lunes, 16 de diciembre de 2024

EL ULTIMO DUELO




El último duelo de espada en Francia se libró en 1967 y se convirtió en un evento memorable y peculiar en la historia del país.



Este enfrentamiento tuvo lugar entre Gaston Defferre, el alcalde de Marsella, y René Ribière, quien era candidato del Partido Socialista a la presidencia. El contexto de este duelo se originó tras un acalorado enfrentamiento en la Asamblea Nacional, donde las tensiones políticas alcanzaron un punto álgido. Durante una sesión, Defferre, en un arrebato de frustración, le espetó a Ribière un insulto directo: "¡Cállate, imbécil!", lo que desató una serie de acontecimientos que culminarían en el desafío a un duelo.

Ambos hombres decidieron resolver sus diferencias de una manera que evoca tiempos pasados, eligiendo las espadas como sus armas. Este tipo de resolución de conflictos, aunque anacrónico para la época, refleja una tradición histórica en Francia donde los duelos eran considerados una forma legítima de restaurar el honor. El duelo se llevó a cabo en los jardines de una mansión en Neuilly-sur-Seine, un suburbio de París, y fue presenciado por varios periodistas que estaban allí para documentar este inusual evento.

La escena del duelo fue casi surrealista; Defferre y Ribière se enfrentaron con espadas afiladas, y el clima era primaveral. Sin embargo, el tono del duelo no fue tan solemne como podría esperarse. Defferre tenía la intención de herir a su oponente de tal manera que arruinara su inminente noche de bodas, lo cual añade un elemento casi cómico a la seriedad del evento. A pesar de las reglas que podrían haber existido en otros tiempos para los duelos, este enfrentamiento fue más un espectáculo que una lucha por la vida o la muerte.

A medida que avanzaba el combate, Ribière fue herido en el brazo, lo que llevó al árbitro del duelo a intervenir y poner fin al enfrentamiento antes de que las cosas pudieran escalar aún más. Aunque no hubo muertes ni lesiones graves, este duelo marcó el final de una era en la que tales actos eran considerados honorables. La intervención del presidente Charles de Gaulle también subrayó la incredulidad ante la situación; él envió emisarios para intentar cancelar el duelo sin éxito.

Este evento no solo es recordado por su naturaleza casi teatral, sino también porque simboliza un cambio cultural en Francia. A medida que la sociedad avanzaba hacia una mayor civilidad y menos violencia física como medio para resolver disputas, este duelo se convirtió en una curiosidad histórica. La historia del último duelo con espadas es un recordatorio fascinante de cómo las normas sociales han evolucionado y cómo los conflictos políticos pueden manifestarse de maneras inesperadas y dramáticas.


Fuente: https://es.quora.com


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domingo, 15 de diciembre de 2024

ARMAS PSIQUICAS




LOS ARSENALES GUARDAN ARMAS MUCHO MAS PODEROSAS QUE LAS BOMBAS NUCLEARES


Las armas psíquicas que todas las grandes potencias poseen, aunque nadie habla de ello


En 2022 publicamos este artículo con el título “Todas las grandes potencias conocen las armas psíquicas y las utilizan contra la población”. Por su interés y vigencia hemos considerado rescatarlo del archivo, actualizarlo y ofrecerlo nuevamente a los lectores.


Por MAGDALENA DEL AMO 




“La mayor astucia del Diablo es hacer creer que no existe”. La conocida frase del poeta Charles Baudelaire solía repetirla Alexandre de Marenches, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Francia (SDECE) durante las legislaturas de Georges Pompidou y Giscard d’Estaing; asesor de Ronald Reagan y cofundador durante el gobierno de George Bush del Safari Club, un proyecto de cooperación de los servicios secretos de varios países. ¿Por qué Marenches hacía uso de esta frase? La sentencia es extrapolable a todo aquello que el siniestro Poder en la sombra que domina el mundo oculta a la humanidad, con el objeto de mantenerla sumida en la ignorancia, y así trabajar con total impunidad en proyectos lesivos que, oficialmente, “no existen”.

