No tenía más de 10 años. Década del 60. Cuando regresábamos a casa con mi padre conduciendo el auto, casi siempre a primera hora de la noche de los días domingos, ya esperaba pasar por el domicilio de un pintor que siempre trabajaba mostrando su lienzo a quien pasara por el lugar. Se lo veía a través de una amplia ventana que daba a la calle Salta, esquina con Cordero, en mi Sarandí eterno.
Me llamaba mucho la atención verlo trabajar en algo que me parecía genial, la pintura.
Alguna vez pasé caminando con mi madre y nos detuvimos en ese lugar, a espiar por esa ventana. En oportunidades una cortina impedía ver hacia adentro, otras se podía ver abiertamente y ahí aparecía el mundo del artista con sus colores y medido desorden. Eso lograba aún más acrecentar mi curiosidad y hasta admiración.
De golpe, aunque no fue así, vi como cambiaba su casa y se modernizaba. Me gustó mucho el estilo que tomó, algo parecido al Mediterráneo.
Pasaron décadas nunca supe quien era ese pintor, hasta que a finales de los 80 dejé de verlo. No lo supe, hasta muchos años después, que había fallecido.
Recién hoy pude averiguar su nombre, porque con los pocos vecinos que conversé para tratar de saber sobre él, nadie me pudo dar el mismo, aunque todos me decían que tenía fama dentro de su arte. Se llamaba Luis Mezzadra.
Ya entro en mi séptima década de vida y puedo dar por completa esa vieja imagen que me lleva a los mejores años de mi existencia, a mi infancia.
Esto me llena de alegría, nostalgia y hasta un poco de tristeza, todo al mismo tiempo, solo por la sensación de los años transcurridos, pero necesito hacer este sencillo homenaje a ese hombre. Viendo algunas de sus obras las valoro, en verdad me gustan. A lo mejor fue el artífice de mi sentido de la labor cotidiana y la creación de belleza por propia mano.
Esto es mucho para mi.
Por eso necesité escribir esto. Debajo adjunto una breve biografía de Mezzadra. Por desgracia no encontré demasiado material sobre él, ni escrito y hasta pocas imágenes de sus obras.
Pero no importa. Rescato el sentido y el valor de los bellos recuerdos.
dp
Biografía
Luis Mezzadra nació en el barrio del Dock Sud (el Doque) Avellaneda.
Luego de una penosa enfermedad murió el 3 de agosto de 1988.
Su trayectoria comienza muy temprano mientras trabajaba y aprendía a pintar con el maestro de origen ruso, profesor Amethov. Como todo muchacho le gustaba el fútbol, llegando a jugar en la primera división del club de sus amores Esportivo Dock Sud.
En 1933 rinde examen e ingresa en la Academia de Bellas Artes de la Nación, por ese entonces surgen otras obligaciones que el joven dibujante, aspirante a pintor, debe afrontar y ellas fueron por un lado la necesidad de ayudar económicamente a su familia y la segunda para seguir alimentando a su espíritu inquieto la de proseguir paralelamente costeándose sus estudios de dibujo y pintura y a fe que lo consiguiera, no sin grandes sacrificios. Por esos años tuvo la fortuna de comenzar a ganarse el sustento de la vida en algo que a Mazzadra le agradaba sobremanera, nada mas ni nada menos que en un taller de decoraciones cinematográficas, allí llega a conocer un gran maestro del arte pictórico que dejaría una profunda huella en el manejo del color y de la forma: el Profesor de nacionalidad rusa, Don Elías Amethov.
Con el paso de los años se independiza de este y entra a trabajar en la empresa “Eureka Publicidad” donde al cabo de varios años de trabajo llega a ocupar el cargo de director de arte de la misma.
Estas alternativas no hacían mas que reflejar realmente, una fiel demostración de sus promisorias dotes, no solo como dibujante, sino como un experto en el dominio del arte del color, de la luz, las perspectivas, sus diversos planos y la profundidad. Todo ese gran bagaje de arte le ha servido técnica y artísticamente, para emprender con toda seguridad el futuro en los años por venir, como fuente inspiradora e inagotable de sus grandes inquietudes plásticas, las cuales de alguna manera se irían reflejando gradual y sistemáticamente, en el desarrollo armonioso de la belleza en su hermosa temática “Campo y Suburbio”.
