Ya pasaron 40 años. Menciono
esa cifra y me dan escalofríos. Toda una vida.
Cuantas cosas pasaron,
vivimos, sufrimos; también reímos y fuimos felices. Pero este aniversario nos
trae momentos terribles para recordar.
En 1976 tenía apenas 18
años, pero ya llevaba un año de militancia en la Unión Cívica Radical. Año
lleno de pasión, viendo convulsiones sociales y violencia extrema del
catastrófico gobierno de Isabelita Martínez de Perón.
Que irresponsabilidad la del
Gral. Perón al haber permitido que esta pobre ignorante manipulable sea su
candidata a Vice Presidente. Poner los destinos del país, porque Perón ya sabía
que le quedaba poco tiempo de vida, en manos de su esposa, fue una crueldad
inmensa y una señal de egoísmo político pocas veces vista en al historia
humana.
El gobierno de Isabelita fue
el peor de la historia argentina, cargado de violencia de derechas e izquierdas
y gran descontrol de la economía. Otro gobierno peronista le sigue bien de cerca en el ranking de lo
nefasto, el de los Kirchner, aunque este último marcado por la corrupción y la
entrada del narcotráfico con toda la fuerza en el país.
Recuerdo la noche anterior
al golpe, el 23 de marzo.
Este ya se encontraba en
marcha y dado este acontecimiento fuimos convocados de emergencia a la sede del
radicalismo de Avellaneda, Belgrano 732. Muchos dirigentes y militantes nos
acercamos, pero no tantos como se supondría debía de haber, ya algunos sabiendo
lo que ocurría, se comenzaban a “borrar”.
Juan Manuel Casella quien presidía
ese comité central nos informó de la
inminencia del golpe; nos llamó a la serenidad y a esperar los acontecimientos. Se percibía la tensión en ese pequeño salón,
situado a la izquierda del salón principal y que ostentaba un gran cuadro de
Leandro Alem, fundador del partido.
Juan Manuel Moure, Atilio y
Rómulo Martínez, Victorio Daste, Osvaldo Baqueiro, Omar Bruzzo, Edison Otero, Ramón
Pena, entre otros, estaban presentes. Gran parte de la dirigencia de
Avellaneda.
Las caras eran de
preocupación por el quiebre institucional, pero creo que nadie imaginaba el
desastre que se aproximaba: desaparición masiva de personas, ruina económica y,
sobre el final de este régimen, en 1982, hasta una guerra con una potencia
mundial.
Terminada la corta reunión
nos quedamos haciendo comentarios, cuando de pronto vimos como una camioneta
estacionaba en la puerta del comité y en forma rápida eran subidos a ella los
archivos del mismo, sobre todo las fichas de afiliación de los miembros, para
así salvaguardar las identidades.
Eso me dio la dimensión de
la situación, hasta me asustó.
Con mis jóvenes 18 años, era
la primera vez que era protagonista consciente de tamaño acontecimiento.
Al año siguiente, 1977, debí
cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, y ahí fue donde percibí la terrible
dimensión de la maquinaria militar y dictatorial que se había puesto en
funcionamiento.
Pero eso forma parte de otra
historia…
Hoy mi recuerdo va hacia
1976 y quiero conmemorar a los muertos de antes y después de esa fecha. Muchos
cayeron. Uniformados o irregulares. Muchos inocentes y casi todos fueron
avasallados en sus derechos.
Hubo muchos traidores que
miraron desde Europa como sus compañeros de lucha caían asesinados y otras
familias donde veían morir a niños por el solo hecho de estar acompañando a sus
padres militares.
Pasados los años el gobierno
democrático de Raúl Alfonsín (1983) ordenó el juzgamiento de las tres Juntas
Militares que causaron esta masacre, pero también mando a detener a José López Rega,
titiritero de Isabelita y jefe de las bandas de extrema derecha que salían a
cazar a presuntos “zurdos”. También se detuvo a Mario Firmenich, que gozaba de
un cómodo exilio en Europa, mientras a los que había seducido para tomar las
armas morían en medio de torturas y persecución. Ese bastardo luego fue
amnistiado en la década del 90 por otro gobierno peronista y hoy vive cómodo,
tomando daiquiris y riéndose de sus nuevos adoradores, La Cámpora, devenidos en
sostén político de los Kirchner y reivindicadores de la “gloriosa” generación
de los 70.
Esta agrupación política, La
Cámpora, son solo militantes rentados que se dejaron comprar por la mentira del
aparato K.
En 1983, con el juzgamiento
a las Juntas Militares y otros jerarcas de la dictadura se logró escarmentar,
mediante la Ley, a los culpables, evitando así otros de los males que nos
aquejan a los argentinos: la reiteración de errores.
Ahora le toca el turno a los
corruptos, pero no podemos dejar de recordar lo que pasó hace 40 años.
Las consecuencias de
aquellos años las seguimos padeciendo ahora.
dp