viernes, 12 de agosto de 2016

REINVINDICACION DEL CAPITALISMO


Las mentiras que nos han dicho los ecologistas del mundo



Por VANESA VALLEJO


El argumento principal de los ecologistas tiene que ver con que, según ellos, el progreso económico guiado por el capitalismo llevará a la destrucción de la humanidad.

Muchas son las cosas que uno calla con la intención de ser prudente y no molestar a otros. A mí, por ejemplo, me hubiera encantado en alguna de las clases ecologistas de mi carrera, haber dicho con voz orgullosa: “Profesor, disculpe, pero creo que usted no ha entendido que los recursos naturales no se agotan”. No lo hice por muchas razones, entre ellas que todo el mundo me miraría raro. Sin embargo, ahora tengo la fortuna de poder explicar aquella idea. Por eso dedicaré esta columna a hablar de la mentira de los movimientos ecologistas.

El argumento principal de los ecologistas tiene que ver con que, según ellos, el progreso económico guiado por el capitalismo llevará a la destrucción de la humanidad en tanto que habrá un inminente agotamiento de los recursos naturales. Según los afiliados a estos grupos, la actividad humana y el modo de vida capitalista agotan los escasos y limitados recursos con los que contamos para vivir. Es sorprendente que después de cientos de demostraciones y años de avances tecnológicos aún haya gente con una visión malthusiana del mundo.

Thomas Malthus afirmaba que la capacidad de crecimiento de la población era mucho mayor que el ritmo al cual podían aumentar los recursos necesarios para la supervivencia de la raza humana. Por lo que de no haber obstáculos para el crecimiento de la población como guerras, pestes, o vicios y libertinaje, el mundo estaría condenado a la miseria. La idea de Malthus se haría cada vez más famosa y sería retomada luego por Keynes en Las consecuencias económicas de la paz, y después inspiraría el famoso libro Population Bomb de Paul Ehrlich que se convirtió en la biblia de diferentes movimientos ecologistas de los años 60.
Lo primero que los seguidores de Malthus parecen no entender es que los recursos naturales no son bienes en sí mismos, es la inteligencia del hombre lo que puede convertir un metal o un mineral en algo útil y deseado. Venezuela, por ejemplo, siempre ha sido territorio rico en petróleo, sin embargo, antes de que los españoles llegaran a esas tierras, los venezolanos lo utilizaban principalmente para fines medicinales, no era nada preciado ni importante. Fue la inteligencia del hombre la que convirtió al petróleo en un bien deseable. Solo hasta mediados del siglo XIX el líquido negro, que se usaba para encender lámparas y para algunos remedios caseros, se convierte en uno de los bienes más preciados de la humanidad y logra desplazar al carbón cuando la inteligencia del hombre descubre la posibilidad de usarlo como combustible.

William Jevons, el famoso economista inglés que contribuyó con sus aportes a la revolución marginalista, afirmaba que el carbón se iba a acabar por el uso indiscriminado que el hombre hacía de él, y lo mismo opinaba acerca del papel. Por lo que en su casa guardaba torres de hojas de papel, esperando volverse millonario algún día. Como todos sabrán, ni el carbón ni el papel son ahora bienes escasos. El hombre, con su inteligencia, logró utilizar otro tipo de combustibles como la gasolina y el gas. Y con respecto al papel, solo los inventores de la memoria USB y los computadores, lograron salvar cientos de árboles. Y tristemente para Jevons, pero afortunadamente para la humanidad, una hoja de papel en la actualidad no vale sino una pequeña fracción de lo que valía en los tiempos del economista.

El punto es que los ecologistas no logran entender que la acción humana y el capitalismo no acaban con los recursos, sino todo lo contrario: la actividad productiva del hombre y su inteligencia aumentan la oferta de recursos. Cuando a un “malvado” empresario capitalista se le ocurre una nueva forma de hacer funcionar vehículos con energía solar, ¿no aumenta la cantidad de petróleo disponible? Por supuesto que sí. Es por eso, que contrario a lo que creía Jevons, el precio del carbón no aumentó sino que disminuyó, alguien se inventó una nueva forma de utilizar petróleo como combustible y ahora el carbón está muy lejos de ser un bien escaso.

Los ecologistas, al igual que los marxistas con la riqueza, ven los recursos naturales como una tarta fija que se va acabando cada vez que alguien toma un pedazo. Resulta que tanto la riqueza como la cantidad de recursos disponibles aumenta con el actuar y la inteligencia del hombre. Contrario a lo que planteaba la teoría malthusiana, es claro que la humanidad en la actualidad vive muchísimo mejor que en épocas anteriores. Por supuesto que hay pobreza, pero gracias a la función empresarial y al capitalismo se ha reducido como nunca antes. En cambio, no sé qué sería de nosotros si les hubiéramos hecho caso a los ecologistas extremos que afirman que todo cambio es malo y que el capitalismo nos llevará a la destrucción total.

Y en este punto es válido preguntarse ¿por qué estos ecologistas extremos solo protestan contra el capitalismo? Es decir, no conozco a ningún grupo ecologista que dentro de sus reclamos saque a la luz lo ocurrido en Chernóbil, por ejemplo. O que hable de cómo el mar Aral se convirtió en un desierto tras la gestión de la Unión Soviética. La respuesta es sencilla y espero desarrollarla en una próxima columna, los ecologistas radicales no buscan la conservación del medio ambiente, sino la instauración de un nuevo modelo económico. No quieren cuidar la naturaleza, ríos y bosques, no, su verdadero objetivo es atacar al capitalismo presentándolo como un modelo económico que destruirá a la humanidad.

Los hechos son claros, el capitalismo ha logrado aumentar los recursos naturales que antes se consideraban escasos como el carbón, e inventos como los de la compañía Tesla, con sus carros eléctricos logrados gracias al capitalismo, hacen mucho más por el medio ambiente y por la humanidad que ideas absurdas como proponer frenar el avance tecnológico y vivir en un mudo hippie sin capitalismo. Mientras veo cómo “malvados” empresarios capitalistas inventan nuevos métodos para convertir el CO2 en acetato, seguiré esperando las protestas ecologistas por los desastres ambientales ocurridos en países socialistas.





dp



1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos los que están en contra del capitalismo, o ya son ricos o son unos resentidos llenos de odio, y difícilmente vas a ver a un pobre en su actuar, demostrar que esta en contra del capitalismo, porque la única vía que tiene el pobre para salir de la pobreza, es el capitalismo de otro, que le da trabajo.
Juan Perez