Corría el año 1950 cuando en su taller recibe la visita de gente que le propone la creación de una pintura “gigante” del general San Martín, en conmemoración del centenario del paso a la inmortalidad del prócer. Pintura que el artista encara con fervor y es así que una vez terminada se convierte en la primera obra realizada en el país del prócer que tenía 10 mts de alto por 7 de ancho, causando conmoción cuando fue expuesta en una esquina céntrica de Bs.As. como lo es Florida y Cangallo.
Por su taller comenzaron a desfilar retratos de grandes actores de la época como lo fueron Luis Sandrini y Hugo del Carril cuyas figuras resaltaban en las marquesinas de los teatros donde actuaban, grandes empresas de cine lo contrataron en forma exclusiva como Argentina Sono Film, Estudios Mapol, Lumiton, Artistas Argentinos Asociados y muchos sellos mas tan prestigiosos como los nombrados.
En el año 1965 emprende una nueva etapa de su vida artística, lo hace abrazando una línea de la escuela Figurativa, en una muy difícil, como delicada temática que domina con todo fundamento: “Campo y Suburbio”, es decir pintar los rostros recios, curtidos del gaucho, del peón de campo, del domador. En una palabra, toda la gama de la tradición criolla, por una parte, por la otra, al piberío porteño, a los célebres “cebollitas”, con sus picardías, sus ingeniosas travesuras, sus juegos... sus estudios, por lo general procedentes de los barrios suburbanos. Así es que nacen; Esperando el Pucho, La rabona, Pescando en la Salita, etc.
Siempre sería oportuno poner de relieve la gran obra donativa que a lo largo de su vida artística ha llegado a realizar, toda la ciudad de Avellaneda a través de sus Sociedades de Fomento, colegios y demás instituciones recibieron alguna de sus obras. Otras donaciones muy importantes las realizó al Centro Maipuense, de la ciudad sureña de Maipú, en la provincia de Buenos Aires.
Ese hermoso lugar, fue también fuente inspiradora de muchos de los paisanos pintados magistralmente por Luis Mezzadra, con ella, muchas entidades de ese gaucho rincón provinciano guardan como un real tesoro, sus hermosas donaciones, que a su vez fueron correspondidas con muchas plaquetas, pergaminos y hasta una magnífica “marca de ganado”. En esta ciudad es nombrado socio honorario del Rotary Club de Maipú, para quien en el festejo de sus Bodas de Plata dona un cuadro de su fundador el Dr. Raúl Harris y que fue expuesto en el Club Atlético de esa localidad.
En los años posteriores diversos intendentes municipales de la mencionada ciudad de Maipú han conocido a fondo y participaron de la gran obra cultural que Luis Mezzadra obsequiara con el corazón generoso de siempre y que lucen en las paredes de numerosas instituciones tales como los colegios; Instituto Mauro Golé (retrato gigante del sacerdote Mauro Golé), escuela Nº 10 (José Manuel Estrada), escuela Nº 1 (retrato gigante de Domingo F Sarmiento, escuela de Yamahuida, Ateneo Popular Dr. Mario Monti, con el cariño y beneplácito de la bella ciudad de Maipú.
Contrae matrimonio con Norma Haydee Martínez (Nenecha), su fiel compañera a lo largo de su vida, de ese matrimonio nace una hija, María Elena quién con el correr de los años se casará con Jorge Iraola dándole cuatro nietos que fueron la alegría y el buen pasar de los abuelos y sobre todo de la bisabuela, madre de Mezzadra la señora Elena Di Gerardi.
Sus obras comienzan a exponerse en las principales galerías de Sarandí, Dock Sud y Avellaneda.
En el sesquicentenario de la Independencia Argentina, y en homenaje a esa fecha patria, se levantó con su intervención y dirección, la “Casa de Tucumán” telón impresionante de 15 mts. de ancho por 6 de alto y con ocho figuras, cuatro en cada extremo con la efigie de otros tantos próceres de 3 mts. de alto por 1,50 de ancho, mereciendo esta obra la visita de constantes delegaciones de personalidades las que quedaban impactadas ante semejante obra, tal es el caso de la Comisión Municipal de Festejos de Avellaneda quién consideró oportuno otorgar un valioso galardón a la entidad fomentista que contribuía tan patriótica como brillantemente a los citados festejos julianos.