El desconocimiento de la realidad y la credulidad ciega en quien no merece nuestra confianza nos hace vulnerables y nos convierte en presa fácil a merced de los depredadores. La situación distópica de hoy es consecuencia de esta circunstancia. Por eso estamos viviendo momentos de incertidumbre, de miedo, de inversión de valores y de psicosis colectiva, sin entender el porqué. Pero lo cierto es que nadie sabe qué ocurrirá mañana, excepto “ellos”. Aunque no creo que, al final, les salgan las cuentas como esperan. ¡Esto no ha terminado y estamos en pie!

Se está librando una gran guerra mental y espiritual, pero la humanidad aún no es consciente de ello. ¡A pesar de las señales!

Los programas de dominio nos asustan con los virus, la economía, la energía y el cambio climático, diseñados ad hoc por los psicópatas que dirigen el mundo. La solución, por tanto, no puede provenir de los creadores del caos. En realidad, por extraño que parezca, la clave está en los ciudadanos. Sí, en nosotros, en el desarrollo de nuestra conciencia. Esto no tendrá solución si no caemos en la cuenta de que en este presente que nos ha tocado vivir, se está librando una guerra espiritual, psíquica, mental. Hay muchos indicios que apuntan a ello. Otra cosa es que desarrollemos la perspicacia suficiente para descorrer el velo y la valentía para afrontarlo.

El citado Alexandre de Marenches, en posesión de información privilegiada y conocedor de los programas en los que diferentes servicios secretos –su especialidad— estaban trabajando, aseguraba en 1988 que se estaba librando la Tercera Guerra Mundial, en la que aparte de las clásicas armas al uso: subversivas, psicológicas, ideológicas o climáticas, capaces estas últimas de crear a voluntad sequías, terremotos, ciclones o inundaciones a fin de desestabilizar el mercado de alimentos y castigar a naciones enteras –eso decía ya entonces—, aludía a la guerra psíquica, a la que calificaba de terrorífica, capaz de contaminar mentalmente a grandes estratos de la población.

¿Y por qué al ciudadano no se le cuenta esto?, se preguntan los ingenuos. La respuesta es obvia: porque las armas psíquicas son para utilizarlas contra la humanidad, como de hecho ya se está haciendo de manera amplificada con ayuda de la nanotecnología y la geoingeniería. En este campo, lo físico y lo psíquico se yuxtaponen y complementan. Lástima que sea para el mal.


La sociedad conoce los fusiles, las metralletas, las bombas, los misiles e incluso el napalm, pero desconoce todo sobre estos cañones de nuevo cuño, invisibles e intangibles, que aparentemente “no existen”, creados a base de algo que “tampoco existe”, relacionado directamente con nuestro cerebro y nuestra mente, expresado como “habilidades PSI”, es decir, clarividencia, precognición, telequinesia, telepatía, poder mental, y otras cualidades que escapan a la comprensión de nuestro universo tridimensional y a la lógica humana. Por eso a los grandes poderes les ha resultado tan fácil ridiculizar estas potencialidades y ocultarlas.

Los fenómenos extraños, el mundo del misterio, de lo inexplicado, de los ovnis, de la parapsicología, de lo no tangible, de lo insólito y de lo invisible es catalogado por  la ciencia oficial positivista como meros delirios mentales de personas desequilibradas, superchería, superstición, propio de personas poco desarrolladas e intelectos escasamente cultivados. Sin embargo, la  ciencia avanzada, cuyos descubrimientos se mantienen ocultos al gran público y a los propios científicos de a pie, dista mucho de este pensamiento.


Hace mucho tiempo que la gran ciencia conoce la realidad de estos fenómenos, y ha aprendido a reproducirlos, no para beneficio del ser humano, sino con fines de control, militares y bélicos. Eso sí, invirtiendo, a la par, cantidades ingentes de dinero público en propaganda y estrategias para que el pueblo siga creyendo que se trata de puro folclore y se avergüence incluso de hablar de ello o de contar vivencias personales en este campo. Los medios de comunicación han hecho mucho daño en este sentido.

El viejo sueño de unos y el temor de otros se está cumpliendo a los ojos de todos. El robot humano transhumanista es casi un hecho. El físico y experto en sociedades secretas y proyectos de control humano, Jacques Bergier decía: “… la posibilidad de dominar el mundo por medios psíquicos es un peligro mucho mayor que todos los que ha conocido la humanidad”. Y advertía a los gobiernos sobre ciertas armas que algunos científicos escondían, mucho más peligrosas que las bombas atómicas. En efecto, estaba hablando de las armas psíquicoespirituales.

