LA REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS DEL GRAL. SAN MARTÍN:
“LA OPOSICIÓN DE LA IGLESIA”
Giran en torno a la repatriación de los restos del General San Martín una serie de mitos y fantasías de toda índole. Una de ellas, que parece haber penetrado en el imaginario popular como una verdad revelada, tiene que ver con la supuesta oposición que habría puesto la autoridad eclesiástica para que los despojos del Gran Capitán encuentren su morada final en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires y no en el Cementerio del Norte (Recoleta) como el prócer había dispuesto en su testamento.
En la investigación que encaramos, probamos con el aporte de nuevos documentos, lo errado de esta afirmación y no solo la aceptación lisa, llana y sin condiciones por parte de la Iglesia, sino también el honor que representaba para aquella ser la depositaria de los ilustres restos.
Corría el año 1876, por entonces la cuestión de la repatriación era competencia de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, la misma entidad que otrora encaró con éxito la glorificación estatuaria del prócer en la Plaza de Marte (Plaza San Martín, en El Barrio de Retiro).
Una comisión especial formada en el seno de aquella, bajo la influencia de José Prudencio Guerrico, entendió que “se premiaba de una manera más digna y honrosa los méritos y servicios prestados a la República, por tan ínclito ciudadano, colocando sus cenizas dentro del recinto de la Iglesia Metropolitana de Buenos Aires, en vez de que lo fuera en el cementerio público” tal como surge del acta fechada el 18 de abril de dicho año.
En virtud de ello, José P. Guerrico y Santiago de Estrada, en representación de la Comisión municipal, se encargaron de cursar por escrito, con antelación, la mentada propuesta al Arzobispo de Buenos Aires León Federico Aneiros, siendo la antigua capilla bautisterio el espacio elegido por los solicitantes.
Veamos entonces, como fue el tratamiento de la cuestión por parte de la autoridad llamada a resolver, en este caso el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, a la luz del acta existente en el archivo de dicha Institución.
El documento en cuestión está fechado el 17 de abril de 1876, surge de aquel que siendo las diez de la mañana se reunieron los ocho integrantes de dicha institución para tratar únicamente lo atinente al destino de los restos del Gran Capitán, el mismo documento indica que el Cabildo autorizó por unanimidad la solicitud municipal, y que a las 10.15 hs. se levantó la sesión. La unanimidad y la brevedad del tiempo empleado en resolver (solo quince minutos) hablan a las claras de la absoluta ausencia de reparos, condicionamientos o polémica alguna sobre la cuestión.
Pero como si esto fuera poco, otro documento es aún más contundente, nos referimos a la nota mediante la cual, el canónigo de la Catedral Metropolitana Dr. Ángel Brid, en representación del Cabildo Eclesiástico comunicó la decisión al Arzobispo Aneiros, dicho documento en relación a la aceptación reza que el Cabildo “se ha expresado unánimemente conforme con el proyecto de dicha comisión en la precitada nota, mirando como una de las preeminencias y de las glorias de la iglesia metropolitana ser la depositaría de los restos de tan ilustre varón”.
Conceptos tales como “mirar como una de las glorias de la Iglesia Metropolitana ser la depositaria de los restos de tan Ilustre varón” indican a las claras el beneplácito con que la solicitud fue tomada y aceptada.
Como vimos, los documentos no dan espacio al debate y ponen en su justo lugar la posición tomada por las autoridades eclesiásticas ante el pedido municipal.
Más datos en “REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS DEL GENERAL SAN MARTÍN. Un largo viaje de 30 años”. . de Martín Francisco Blanco y Roberto Colimodio Galloso .
Nota aparte: Todo esto por pertenecer a la masonería. Tampoco pusieron objeciones por los restos del Gral. Tomas Guido (quien formó parte de las Logias Lautarianas de Buenos Aires, Chile y Peru. El 21/10/1825 se le otorga el grado 13 en Lima. En Brasil el Supremo Consejo le dió el grado 33 y en 1860 el Supremo Consejo Argentino lo inviste con el mismo grado) y el Gral. Juan G. de las Heras (quien formó parte de las Logias Lautarianas de Mendoza y la del Ejército de los Andes, Chile y Perú. En 1822 participó de la fundación de la Logia Orden y Libertad n°2 en Lima. Vicuña Mackenna refiere diversas anécdotas masónicas de Las Heras, redactadas por el propio general al historiador chileno.)
Fuente: Publicado por Miguel Angel Martínez
dp
1 comentario:
Es indudable la pertenencia de INACO a la masonería, se puede ser masón y ser Católico practicante, dado que la masonería, tiene en cuenta al ser en su parte espiritual y material, respeta todas las religiones y solo combate el dogma y el fanatismo. Hay una logia la Gral José de San Martin 384:. en CABA ,en la que difundimos la obra y pensamiento del Gral Don José de San Martin.
Marcelo Alejandro Guerra
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