, que arengó a sus hombres al grito de: "Ils ne passeront pas!", (no pasarán). Pétain coincidió en Verdún con Charles de Gaulle, por entonces un joven capitán de 25 años, que fue uno de los primeros en caer herido, aunque fue condecorado por sus audaces escuchas de las trincheras enemigas. De nuevo en el frente, De Gaulle fue herido con bayoneta, metralla, una mina y con gas, además de ser capturado por los alemanes y protagonizar cinco intentos de fuga.
No menos coraje que sus homólogos humanos demostró Satán, un cruce de galgo y collie entrenado como perro mensajero. En aquellos días una posición francesa estaba siendo masacrada por la artillería alemana y con ella sus defensores, a los que apenas quedaba munición. De pronto, los desesperados soldados franceses vieron una extraña silueta negra que atravesaba las líneas enemigas hacia su posición. Era Satán con una máscara de gas, unas alforjas y un mensaje atado al cuello. En ese momento, una bala alemana lo alcanzó en una pata y el perro cayó, pero volvió a levantarse y, cojeando, siguió corriendo hasta las trincheras francesas. El mensaje decía: "¡Por el amor de Dios, aguantad! Mañana enviamos refuerzos". En las alforjas que Satán llevaba atadas al lomo había dos palomas mensajeras. Los soldados anotaron las coordenadas de la artillería alemana y las enviaron con las palomas. Una de ellas fue abatida, pero la otra logró llegar a su destino y la artillería francesa consiguió silenciar definitivamente a la alemana y liberar a los suyos. Satán sólo tenía de diabólico el nombre porque en realidad se convirtió en un auténtico ángel de la guarda para el ejército francés.
UNA GENERACIÓN PERDIDA
El 18 de diciembre de 1916, y en plena víspera de Navidad, los cañones enmudecieron. Verdún se había salvado, pero a un precio descomunal: 700.000 bajas (305.000 muertos y 400.000 heridos), repartidas casi a partes iguales entre los dos bandos. El consumo de munición en los primeros siete meses ascendió a 24 millones de proyectiles, nueve pueblos habían sido borrados del mapa y el paisaje quedó calcinado. Los cuatro millones de proyectiles caídos sobre la colina de Mort-Homme, donde ahora se erige un monumento conmemorativo de la batalla, la convirtieron en un volcán de lodo y rocas. Aunque los bosques replantados en la década de 1930 han crecido y ocultan la mayoría de los cráteres provocados por los obuses, los actuales visitantes del campo de batalla aún pueden contemplar un panorama selenita moldeado por unos 50 obuses por metro cuadrado. Cien años después, el público tiene aún prohibido el acceso a unas 800 hectáreas de bosque, conocidas como Zone Rouge, debido al peligro de que los millones proyectiles que cayeron y que no explotaron en su momento puedan hacerlo por accidente. El Département du Déminage (departamento de remoción de minas) estima que en las colinas y bosques alrededor de Verdún quedan todavía doce millones de obuses sin detonar.
Quizás uno de los reporteros que mejor describió aquel horror fue Agustí Calvet Gaziel, el enviado de La Vanguardia, que en su crónica escribió lo siguiente: "En una fosa yacen un montón de cadáveres. ¡Su visión es horrible! Los cuerpos están mutilados, vestidos con el uniforme militar hecho trizas, manchado de sangre, asqueroso. Los rostros aparecen contraídos por espasmos macabros de rabia y de dolor supremos. Algunos cuerpos están despedazados. En el montón hay miembros sueltos, descuajados del tronco [...]. Los circunstantes permanecen en un rudo mirar de infinita ternura ante los despojos horribles de sus hermanos, absortos, resignados, con los ojos encendidos por la santa esperanza de vengar su muerte".
Nota de dp: el triunfo fue de Francia
dp