A lo largo de las últimas décadas del siglo pasado se han ido filtrando documentos sobre el estudio de la parapsicología con fines militares. En plena Guerra Fría, el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja de Estados Unidos aseguraba que las potencias que más invirtiesen en el estudio de la parapsicología aplicada y que primero desarrollasen esas técnicas no convencionales obtendrían una ventaja frente a otras.

Con el fin de investigar las posibilidades de las facultades paranormales, como las enumeradas: telepatía, telequinesia, clarividencia y otras, el gobierno de Estados Unidos creó el Proyecto Stargate. De paso, el programa servía de pantalla para la justificación de fondos que se estaban desviando a otros “menesteres” al margen de la ley. Secretamente, se estaba experimentando con microondas y ELF sobre los cerebros de personas aisladas y capas de población, y otros programas ilegales de manipulación y control bajo la denominación de MK-Ultra y sus subprogramas, entre ellos el “Control Intracerebral Radio Hipnótico” (RHIC, por sus siglas en inglés) y el “Disolución Electrónica de la Memoria” (EDOM, por sus siglas en inglés). Estos experimentos consistían en borrado de memoria, inserción de historias no vividas, estimulación eléctrica del cerebro, bombardeos de microondas y ultrasonidos y modificación de la conducta sexual y social.

En 2017 la CIA liberó miles de documentos sobre el tema, aparte de los que se habían desclasificado anteriormente, en virtud del Acta de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés). Esta información ayuda a comprender la dinámica actual de los campos electromagnéticos en todo el planeta y el internet de las cosas, máxime si adicionamos el complemento de ciertos adyuvantes de las inoculaciones –prohibido nombrar esto—, cuyo fin es la interacción y modificación de los circuitos neuronales, implantar pensamientos e historias ficticias y borrado de recuerdos. Es decir, los experimentos llevados a cabo en EE. UU. y otras potencias –por lo cual el jefe de la CIA tuvo que declarar ante el Senado— se están poniendo en práctica con toda la población. Pero estas armas no están censadas y, por tanto, no se necesita licencia para operar con ellas, ni existe ningún tipo de normativa internacional, porque “no existen”.



Alemania empezó la investigación psíquica mucho antes que Estados Unidos. Hitler era un forofo de esta temática y el Tercer Reich realizó numerosas investigaciones, así como búsquedas de objetos de poder, como el santo Grial, creación de prototipos ovni, o canalizaciones con otros planos. Debido a los aciertos de un vidente del führer sobre la guerra, Rusia profundizó en las investigaciones en este campo. De hecho, los rusos siempre estuvieron por delante de los estadounidenses, reconocido por ellos mismos en un documento secreto de la CIA.

El hecho quedó demostrado en el experimento internacional Kosmos Ziemia, que consistía en la comunicación telepática de psíquicos de todo el mundo con el astronauta Edgar Mitchel desde el Apolo 14. El ruso Avtandil Lomsadze fue el telépata mejor dotado. El informe sobre este experimento es muy detallado e interesante.

En 1954, los rusos ya estaban muy avanzados en el espectro de estas capacidades humanas. En el laboratorio secreto Academiah, próximo a la ciudad de Novosivirsk, científicos y unidades especiales de la KGB trabajaron activamente durante años en la investigación psíquica y avanzaron en la dermoóptica –en la que el desaparecido Jacobo Grinberg era un experto—, en la visión remota y en lo que más tarde se denominaría radiónica o actuación a distancia sobre la materia. También se hicieron ensayos con armas psíquicas para bloquear sistemas de radar. (En otra ocasión hablaré de la implicación de Andrija Puharich y un grupo de psíquicos, entre ellos Uri Geller, en la Operación Entebbe, para rescatar a los rehenes en el aeropuerto de Uganda, en 1976. Una misión llevada a cabo por las Fuerzas de Defensa de Israel, siguiendo las instrucciones del Mossad).

