Por Antonio LAS HERAS
Seis de enero – es Nochebuena. El siete, Navidad. Aunque parezca sorprendente para nosotros – acostumbrados a conmemorar los 24 y 25 de diciembre – en algunos lugares del mundo la fecha del Nacimiento es otra. En la misma fecha que unas iglesias celebran la Epifanía, otras evocan la Nochebuena. Así ocurre con las iglesias ortodoxas de Rusia, Jerusalén, Georgia y Serbia, pues los católicos del rito oriental celebran la Natividad el 7 de enero, mientras que once de las quince Iglesias ortodoxas del mundo lo hacen el 25 de diciembre. Estas iglesias son autocéfalas por lo que reconocen sólo el poder de su propia autoridad jerárquica (por ejemplo, del Patriarca de Alejandría, de Antioquía, de Constantinopla, etc.), aunque mantienen entre sí comunión doctrinal y sacramental.
Podría suponerse que estas variaciones tienen su origen en alguna intrincada interpretación bíblica o cierto párrafo hallado en uno de los Evangelios Apócrifos. O, tal vez, la idea de que el Día de Reyes indica el verdadero día en que Jesús nació. Pero no es así. El asunto parece ser muy simple. Al decir de muchos estudiosos, la diferencia sólo se sitúa en que se están utilizando dos calendarios diferentes para la medición del tiempo.
Pasa que cuando en 1917 aconteció en Rusia la Revolución de Octubre uno de los cambios fue la adopción del calendario gregoriano extendido en Europa desde el siglo XVI así como aplicado en toda América. Mas la Iglesia Ortodoxa Rusa no aceptó esa modificación por lo que siguió usando el calendario juliano. Este calendario – que toma como eje de medición del tiempo al Sol – debe su nombre a Julio César quien lo estableció en el año 46 a. J. Empero, ocurre que al día de hoy éste se encuentra retrasado 13 días respecto al gregoriano. Por ello las festividades de Nochebuena y Navidad aparecen desplazadas 13 días respecto al calendario usual.
De manera tal que – para quienes siguen aplicando el Calendario Juliano – Nochebuena es el 6 de enero y Navidad un día más tarde.
Ahora bien, cuando profundizamos más encontramos que puede existir otra razón – de gran fundamento ancestral, ritual y esotérico – para constituir el Nacimiento en la noche del 6 al 7 de enero y no del 24 al 25 de diciembre (solsticio de invierno en el hemisferio norte) y que dicha causa se encuentra en antiguos rituales milenarios.
En efecto, la fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con antiquísimas evocaciones míticas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio. Explica que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la virgen ha dado a luz, la luz crece."
Cabe recordar que las iglesias ortodoxas en su conjunto conforman una comunidad cristiana, cuya antigüedad de acuerdo a los dichos de la Antigua Tradición lleva – por una sucesión apostólica ininterrumpida – a los tiempos de Jesús y sus principales doce apóstoles. Es la segunda iglesia cristiana más grande del mundo, contando con alrededor de 225 millones de fieles en todo el mundo.
De manera que bien puede hallarse aquí el “secretun templi” – parafraseando a los Templarios – que explique lo que, en principio y superficialmente, aparece como una simple obstinación a dejar el calendario juliano y adoptar el gregoriano.
Mientras tanto lo concreto es que el Patriarca Greco-ortodoxo de Jerusalén – Teófilo III – se traslada a la iglesia de la Natividad, en la ciudad de Belén, erigida por la cristiandad en lugar en el que según la tradición nació Jesús, para celebrar la misa en la noche del 6 al 7 de enero.
A diferencia de lo que sucede en Turquía donde la comunidad greco-ortodoxa de Estambul sigue el calendario gregoriano por lo que el 6 de enero celebra la Epifanía. Tal y como lo marca una tradición que data de la época bizantina, el Patriarca Bartolomeo lanza un crucifijo a las aguas del Bósforo. Y un grupo de jóvenes desafiando las bajas temperaturas ingresan a las aguas para recuperarlo.
En Moscú el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa – Kirill – dirige las celebraciones respetando el Calendario Juliano y dando por terminado en el amanecer del 7 de enero un ayuno ritual iniciado el 28 de diciembre pasado.
La Iglesia Ortodoxa se considera heredera de todas las comunidades cristianas de la mitad oriental del Mediterráneo. Su doctrina teológica se estableció en una serie de concilios, de los cuales los más importantes son los primeros Siete Concilios, llamados "ecuménicos", que tuvieron lugar entre los siglos IV y VIII. Tras varios desencuentros y conflictos, la Iglesia católica ortodoxa y la Iglesia católica romana se separaron en el llamado "Cisma de Oriente y Occidente", el 16 de julio de 1054. El cristianismo ortodoxo se difundió por Europa oriental gracias al prestigio del Imperio bizantino y a la labor de numerosos grupos misioneros.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail: alasheras@hotmail.com
Fuente: eldolorense.com 25/12/2020
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