martes, 12 de agosto de 2014

PROYECTO PULPERIA

Una iniciativa contra el éxodo y el abandono de los pueblos de la provincia de Buenos Aires.

Muchos son los lugares marcados por el éxodo de sus habitantes y el abandono de sus edificios. A través de diferentes programas, la Asociación Civil Proyecto Pulpería se ha propuesto rescatar, defender y revalorizar “los pequeños pueblos de hasta 1500 habitantes, estaciones de trenes y almacenes de ramos generales que al día de hoy están en situación de olvido, de aislamiento y en peligro de desaparición en el mapa de la Provincia de Buenos Aires”.  
Entrevistamos al escritor entrerriano Leandro Vesco, fundador de Proyecto Pulpería.


¿Cómo nace Proyecto Pulpería? ¿Cómo describirías a los participantes activos de este proyecto?, ¿quiénes son?
Las personas que participan de nuestra ONG se pueden separar en muchos grupos, pero fundamentalmente, son aquellas personas interesadas en la recuperación de los pequeños pueblos. Tenemos colaboradores en gran parte de los 135 partidos de la Provincia, que nos acercan inquietudes de sus pueblos, nos piden que intervengamos en los mismos y a su vez, nos mandan material fotográfico y de las distintas actividades que se desarrollan en las comunidades. A través de los años, nuestra ONG ha ido desarrollando una red de pueblos interconectados que tienen entre sí un denominador común: el deseo de recuperar aquello perdido, el patrimonio, la actividad y el movimiento, social, cultural y económico. Allí es donde tenemos que enfocarnos en plantear un camino real hacia la recuperación. Las personas que siguen nuestra ONG son conscientes de esto, nos transmiten esto todos los días, y existe una sinergia en ese sentido. La principal tarea que nos planteamos es trabajar muy fuerte en todos los aspectos que tengan que ver con la recuperación de los pueblos y pulperías. Vemos, también, que existe una tendencia leve, pero notable, de que la gente se está posicionando en un lugar muy activo a favor de revertir la caída que han tenido los pequeños pueblos en estas últimas décadas. Cada vez que nosotros hacemos Campañas de Donación, vemos que la participación es más grande y amplia y esto debemos tomarlo como un cambio de actitud de los habitantes de los grandes centros urbanos hacia las comunidades rurales. Es claro que el concepto que manejamos encuentra especial concreción en las campañas: con poco podemos hacer mucho. Si todos los que acompañan nuestros espacios y todos los que se sienten identificados con nuestra actividad, si todos ponemos un elemento de las listas que hacemos públicas, entonces cada vez serán más pueblos y pulperías que iniciarán el camino hacia la revalorización.

¿Creés que la identidad de estos pueblos se conserva en sus estaciones y pulperías? ¿Por qué son lugares “identificatorios”?
La pulpería se estableció antes que nada, y antes que todo. Primero fueron las pulperías, postas en el camino que resultaron mojones no sólo de civilización, sino puestos de avanzada que establecían el límite entre lo conocido y nuestro Finisterre, la indomable pampa. Las pulperías se transformaron en parajes a través de los cuales muchas veces luego pasó el tren y después, gracias a ellas y de aquel, se originaron los pueblos. La pulpería fue el último rastro de humanidad en la inmensidad pampeana, y también –entre una pléyade de virtudes- hay que rescatar que en este espacio tan necesario, estuvieron bajo un mismo techo, diferentes clases sociales, estuvieron el peón rural, el gaucho, el soldado, el estanciero y el indio. Es necesario revalorizar este escenario inigualable que se logró en la pulpería. Antes que la identidad de los pueblos, la pulpería conlleva hacia nuestra más pura identidad como nación. Fueron las pulperías los establecimientos en donde se originaron no sólo nuestros pueblos, aquellos que hoy vemos en los mapas, sino que tuvieron una trascendente importancia, fueron ejes rectores de la vida social, económica, emocional, pero también cultural, ya que hay que saber que el mostrador no sólo se vendía alcohol, yerba y tabaco, sino que también allí se difundieron ejemplares de Martín Fierro y más adelante en el tiempo, en las pulperías se vendían las gacetas periodísticas. Fueron, pues, centros de enorme importancia cultural en escenarios muchas veces hostiles. Las estaciones de trenes, desde siempre, fueron la puerta grande los pueblos hacia “el mundo”, es decir, hacia otros pueblos, hacia la ciudad. Si la pulpería fue eje social y cultural, el tren significó la comunicación. Es simple: con la ausencia de estas dos instituciones, es imposible para un pueblo tener un presente activo y con movimiento.