Y anterior a todo esto, en 1882, el físico William Barrett y otros eruditos de la Universidad de Cambridge habían fundado la Society for Psychical Research (Sociedad para la investigación psíquica), al que también perteneció el médico y fisiólogo, premio Nobel de medicina, Charles Richet, autor del famoso Tratado de Metapsíquica. Algo que se inició para descubrir las potencialidades del ser humano y utilizarlas para su evolución y desarrollo, se convirtió en un arma peligrosa en manos de los oscuros manipuladores del mundo.

Paradójicamente, mientras la ciencia oficial sigue catalogando el estudio y conocimiento de estas cualidades humanas como seudociencias, la  ciencia avanzada –que nunca dice todo lo que sabe— y los servicios secretos de las principales potencias, en conjunto con los organismos al servicio de la Defensa de los Estados respectivos, no solo conocen su realidad, sino que las utilizan como armas de guerra. Y esto es lo realmente grave.

“El único poder verdadero es el del espíritu sobre el espíritu”, decía John Buchan, seudónimo del prolífico escritor británico Lord Tweedsmuir, gobernador general de Canadá. Lo decía desde su visión objetiva sobre las guerras, su dilatada experiencia política y su visión del mundo.

Hablamos de guerra mental o psíquica y espiritual porque lo mental afecta a lo espiritual; todo forma un conjunto que debe estar conectado y en armonía. Estas armas no solo pueden destruir los átomos materiales de los que está formado nuestro cuerpo físico, sino producir desajustes vibracionales en los niveles atómicos más sutiles y romper el “puente” que une el alma con nuestros cuerpos inferiores, convirtiéndonos en meros “cascarones” vacíos, zombis, muertos en vida. Por eso es tan importante mantenernos conscientes y cultivar nuestra parte divina.

Muchas veces me preguntan si quienes nos dominan en estos tiempos de distopía y se apoderan de nuestras mentes, podrían también arrebatarnos el alma. Estoy lejos de conocer la verdad última, pero puedo asegurar que NO, aunque sería muy largo argüir ahora las razones. Ahora bien, hoy más que nunca, sabiendo que están al acecho –tanto los humanos como los extrahumanos—, tenemos que estar alertas, cultivar y cuidar el alma, como nuestro gran tesoro; el bien más preciado que tenemos.


Fuente: https://www.periodistadigital.com/politica/opinion/20241212/armas-psiquicas-grandes-potencias-poseen-nadie-habla-noticia-689405043876/


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viernes, 13 de diciembre de 2024

LA ORDEN DEL TEMPLE NUNCA FUE SUPRIMIDA

 


Los resultados de una investigación histórica


Publicación de Eduardo R. Callaey



La Accademia Templare-Templar Academy ha informado recientemente acerca de una investigación histórica que concluye que la disolución de la Orden del Temple nunca se formalizó jurídicamente. Según los hallazgos de esta investigación, la bula papal Vox in excelso, emitida en 1312 y tradicionalmente considerada como el documento que oficializó la supresión de los templarios, carece de validez legal. Esto se debe a que no se ha encontrado ningún original de dicha bula en los archivos europeos, incluyendo el Archivo Apostólico Vaticano, lo que sugiere que podría no haber sido promulgada formalmente.



La investigación se basa en un análisis exhaustivo de fuentes históricas, filológicas y jurídicas. Los resultados indican que la Orden del Temple no fue suprimida legalmente, sino que más bien se extinguió con el tiempo debido a la falta de recursos y a la integración de sus miembros en otras órdenes religiosas y militares, como la Orden de Cristo en Portugal, la de Montesa en Aragón, la Orden Teutónica en Europa Central y la Orden de los Hospitalarios en Inglaterra.



