viernes, 13 de septiembre de 2024

HAMBRUNA EN IRLANDA EN EL SIGLO XIX




HAMBRE Y REPRESIÓN EN EL SIGLO XIX:

La gran hambruna

 irlandesa, 

un desastre

 humanitario


A finales de 1845, una terrible plaga destruyó las plantaciones de patata de la isla en cuestión de semanas. La economía de las familias se desplomó, lo que, unido a la falta de ayuda por parte de Inglaterra, provocó la muerte de un millón de personas y la emigración de otro millón.

Por J. M. Sadu


Entre los años 1845 y 1849, durante la llamada Gran Hambruna, en inglés Great Famine o en irlandés An Gorta Mór, la población de Irlanda se vio sometida a una grave crisis alimentaria y sanitaria. Esta crisis, conocida fuera de Irlanda como la "hambruna de la patata" o la "hambruna irlandesa", tuvo como consecuencia que alrededor de un millón de personas perdiera la vida y otro millón se viera obligada a emigrar.

UNA PLAGA LETAL

Desde el siglo XII, Irlanda se encontraba bajo el dominio de Inglaterra, que trasladaba a la isla vecina a sus habitantes para que se establecieran como colonos. En el siglo XIV se impusieron las llamadas Normas de Kilkenny, por las que se prohibía, entre otras cosas, los matrimonios mixtos así como el uso del gaélico y las costumbres del país. El clero irlandés no podía acceder a ningún tipo de cargo y la población estaba totalmente marginada, hasta el punto de que convirtieron su religión (que era el catolicismo) en una forma de resistencia, ya que los ingleses eran protestantes. Las rebeliones se iban sucediendo, así como la represión. Oliver Cromwell, en el siglo XVII, ordenó la confiscación de tierras y otros bienes de los irlandeses que pasaron a manos de colonos ingleses. Aquella situación dio lugar a una política conocida como de "plantaciones", que consistía en despojar a los católicos irlandeses de grandes extensiones de tierras para entregárselas a los colonos ingleses y también a presbiterianos escoceses. Esa política iba acompañada también de una despótica imposición del idioma y las costumbres inglesas.

Los terratenientes ingleses eran los únicos que podían obtener beneficios de las tierras irlandesas, y esta situación continuó durante los siglos siguientes. En los terrenos se cultivaba principalmente el trigo y mientras que los cultivos de aquel cereal eran exportados directamente a Inglaterra, los campesinos irlandeses se abastecían única y exclusivamente de patatas y de leche. De repente, en el año 1845, en las plantaciones de patatas apareció una terrible plaga provocada por un hongo llamado tizón tardío (Phytophthora infestans), que se extendió rápidamente y afectó de manera fatídica a prácticamente todos los cultivos de este tubérculo, acabando con ellos. Por su parte, los cultivos de trigo seguían su ritmo normal y los terratenientes seguían exigiendo a los campesinos "sus" cosechas. El Parlamento inglés no tomó ninguna medida para ayudar al campesinado irlandés, por lo que la plaga siguió extendiéndose, los cultivos continuaron perdiéndose y la gente moría de hambre al no tener acceso a otro tipo de alimento.

CONDENADOS A MORIR

Antes de la llegada de los ingleses, y antes de que fueran forzados a mantener una dieta exclusivamente a base de patatas, la alimentación tradicional irlandesa se basaba en cereales, carne, lácteos, verdura y frutas, pero después tanto los cereales como el ganado salían diariamente de los puertos irlandeses hacia Inglaterra en grandes cantidades. De esa forma, Inglaterra se hizo con decenas de millones de cabezas de ganado de los productores irlandeses, y toneladas ingentes de harina, grano, carne, aves y productos lácteos. En Escocia se prohibieron las exportaciones de alimentos durante la crisis de la patata, y los ingleses enviaron a Irlanda 200.000 soldados para mantener la situación bajo control y evitar el levantamiento de la población.


Cuando los índices de mortalidad alcanzaron cifras muy elevadas, y el mundo entero estaba pendiente de Irlanda, la reina Victoria envió a la isla una ayuda de 2.000 libras, pero en cambio no permitió la ayuda que ofrecía del sultán otomano, que quería enviar 10.000 libras, y tampoco aceptó la llegada del barco Sorciére enviado por los Estados Unidos y cargado con toneladas de alimentos. Aquella situación tan dramática se convirtió en tragedia cuando al hambre se añadió el frío y la expulsión de sus casas de miles de familias que no podían pagar los alquileres a los arrendatarios ingleses. Se impuso un toque de queda para evitar una sublevación que podía ser castigada con penas de hasta tres años de cárcel o quince de destierro. De esa manera, miles de personas que quedaron a la intemperie fueron encarceladas o desterradas. El gobierno era consciente de la situación en Irlanda, pero los únicos que recibieron ayuda fueron los cuáqueros. El odio a los católicos era tal, que incluso el influyente ensayista británico Thomas Carlyle llegó a escribir: "Irlanda es como una rata medio muerta de hambre que cruza el camino de un elefante. ¿Qué debe hacer el elefante? Aplastarla, por los cielos, aplastarla".



"EL NUEVO MUNDO"

Fueron muchos los irlandeses que decidieron emigrar en vez de pasar hambre, aunque éstos también pusieron en gran riesgo sus vidas. En los conocidos como "barcos ataúdes", los traficantes de la época embarcaban a la mayor cantidad de pasajeros posible para realizar la travesía del Atlántico, proveyéndoles de la mínima cantidad de agua y comida. Tras varias semanas hacinados como animales, muchos morían durante el viaje; incluso algunos buques, debido al exceso de peso, se hundían antes de salir del puerto. Se calcula que un setenta por ciento de los irlandeses que iniciaba la travesía llegaba con vida a su destino final. De todos modos, los que lograban alcanzar el Nuevo Mundo tampoco lo tenían fácil: los recién llegados eran pobres, analfabetos y católicos devotos. Al llegar en grandes oleadas, la inmigración irlandesa fue percibida por muchos estadounidenses como una amenaza para su identidad nacional.


La vida cotidiana de los recién llegados estaba llena de dificultades: eran considerados vagos, sucios, violentos, machistas y alcohólicos. Muchas ofertas de empleo colgaban carteles que decían: "No Irish need apply" (irlandeses abstenerse), y los barrios donde se concentraba la inmigración irlandesa solían ser sinónimo de decadencia urbana, marginalidad y delincuencia. Sin embargo, con mucho trabajo, algunos lograron escapar de la pobreza y pasar a formar parte integral de la burguesía norteamericana, una oportunidad totalmente inexistente en su Irlanda natal. Allí, muchos de sus compatriotas morían en lugares como la Kilkenny Union Workhouse, una especie de centro de acogida construido a raíz de la promulgación de la Poor Law (ley de pobres) de 1834, con capacidad para 1.300 personas, donde se obligaba a los pobres a trabajar duramente y a mostrar una obediencia absoluta por un mísero plato de gachas.


Fuente: National Geographic https://historia.nationalgeographic.com.es/a/gran-hambruna-irlandesa-desastre-humanitario_15669



dp



1 comentario:

daniel pena dijo...

Muchas gracias Dany!! Beso enorme.
Laura Santagapita