¿Cuáles son los programas previstos para detener el éxodo y el abandono?
Es necesario establecer conceptos que se posicionen como anclas para que los habitantes no deban irse de sus pueblos. Desde nuestra ONG pensamos que los libros son eso. Los libros tienen un efecto contenedor incomparable, ya sin uso en las grandes ciudades, los libros se resignifican en los pequeños pueblos, allí vuelven a ser de utilidad, y conforman la plataforma ideal para la formación y también para el entretenimiento. Nuestras Bibliotecas Comunitarias están pensadas como centros de divulgación cultural, pero también de contención e inclusión, pues no sólo llevamos libros sino también material tecnológico con contenidos educativos. Son espacios integrales con un área dedicado a lo audiovisual, es decir, un lugar vivo con múltiples posibilidades formativas. Nuestras Bibliotecas son administradas por los propios pobladores, obligándolos a cuidarlas, logrando un vínculo especial con ellas. No es igual un pueblo con Biblioteca que un pueblo sin ella. Ante la presencia de los libros, y todo lo que ellos significan, se crea un punto más de interés en esa población. Las Bibliotecas Comunitarias son anclas, hacen que los habitantes de las pequeñas comunidades tengan un motivo para quedarse en ellas. También, como en el caso de nuestra actual Campaña Gascón 2014, ponemos en marcha nuestro Programa Asistencial, y con él ponemos en valor la pulpería de Gascón, centro de reunión por excelencia del pueblo, allí es donde se reúnen los pobladores y también es el lugar en donde los visitantes del pueblo pueden ir a tomar un refresco y comer algo. La pulpería en Gascón conserva el espíritu de lo que fue en su momento un establecimiento de estas características. Su restauración es un hecho de enorme importancia, ya que le permite al pueblo tener nuevamente su pulpería en buenas condiciones. Gascón es para Proyecto Pulpería la materialización de su concepto: Biblioteca + Pulpería: dos centros sociales y culturales que son hitos fundamentales en la vida de los pueblos.

En relación a los habitantes de estos pueblos, a los que se quedan: ¿Cómo viven el éxodo y el abandono? (¿Recordás algún dicho o frase?) ¿Qué sentidos nuevos del lugar circulan entre ellos?
El éxodo es una realidad que se viene sintiendo desde hace muchas décadas en los pueblos, se vive como un hecho fatal, cotidiano y ordinario, en ese orden. Sucede todos los meses. La caída de los ramales, el progreso de la agricultura y el ciclo de la vida misma de los niños que al terminar la primaria deben emigrar a las ciudades cabeceras, y con ellas, las familias que por fuerza mayor dejan sus casas en los pueblos para posiblemente nunca más volver. El éxodo es real y todavía hoy es un problema, pero también, es una realidad que hay que aceptar y tratar de cambiar. Muchos pueblos, lo hemos visto en nuestros viajes, han terminado con este ciclo negativo. Hay parajes en donde ya no se van habitantes, y es allí en donde se crea el nacimiento de la recuperación. Cuando los propios pobladores se resisten a irse de sus lugares en el mundo, y permanecen allí a pesar de todo y de todos. Cuando el éxodo se detiene, nace inmediatamente la idea de recuperación. Allí es donde debemos trabajar, rescatando esa energía comunitaria para volverla lo suficientemente real y fuerte como para transformarla en un proceso de crecimiento positivo. La frase que más oímos es simple y determinante: “Para qué voy a querer irme de este pueblo si acá soy feliz”. Ante eso, sólo hay buenas perspectivas. La felicidad de un hombre no tiene enemigos ni obstáculos. Proyecto Pulpería trabaja dentro de estos parámetros.

En relación a los simples observadores de las fotos de Proyecto Pulpería y a los turistas que recorren los lugares señalados: ¿Qué sentidos de esos lugares creés que se les escapan?, ¿qué nuevos sentidos le suman a ellos?, ¿qué cosas no logran ver?, ¿qué ven que los habitantes no ven?
Primero hay que establecer una diferenciación. Hay dos clases de pueblos: aquellos cercanos a la CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y los que están alejados. Los primeros no son tenidos en cuenta por nuestra ONG porque se hallan inmersos en una realidad absolutamente diferente de aquellos que están en lo profundo de nuestro mapa. Los pueblos cercanos a la CABA están contaminados por el turismo gastronómico de fin de semana. No estamos en contra de esto, pero entendemos que estos pueblos tienen muchas y muy amplias posibilidades de desarrollo y por alguna razón propia de la intervención masiva de turistas de fin de semana, la identidad de la localidad se enturbia. Proyecto Pulpería trabaja en la segunda porción de pueblos, los que están alejados y verdaderamente postergados, aunque esto no significa que no tengan belleza. La gente que visita esta clase de pueblos tiene una concepción diferente, sabe a dónde va y se integra a la vida pueblerina. En ese sentido, esta gente logra ver el movimiento comunitario, la esencia del pueblo y la vida rural, sentir la tranquilidad. Acaso lo más positivo sea que los visitantes –no me gusta usar la palabra turista para este segundo grupo de personas- aportan movimiento al pueblo, y logran hacer realidad el deseo de los pobladores de pensar que su pueblo es atractivo para “el otro”. El saberse visitables, atractivas, les hace realmente bien a estas pequeñas localidades. El visitante de pueblo ve la paz, la tranquilidad, la comodidad de abandonarse a uno mismo y en dejarse llevar por el tiempo, sin preocupaciones. Los habitantes de los pueblos ven todo, en todo momento. Sus vidas allí tienen un fundamento, un sustento. La vida en los pueblos es sencilla y compleja a la vez, pero más feliz que la existencia urbana, en donde la incomunicación es el eje de las relaciones.