Estos hallazgos aportan una nueva perspectiva sobre la historia de los templarios y cuestionan la narrativa tradicional de su disolución, abriendo la puerta a futuras investigaciones y debates académicos sobre la legitimidad de la supresión de la Orden del Temple. A continuación la traducción del documento emitido por la Academia Templaria de Roma con la firma de su Rector, el Ing, Filippo Grammauta





LA ORDEN DEL TEMPLE JURÍDICAMENTE NUNCA FUE SUPRIMIDA


Los resultados de una investigación histórica




En septiembre de 2024, tras tres años de trabajo del Centro Internacional de Estudios Templarios de Salzburgo, con el aporte de la Accademia Templare-Templar Academy de Roma, se completó una investigación histórica que constituyó la base de la tesis doctoral de la investigadora Sophie Kirchgasser. Dicha investigación confirmó que no existe ningún original del documento Vox in excelso, con el cual se habría suprimido la Orden del Temple, en los archivos europeos, ni siquiera en el Archivo Apostólico Vaticano. Este documento tampoco figura en el Regestum de Clemente V, una obra encargada por León XII y publicada entre 1885 y 1892 en diez volúmenes que contienen cerca de 20.000 bulas, privilegios y recomendaciones firmadas por Clemente V durante sus nueve años de pontificado.



Como lo demuestra esta bien fundamentada investigación académica, podemos afirmar de manera definitiva que la Orden del Temple no fue disuelta legalmente, ya que la "posible" decisión de su disolución carece de validez jurídica. Esta afirmación innovadora se basa en una gran cantidad de pruebas históricas, filológicas y legales que han sido descubiertas y analizadas científicamente por primera vez en el marco de esta investigación académica. Pero, vayamos por partes.



Al amanecer del 13 de octubre de 1307, todos los templarios presentes en Francia fueron arrestados arbitrariamente por orden del rey Felipe IV, conocido como "el Hermoso". Aproximadamente un mes después de esta iniciativa ilegal, el papa Clemente V, en lugar de intervenir en defensa de los templarios, emitió el 22 de noviembre de 1307 la bula Pastoralis praeminentiae, en la cual ordenaba a todos los soberanos de la cristiandad que arrestaran a los templarios presentes en sus territorios y pusieran sus bienes bajo el control de la Iglesia de Roma. Con esta acción, se puso en marcha una terrible maquinaria de guerra que ni siquiera él fue capaz de detener en los pocos casos en que intentó oponerse a la voluntad del rey de Francia, quien tenía un fuerte interés en destruir la Orden y apoderarse directa o indirectamente de sus bienes. Incluso, en agosto de 1308, Clemente V emitió una serie de bulas en las que convocaba un concilio, a celebrarse en Vienne a partir del 1 de octubre de 1310, para debatir sobre el destino que debía asignarse a la Orden del Temple.



Debido a los retrasos acumulados en las investigaciones realizadas por las comisiones nacionales designadas por el papa, cuyos resultados debían ser enviados a Vienne para ser examinados por los padres conciliares, dicho concilio se inauguró de facto el 16 de octubre de 1311. Este no fue en absoluto ecuménico y, durante toda la primera sesión, no se alcanzó ningún resultado, en parte porque entre los padres conciliares se consolidaba cada vez más la postura de quienes querían permitir a los templarios la posibilidad de defenderse. Sin embargo, esto habría puesto en grave riesgo el plan de aniquilación de la Orden.



Así, el 22 de marzo de 1312, en un acto de fuerza fuertemente impulsado por el rey de Francia, Clemente V firmó el documento conocido como Vox in excelso, que fue leído públicamente a los padres conciliares el 3 de abril de 1312. En este documento, se declaraba la supresión de la Orden del Temple y se amenazaba con excomunión inmediata a cualquiera que, en el futuro, se declarara templario o se vistiera o comportara como tal. Este último hecho está documentado en la crónica oficial de un participante en el concilio, Walter de Guisborough, quien relata con gran precisión que, durante el concilio, cuando se debía decidir sobre la cuestión de los templarios, un clérigo se levantó y anunció a todos que iba a leer una "decisión" sobre la Orden y que ninguno de los presentes estaba autorizado a hablar, ya que de hacerlo sería excomulgado inmediatamente. Guisborough sostiene, por tanto, que el concilio no ratificó la decisión, pues ninguno de los presentes estaba autorizado a hablar. Esto contradice la afirmación contenida en la Vox in excelso, donde se declara que la Orden fue disuelta "concilio approbante" ("con la aprobación del concilio"), lo que además contrasta con otra frase del mismo documento que indica que la supresión de la Orden no se realizó "con sentencia definitiva", sino mediante un "acto o disposición de la sede apostólica".



