Locos sueltos
Investigación sobre la Clínica de nerviosas y mentales “Dr. Atlántico Francia”, que funcionó hasta 1993 en la quinta 27 de la Costa de Sarandi. Escribe: Flavio Bentosela.
Las tierras ribereñas al sur de la Boca del Riachuelo son parte del único relicto (legado) del gran agro-ecosistema periurbano de la ciudad de Buenos Aires, una porción del ya casi desaparecido ecosistema natural de la selva marginal costera del Paraná-Plata. Tierras anegadizas e inundables donde el río es el que manda.
Mientras Julio A. Roca repartía millones de hectáreas ganadas a sangre y fuego, en las costas del partido de Barracas al Sud un grupo de inmigrantes genoveses desmontaba y construía a pala un sistema de canales para la navegación y el riego. Instalaron casas sobre palafitos y sembraron vides, frutas y hortalizas en pequeñas quintas agrícolas.
Esas quintas eran jardines maravillosos en las que podían verse las hileras perfectas de las viñas, zanjas de agua limpia y canoas cargadas con canastas de uvas junto a las casas.Para 1950 la costa era una de las zonas de producción agrícola más pequeñas del país pero con una de las mayores producciones frutihortícolas de América. Con una extensión cultivable de 800 hectáreas, su producción anual superaba los 3 millones de litros de vino, 700 mil cajones de tomate, 200 mil cajones de peras y 10 mil toneladas de hortalizas varias.
Atlántico Domingo José Francia nació en Santa Fe en 1917. A los 18 años viajó a Buenos Aires a estudiar medicina y egresó en 1943. Doctor en Medicina; Especialista en enfermedades infecciosas; Médico legista; Médico psiquiatra. Fue jefe de servicio del Hospital Borda, jefe de psiquiatría del Hospital Churruca Vizca, perito forense de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y profesor adjunto en la cátedra de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UBA.
Francia tenía un concepto de vanguardia respecto al tratamiento de enfermos mentales. Soñaba con una clínica al estilo Open Door, como la que el Dr. Cabred instaló en 1908 en el partido de Luján, de régimen abierto, sin rejas, ni cercos. Nadie se cura encerrado entre cuatro paredes grises, sostenía.
El psiquiatra se casó con la hija de un importante empresario papelero de Wilde, lo que lo llevó a conocer la zona sur y luego las quintas. Allí descubrió el lugar perfecto para su sueño.
El robusto santafecino comenzó a frecuentar la costa y a los quinteros. Era un exquisito intelectual de posición acomodada y sin embargo su pasión lo llevaba a meterse en las quintas de traje, corbata de seda italiana y zapatos de gamuza. Llegaba a dar clases a la universidad embarrado hasta las pantorrillas.
El primer paciente ingresado es de 1958, porque aunque parezca mentira, primero había que tener pacientes y luego se otorgaba la habilitación. El 4 de marzo de 1965 fue habilitada la clínica de enfermedades nerviosas y mentales Dr. Atlántico Francia en la quinta 27 de Sarandí.
Fotos de la época muestran la clínica con paredes blancas, césped bien cortado, estatuas en los jardines y árboles frondosos. Mientras la gente sana veía asumir a Onganía a través de un golpe de estado, estallaba el Cordobazo y secuestraban a Aramburu, un grupo de locos tomaban mate cada mañana sobre una colorida mesa de jardín de azulejos partidos, bajo el tibio sol de Sarandí.
Entre los 815 pacientes que pasaron por la clínica se encontraba la hermana de un excéntrico millonario, el hijo de un presidente de facto, la esposa de un embajador y el hermano de un famosísimo artista de radio y televisión. Pero también muchos pacientes becados de hospitales psiquiátricos. Una camioneta llevaba a los familiares desde una sede en Av. Mitre 1865 hasta la clínica.
El personal de la institución era en su mayoría pobladores de las quintas. La relación era simbiótica, ellos trabajaban y proveían comestibles, la clínica se ocupaba de su salud. Pocos entienden lo que es trabajar a pala desde la madrugada hasta la noche: frío, humedad, manos deformadas por la artrosis, gibas en la espalda, enfisemas, cirrosis, picaduras de víbora, neumonías.
Para los años ’70, los locos de las quintas ordeñaban vacas, sembraban frutas y vivían junto a los pobladores mientras los cuerdos de afuera creaban la triple A y se mataban en Ezeiza.
Un día a fines de 1973, un llamado al consultorio de la clínica avisó que el Dr. Francia había sido secuestrado.Varios pacientes se descompensaron ante la noticia. Los delincuentes pidieron un rescate. Se juntó la suma y se les entregó según lo pactado. El 25 de enero de 1974 el cuerpo de Atlántico Domingo José Francia fue hallado con dos tiros en la cabeza.
El 9 de mayo de 1931 se instaló la primera refinería en la zona norte de las quintas entre el Riachuelo y el arroyo Sarandí. La instalación y desarrollo de varias industrias conformaron lo que hoy es el polo petroquímico Dock Sud, uno de los conglomerados más contaminantes del país. Poco a poco se degradó el riachuelo y murió gran parte de la flora y fauna de la zona ribereña. Bajo el último gobierno de facto, el Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) creó el centro de disposición final de residuos de Villa Domínico que se ubicó en 520 hectáreas delimitadas por el Acceso Sudeste, el canal Santo Domingo, el Río de la Plata y la calle Espora, en la localidad de Bernal.
Muchos quinteros debieron dejar la tierra que trabajaron sus abuelos. Antes de ser clausurado en 2004, el CEAMSE dispuso 48 millones de toneladas de residuos. La naturaleza también aportó varias sudestadas que arrasaron viviendas y cosechas completas.
Las políticas neoliberales de los años noventa y los atrasos de pago de las obras sociales crearon una situación insostenible para la institución mental. El día 17 de junio de 1993 la clínica Francia cerró definitivamente sus puertas.
A 8 kilómetros de Plaza de Mayo, donde el Acceso Sudeste empalma con la Autopista Buenos Aires – La Plata un camino se adentra en la zona de las quintas de Sarandí. Sauces, lirios y orejas de elefante emergen desde las zanjas. A pocos metros aparecen varios fresnos que plantó Francia. Una pequeña escultura todavía asoma entre la densa vegetación. Atrapada bajo los infinitos tentáculos de plantas trepadoras puede verse una construcción gris.
Junto a la puerta de acceso, un terco nombre tallado en mármol insinúa: “Clínica Dr. Francia”. La maravillosa utopía de un hombre y un grupo de locos sueltos.
Autor: Flavio Bentosela
Estudiante de la Universidad de Avellaneda
flaviobentosela@gmail.com
Fuente: Diario La Ciudad, de Avellaneda. Miércoles 29 de Abril de 2015
NOTA DE dp: Desde hace unos 10 años que vengo investigando el tema y siempre me encontré con el silencio de protagonistas o personas vinculadas, llamando poderosamente mi atención tanto secretismo o discreción. Seguiré investigando y espero poder desentrañar algunos misterios, que involucran desde la trascendencia de algunos nombres de pacientes de la clínica, hasta vinculaciones políticas con los gobiernos en los años 70. El buen artículo del Sr. Bentosela es solo la superficie de un entramado que incluye mucho sufrimiento, intrigas, política y tragedias.
dp