Y así con hechos muy apretados, con toda la mayor sencillez posible, se fueron relatando episodios, de toda una larga vida dedicada por entero al arte plástico, con su temática de carácter figurativa, muy difícil de encarar, pero su gran oficio y profundidad creativa lo colocan entre los grandes de la plástica nacional, todo lo cual reviste un gran orgullo para los argentinos y en modo especial, un legítimo e idéntico orgullo localista, y sobre todas las cosas, un orgullo genuino para todos los habitantes que componen nuestra querida ciudad de Sarandí.
Tuvo chispa y creatividad, y sobre todo: bondad, generosidad y un desprendimiento tal para donar cuadros enmarcados, de su producción.
El recuerdo de sus amigos:
“...pero fueron las expresiones lo mas original de tu estatura pictórica; las expresiones de los ojos y de las manos. Ellas tuvieron el sesgo taciturno de tu propia mirada, las mismas mansedumbres de tus dedos y tus palmas.
En la mirada bonhomía, en tus dígitos la dádiva.”
Dante Emmanuel
“..como artista siempre me impresionó la fuerza y la expresividad de su dibujo, su color tan personal, su capacidad de trabajo, su acendrada vocación artística..”
Juan J. García Pérez
“... Luis Mezzadra elige sus temas en la vida cotidiana. Los rostros, los cuerpos, las miradas, los llantos, la humildad y la sencillez muchas veces daban testimonios de seres descubiertos en un instante original de sus vidas. La serie de chicos de la calle, del barrio o nuestra cercana cotidianeidad, era impactos emocionales para el espectador, fulminantes cañonazos a la sensibilidad del observador, y ello ponía al descubierto el arte de elaborar, solo con pincel y materia, imágenes de tal cargamento emotivo. De igual manera sus escenas de campo, sus paisanos, sus motivos de nuestra historia gaucha, están impregnados de esa condición de revelador inquietante y preciso, sin distorsiones que dificulten la apropiación de su obra.”
Antonio J. González
“... estuvimos unidos en el trabajo de la cultura de manera unánime, es mas con amor y humildad que él supo tenerla en grado sumo, pues si se piensa cuanto dio a la comunidad, con sus donaciones, sea en lo que concierne a su paleta pictórica, que de otras maneras. El, lo daba todo... Recuerdo cuando fuimos a su ciudad natal, Maipú (provincia de Bs.As.), ya que se cumplía un siglo de su fundación, y allí, en su iglesia, tuve la satisfacción de dirigir un concierto sinfónico coral de inolvidable emoción, donde Luisito estuvo lleno de felicidad...”
José Rodríguez Faure
“... Luis Mezzadra fue realmente un maestro del retrato y del color. Su camino en el arte se identificó con la firmeza, la consecuencia en seguir siempre una misma meta, avalada por el oficio y la personalidad de una técnica. En toda su trayectoria artística se manifestó interesado componer una imagen accesible pensando primordialmente en la comunicación directa con una mayoría.
Aunque se supone que quienes han sido pródigos en la entrega parten sin mas ambición o deseo que su obra haya contribuido al bien del semejante. Recuerdo que tiempo antes... Mezzadra me había dicho:
“Me quedé largo rato mirando mis herramientas de trabajo... y me alegró ver que el sol las iluminaba”.
Sí, seguramente en esa mirada del adiós, estaba TODA LA PAZ DEL DEBER CUMPLIDO.”
Gioconda de Zabatta
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(Biografía y comentarios extraídos del libro escrito por Pascual Romano titulado Luis Mezzadra, con motivo del homenaje realizado en su memoria el día 24 de noviembre de 1989)
Fuente: http://bibliotecadigitaldeelamigoii.blogspot.com/2017/07/biografia-de-luis-mezzadra.html
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Casa de Mezzadra, Salta y Cordero, Sarandí. Sobre la derecha, donde se ve un rectángulo sin terminación, en la planta baja, estaba su estudio |