El 2 de mayo siguiente, el papa emitió una nueva bula, Ad providam Christi vicarii, mediante la cual todos los bienes de los templarios fueron asignados a los hospitalarios, con excepción de aquellos ubicados en Castilla, Aragón, Portugal y Mallorca, que quedaron provisionalmente bajo disposición de la Sede Apostólica. En los preámbulos de dicha bula se detalla ampliamente los acontecimientos que llevaron a la supresión de la Orden del Temple, tal como ya se mencionaba en la bula Vox in excelso. Poco después, se emitieron otras dos bulas relacionadas con los templarios: la Considerantes dudum del 6 de mayo de 1312, que establecía los criterios a seguir respecto a los templarios tras la disolución de su Orden, y la Nuper in generali concilio del 16 de mayo de 1312, que proporcionaba las instrucciones para el traspaso de los bienes templarios a los hospitalarios.





Concluidos los trabajos del concilio de Vienne (cuya fecha exacta de cierre se desconoce, aunque se sabe que Clemente V abandonó Vienne el 11 de mayo de 1312), el papa ordenó que varios documentos finales sobre temas tratados por los padres conciliares fueran corregidos y organizados tanto en forma como en contenido, entre los cuales no se incluyó la bula Vox in excelso, que nunca fue promulgada. Tras la muerte de Clemente V, ocurrida el 20 de abril de 1314, su sucesor, Juan XXII (Jacques-Arnaud Duèze, 1244-1334), quien tuvo un papel activo en el concilio, aunque no en favor de los templarios, también corrigió, ordenó y promulgó otras bulas y constituciones relacionadas con la reforma de la Iglesia discutidas por los padres conciliares. Sin embargo, nuevamente se excluyó la bula Vox in excelso, cuyo conocimiento se perdió por completo. Como consecuencia, en los años posteriores, la supresión de la Orden del Temple se atribuyó a la bula Ad providam Christi vicarii, que en sus preámbulos detalla ampliamente los acontecimientos que llevaron a dicha supresión. Incluso, en 1651, Pierre Dupuy, Consejero de Estado y Conservador de la Biblioteca Real (más tarde Nacional) de París, quien tenía acceso a toda la correspondencia relativa al caso de los templarios, atribuía a esta bula la disolución de la Orden. Esto refuerza aún más la conclusión de que la bula Vox in excelso nunca fue promulgada. Pero entonces, ¿Qué ocurrió con este documento, que según consta fue leído a los padres conciliares el 3 de abril de 1312, día de apertura de la segunda sesión del concilio de Vienne?



El texto de la bula Vox in excelso, considerado por el Pontificio Comité de Ciencias Históricas como incuestionable, se encuentra hoy en varias recopilaciones modernas de bulas y decretos de los concilios eclesiásticos. Entre estas recopilaciones destacan: la edición de 1962 del editor Herder titulada Conciliorum Oecumenicorum Decreta, una edición similar de 1973 publicada por el Instituto de Ciencias Religiosas de Bolonia, y para el ámbito de habla alemana, la edición Corpus Christianorum - Conciliorum Oecumenicorum Generaliumque Decreta de 2013. En todas estas recopilaciones, el texto de la bula es siempre el mismo, lo que podría llevar a suponer que este es el texto oficial de la bula. Sin embargo, al analizar la fuente del texto indicada en las notas al pie de estas obras, se encuentra que la versión de la bula publicada por Hefele en la Theologische Quartalschrift de 1866 (originalmente en alemán) fue tomada a su vez por Hefele del libro de Jaime Villanueva de 1806, Viage literario a las iglesias de España. La única diferencia entre ambas versiones son correcciones menores en la puntuación y la ortografía. Por lo tanto, la fuente histórica que hoy se cita como oficial e indiscutible es, en realidad, la versión publicada por Villanueva.



