martes, 24 de octubre de 2023

PASO EN EL ACTUAL BARRIO DE BELGRANO

 

EL HOTEL DE WATSON Y CUANDO BELGRANO FUE CAPITAL DE LA NACIÓN POR UN TIEMPO.




Thomas Watson era un inglés nacido en Londres en 1837. En busca de fortuna más allá de sus fronteras, se hizo a la mar en una goleta británica y arribó a nuestro país en la década del 60. Se estableció en el Pueblo de Belgrano, a cinco leguas de Buenos Aires, con la idea de convertirse en comerciante. Alrededor del 64 adquirió un lote en Lavalle y Riobamba (hoy Juramento y Vuelta de Obligado) muy bien ubicado y a pocos metros del Camino del Alto (Av. Cabildo) que en aquella época tenía mucho tráfico ya que era una de las dos carreteras que unía Buenos Aires con las regias quintas de San Isidro y San Fernando. Allí construyó el HOTEL DE WATSON, un edificio de dos pisos, con una recova con cuatro arcos en la planta baja, habitaciones en el fondo y primer piso y un mirador en la terraza en donde se podía disfrutar el five o´clock tea así como ver llegar las diligencias que ingresaban al pueblo por el Camino del Bajo.


En aquella época solo el Watson copaba la zona. La Iglesia Inmaculada Concepción (“La Redonda”) aún no existía, aunque ya se había publicado un decreto a los efectos de “dibujar las líneas del pueblo” y de “construir una nueva iglesia frente a la plaza”. En consecuencia, un 23 de diciembre de 1865, el ex gobernador y vecino de la zona, Dr. Valentín Alsina, colocó la piedra fundamental que dio comienzo a la construcción formal del templo. Hubo gran fanfarria y los asistentes comieron “carne con cuero”, según las crónicas de la época. Finalmente su colega, el presidente Nicolás Avellaneda, la dio por inaugurada un 8 de diciembre de 1878.


Inicialmente el Hotel de Watson fue un establecimiento simple, aunque se volvió elegante con el paso del tiempo. Watson, que le ponía mucho ímpetu a la gastronomía, contrató a Diego Gossart, un chef escocés responsable no solo de la cocina sino también de una brigada de mozos italianos que se dedicaban a la atención profesional del salón. Muy recordadas eran las Fiestas de Fin de Año, cuyo cubierto debía ser reservado con bastante anticipación. Estas cenas se sucedían en el parque, a la luz de las lámparas de gas y al amparo de los acordes de la orquesta, responsable de amenizar los fines de año más coquetos del barrio. En definitiva: todos querían hospedarse en el hotel de Mr. Watson, hecho que demostraron huéspedes ilustres como Domingo F Sarmiento, Bartolomé Mitre y el mismísimo presidente en ejercicio, don Nicolás Avellaneda. Este último le hizo los honores a mediados de 1880 época en la que pasó allí una temporada cuando, bajo su gestión, la capital de la nación se mudó al Pueblo de Belgrano.


Resulta que en aquella época la diferencia de poderes (político, social, económico…) entre Buenos Aires y el resto de las provincias tenía un contraste claramente desigual. Inclusive el gobierno nacional no contaba con un sitio geográfico propio y era más bien una suerte de “huésped” de la provincia. 






En consecuencia, comenzó a agitarse una disputa feroz por la federalización de la ciudad portuaria, que tuvo como protagonistas al gobernador Carlos Tejedor por un lado (que no quería perder su posibilidad de acceder al Sillón de Rivadavia) y al presidente Avellaneda por el otro. En junio de 1880 Tejedor comienza a flexionar músculo movilizando la milicia provincial hacia diferentes puntos neurálgicos de la ciudad, amenazando ciertamente con aislarla. Rápidamente Avellaneda corta por lo sano y “muda” todas las dependencias del gobierno al Pueblo de Belgrano (fuera de los límites de la ciudad) que se constituye así en una suerte de capital transitoria. Tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo se ubican en diferentes edificios de la zona al igual que el Congreso, quien comienza a sesionar en lo que hoy sería el Museo Histórico Sarmiento. De hecho, allí se sanciona el 21 de septiembre de 1880 la famosa Ley 1.029 que declara a la Ciudad de Buenos Aires como Capital Federal de la Nación. Por ende, las dependencias gubernamentales de la provincia pasan a manos de la ciudad de La Plata, formalmente inaugurada por el gobernador Dardo Rocha a fines del 82.


Luego de tanta agitación impensada Belgrano siguió desarrollándose, aunque siempre pareció querer conservar el status de barrio, debido quizás al espíritu impreso por las casas quintas y las coquetas mansiones que se fueron acomodando alrededor del Watson. Sin embargo, el declive del hotel se hizo inexorable y su cierre definitivo ocurrió hacia fines del siglo XIX. Prontamente la planta baja fue cedida a diferentes negocios comerciales y las habitaciones a viviendas y a consultorios. A fines de la década de 1960, cien años más tarde de su construcción, el edificio fue abandonado a su suerte e, inclusive, la planta alta demolida por seguridad. Décadas más tarde, piadosas manos privadas se enamoraron de esos viejos ladrillos y se animaron a rescatarlo del olvido, trabajando en una concienzuda restauración y puesta en valor. Allí funciona hoy en día la concesión de la confitería Casa Watson donde, si de repente la misa de diez se encuentra muy abarrotada y las chicharras le dan rienda suelta a su fastidio, siempre se puede degustar de un rico café al amparo de la vieja recova como en aquella época.



Por Pat Harrington, para el blog "300 AÑOS DE HOTELERIA EN ARGENTINA" ®. https://www.facebook.com/PatoHarrington



Fuente: Huellas Británicas en Argentina




dp






4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente!
Juan Manuel Basualdo

Anónimo dijo...

Siempre aprendo más. Hay límite de edad para iniciarse? Supongo que no.
Eduardo Ruben Florio

Anónimo dijo...

Me encantó conocer esta historia ! Muy buenos datos históricos.Gracias Marta Cassinera

Anónimo dijo...

Ecxelente