¿Crées que estos lugares conservan la promesa de otros modos de vida, que guardan otras posibilidades que habría que experimentar? ¿Por qué?
Estos lugares son la alternativa porque dentro de estas pequeñas comunidades se hallan inalterables los valores que han hecho del ser humano una criatura bella: la amistad, la confianza, la solidaridad, la comunicación, el trabajo. Valores que, acaso, se hayan perdido para siempre en los grandes centros urbanos. En la ruralidad, la vida se desarrolla basada en un concepto muy humano del tiempo. El tiempo no corre al hombre, lo acompaña, transitan juntos el día. La jornada se divide en muchos hitos horarios que están perdidos para el hombre de la gran ciudad. Se respeta el derecho al descanso y al goce, se honra con compromiso y sin miedos al trabajo. La vida de pueblo es opuesta a la vida de ciudad. En el pueblo se experimenta la vida en su estado puro. En la ciudad, la vida necesita de muchas máscaras para desarrollarse.

¿Quiénes –y qué cosas- se salvarían si estos lugares son rescatados del abandono?
Acaso habría que formular la pregunta de otra manera: ¿por qué hay que revalorizar los pequeños pueblos? Pues porque en ellos está el futuro. La globalización ha mostrado lo mejor y lo peor de su mecanismo, pero como sistema se halla en una crisis terminal. Creemos que el siglo XXI será regional. Lo pequeño tendrá más importancia que lo grande, ya que lo macro ha colapsado. Las grandes ciudades son un territorio hostil para la vida y los sueños propios de todos los hombres. En la metrópolis la calidad de vida ha desaparecido, se vive en condiciones indignas, impropias para que la felicidad nazca y se reproduzca. La vida urbana está agotada y ese camino será sólo transitado por personas que carezcan de deseos de progresar en sus vidas. Lo micro, lo pequeño engrandece al ser humano. Allí en donde un hombre se pueda comunicar físicamente con otro hombre, allí está el futuro. Esto, sólo se puede dar en los pequeños pueblos.


¿Creés que hay algo de  “nostalgia” en los participantes del proyecto Pulpería? ¿Te has sentido compelido, en algún momento de tu trayectoria en este proyecto, a trabajar tu propia sensación de nostalgia?, ¿cómo ha sido el proceso?
Proyecto Pulpería es una idea y concepto que creé en el año 2007. Fundé la ONG y presido la misma porque entiendo que lo que tanto defiendo es el camino que hay que promover para que las futuras generaciones sobrevivan al caos de esta era virtual. La globalización ha mostrado todas sus máscaras y mucho más que esto no puede ofrecer, nos dejó herramientas útiles, pero también, un mundo sin identidad y en estado de crisis permanente. El único camino posible es volver a lo regional, a lo pequeño, pero con las herramientas del siglo XXI, en ámbitos en donde se conservan los valores de los siglos XIX y XX. La nostalgia quizás sea la primera fuerza que se manifiesta antes del cambio. Es un impulso poderoso si sólo la dejamos crecer lo necesario, sólo como si fuera un envión que nos posibilite el regreso a estas comunidades que hoy sobreviven con dignidad el paso de los años. Personalmente no puedo sentir nostalgia por algo que no viví, sólo siento un compromiso y una misión para hacer todo lo posible por revalorizar todos estos pequeños pueblos que forjaron el país grande que alguna vez tuvimos. El silencio y la tranquilidad, el trabajo y los proyectos, todo esto tiene un sentido mayor en las pequeñas comunidades, es allí en donde el hombre hallará la felicidad.

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Fuente:
Reportaje efectuado por Andrés Villar

dp

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Daniel: Recién termino de leer tu artículo sobre la puesta en valor de las pulpería, como espacio de reunión y centro
vital en pueblos de 1500 habitantes. Es excelente, y también hermosas las fotos. Hace unos días anduve por la patagonia, y a lo largo de la ruta vas encontrándote con pequeños pueblitos casi perdidos, los cuales AMO. Muy buen artículo, felicitaciones.
Además ví el anuncio de las actividades sobre San Martín y quiero hacerte una consulta. Estoy haciendo una monografía para la facu (Materia Historia Argentina I - tema libre) y yo elegí "La desobediencia de San Martín al Directorio". Tengo que comparar distintas miradas historiográficas. Tengo material de Mitre y V.F.López, la correspondencia y órdenes reservadas de Pueyrredón y un par de libros mas. Tendrás algun otro material para recomendarme ? - Tengo que entregarla la semana próxima. Gracias y nuevamente felicitaciones por el artículo.
Silvia. Argentina

Unknown dijo...

Me gustó mucho el proyecto me gustaría ser parte de la repoblación de algún pueblo.gracias

Anónimo dijo...

Las pulperías, algo tan típico en la Pcia de Buenos Aires y que ha ido en vías de desaparición para dar lugar a los auto service de las rutas, que son frios e impersonales, y con comida de cuarta. Celebro este proyecto.
Marta S. Molina