Según el propio Villanueva, el texto que publicó derivaría de una versión original de la bula Vox in excelso descubierta en 1784 por un tal padre Caresmar en Ager y conservada en los archivos de Urgell, en Cataluña, además de una versión conservada en Barcelona. Sin embargo, mientras que la supuesta versión descubierta por Caresmar no se encuentra ni en Ager ni en Urgell, la de Barcelona se conserva aún en el Archivo Real de la Corona de Aragón. Esta última versión, que por simplicidad denominaremos "barcelonesa", presenta aproximadamente 200 diferencias con la versión publicada por Villanueva. La versión barcelonesa forma parte de una recopilación en papel preparada a partir de 1506, que contiene documentos relativos al periodo 1307-1315, incluyendo asuntos relacionados con la disolución de la Orden del Temple y la correspondencia entre Jaime II de Aragón, Felipe IV y Clemente V. Se trata, por lo tanto, de documentos transcritos casi 200 años después de la supresión de la Orden, y no se tiene conocimiento alguno sobre las fuentes originales de estos textos. La bula publicada por Villanueva no está basada en la versión barcelonesa, aunque él la citó como fuente. Este hecho quita toda la validez jurídica del texto, ya que se fundamenta en una cita falsa.



Durante la investigación se encontraron otras tres versiones de la bula Vox in excelso: dos en Madrid y una en Dijon.


La primera, manuscrita en papel, se encuentra en una recopilación del siglo XIV, probablemente de origen aragonés, dedicada a los papas Gregorio IX y Juan XXI. Esta recopilación incluye documentos sobre los templarios de Aragón y parte de la correspondencia entre Felipe el Hermoso, Clemente V y Jaime II de Aragón. Actualmente, esta recopilación se conserva en la Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. La versión de la Vox in excelso contenida en esta recopilación no deriva directamente de la versión "barcelonesa", aunque se diferencia de esta última en al menos 180 puntos.



La segunda versión, también proveniente de Madrid, está disponible actualmente únicamente como una edición impresa incluida en el volumen Memorias de Fernando IV de Castilla, publicado en 1860. Se presume que esta versión se basa en la de padre Caresmar, aunque esta conexión no puede ser demostrada, ya que la versión de Caresmar aún no ha sido localizada. El manuscrito original de esta versión, que se supone está conservado en la Biblioteca Nacional de España o en la Biblioteca Real de Madrid, aún no ha sido examinado directamente en su lugar de conservación.





La tercera versión, manuscrita en pergamino, se encuentra en una colección de documentos conservada en el Archivo Municipal de Dijon, pero proveniente del monasterio cisterciense de Citeaux. Esta versión se atribuye a Jacques de Thérines, monje de la abadía cisterciense de Chaalis, quien posteriormente se convirtió en abad de la misma. En calidad de abad, De Thérines participó en el concilio de Vienne, donde trabajó arduamente en la defensa de los derechos de las órdenes exentas, es decir, aquellas dispensadas del pago de cualquier diezmo o impuesto, como era el caso de la orden templaria y la cisterciense. De Thérines llegó a sostener que las acusaciones dirigidas contra los templarios no tenían origen en cuestiones religiosas o morales, sino en intereses económicos concretos. 



De Thérines también formó parte del grupo de trece profesores de la Universidad de París que, el 25 de marzo de 1308, se pronunciaron sobre las cuestiones planteadas por Felipe el Hermoso respecto a las medidas que este había adoptado y planeaba seguir adoptando contra los templarios. Es probable que, debido a su reconocida autoridad, mientras se encontraba en Vienne se le permitiera transcribir el texto de la Vox in excelso en la versión leída públicamente el 3 de abril de 1312. Alternativamente, considerando que la versión de Dijon también presenta numerosas diferencias con la "barcelonesa", podría haberle sido permitido copiar el borrador de la versión preparada por los cardenales de confianza del papa y los ministros reales el 22 de marzo de 1312, día en que fue firmada por el pontífice.


Es sólo una hipótesis, plausible, pero sigue siendo una hipótesis; no hay certezas al respecto. Jacques de Thérines murió el 18 de octubre de 1321 y, por tanto, la versión de Dijon es anterior a esa fecha.



Después de estos tres años de investigaciones, también se ha podido establecer que todas las versiones "históricas" de este documento que han sido recuperadas —es decir, la versión de Barcelona, la de Madrid, la de El Escorial y la de Dijon— presentan diferencias significativas entre sí. Además, todas son copias y no versiones originales del documento objeto de esta investigación. Tres de ellas están en papel, datadas entre los siglos XVI y XVIII, mientras que una, la de Dijon, está en pergamino y pertenece al siglo XIV.



No se ha encontrado ninguna versión original del documento Vox in excelso en los archivos europeos. Esto incluye los archivos de Barcelona, Madrid, el Vaticano, los Archivos Nacionales de París, Dijon, Aix-en-Provence, Marsella, los Archivos Nacionales de Londres, los archivos austríacos de Admont y Klosterneuburg, así como los archivos de Múnich, Passau y Viena.



En la Edad Media, era una práctica común reproducir y difundir en grandes cantidades las bulas papales, las cuales, acompañadas de los sellos correspondientes, se enviaban a las autoridades centrales, como monarcas, prelados e importantes instituciones. Estos, a su vez, divulgaban su contenido en sus territorios. Por lo tanto, resulta extraño que un documento tan importante como la Vox in excelso, que ordenaba la supresión de la Orden del Temple y establecía la excomunión ipso facto para quienes en el futuro se declararan o comportaran como templarios, no haya sido hallado en ningún archivo europeo, salvo en forma de simples transcripciones, como en los pocos casos mencionados anteriormente. El hecho de que no se haya encontrado rastro alguno del original ni en el Vaticano ni en otros importantes archivos eclesiásticos refuerza la hipótesis de que dicho documento nunca existió en forma física.



Probablemente, este documento, en las intenciones del pontífice, era una especie de "juicio" político sobre las presuntas culpas de los templarios, que fue proclamado públicamente en Vienne el 3 de abril de 1312 para satisfacer las insistentes demandas del rey de Francia. Sin embargo, no se le dio ningún seguimiento formal, en el sentido de que no se aplicaron los procedimientos habituales de compilación, registro y difusión de las bulas papales utilizados por la cancillería pontificia. Esto también explicaría su ausencia en el Archivo Apostólico Vaticano. Posteriormente, la muerte de Clemente V y de Felipe IV, seguida más tarde por la de Juan XXII, sumió en el silencio todo el affaire de los templarios, incluido el documento Vox in excelso.



Por el contrario, se encuentran con frecuencia diversas copias de la bula Ad providam Christi vicarii, que ordenaba la enajenación de los bienes de la Orden del Temple. La Ad providam Christi vicarii es también la bula que aparece como "Bula de Extinción" en las recopilaciones oficiales de los concilios realizadas por Giovanni Mansi (Sacrorum Conciliorum Nova et amplissima collectio, Venecia, 1780, p. 1075) y Philipp Labbé (Sacrosancta Concilia ad regiam edictionem exacta, II, París, 1671, p. 1358).



Diversos documentos originales encontrados en Admont, Klosterneuburg o incluso en Irlanda (Dublín), por ejemplo, hacen referencia a la Ad providam Christi vicarii como la bula que marcó el fin de los templarios, ya que confiscó todos sus bienes. Además, es la única bula firmada por Juan XXII, sucesor de Clemente V, debido a que este último falleció antes de firmar los decretos y las bulas del concilio de Vienne.


A la luz de lo expuesto, y en ausencia de una versión oficial del documento Vox in excelso, se puede afirmar legítimamente que la Orden del Temple, desde el punto de vista jurídico, nunca fue suprimida. Sin embargo, quedó destruida, aunque no como consecuencia de dicho documento, que –como hemos demostrado– carecía y sigue careciendo de cualquier forma de validez legal.



La Orden, en cambio, se extinguió de manera progresiva por la falta de recursos financieros y materiales, así como por el traslado de sus miembros a otras órdenes religiosas o militares, como la Orden de Cristo en Portugal, la de Montesa en Aragón, la Orden Teutónica en Europa central y la Orden de los Hospitalarios en Inglaterra.


 


Autor:  Filippo Grammauta, es Rector de la Accademia Templare-Templar Academy de Roma. Autor de numerosos libros y ensayos y destacado estudioso de la historia de la Orden del Temple, con una sólida formación en ingeniería civil y una notable trayectoria en la difusión y promoción de la cultura histórica relacionada con los Templarios.



Fuente: https://www.eduardocallaey.com/post/la-orden-del-temple-jurídicamente-nunca-fue-suprimida




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