TODO PASA
Julio Humberto Grondona se perpetuó durante los últimos 35 años en la AFA. Bajo su mandato, Argentina fue campeón del mundo en mayores en 1986 y ganó seis títulos en juveniles. Pero también crecieron las mafias de las barras y los clubes se endeudaron en forma millonaria. Una gestión polémica y personalista, que siempre se apoyó en los gobiernos de turno.
Le dedicó casi la mitad de su vida a la Asociación del Fútbol Argentino. Durante 35 años, el también fundador del club Arsenal de Sarandí, presidió con aciertos y errores la casa madre del fútbol argentino y se erigió como una referencia ineludible para todo aquel que nombrara a la AFA o pasara por la calle Viamonte al 1300. Pasó a ser un sinónimo de ese deporte en el país y se ganó muchos amigos y también varios enemigos. Su muerte causó un fuerte revuelo en el país, no solo en el mundo del fútbol.
Nacido el 18 de septiembre de 1931, Grondona llegó a la AFA el 6 de abril de 1979, sucediendo a Alfredo Cantilo, en plena dictadura militar del Proceso en Argentina. Con él al frente del deporte preferido en Sudamérica, la cosecha de éxitos fue muy abundante. El seleccionado mayor ganó el Mundial de México 1986 y los juveniles alcanzaron seis títulos mundiales (1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007). También se conquistaron dos Juegos Olímpicos (2004 y 2008), dos Copa América (1991 y 1993) y varios torneos de menos jerarquía.
Pero también hay muchas sombras. Durante su mandato proliferaron las barrabravas, contra la que nunca llevó adelante un plan para combatirlas. Además, con su manejo personalista, condujo la pelota a la fuerza de favores y conveniencias. De este modo, mientras la AFA engrosaba sus arcas exponencialmente, los clubes, salvo excepciones, se endeudaron en forma millonaria, siempre dependiendo de una mano de Don Julio para lograr el salvataje.
De chico, Grondona jugó al fútbol en los potreros de Sarandí y se probó sin mayor suerte en River. A los 24 años, junto con un grupo de amigos del barrio, fundó el Arsenal Fútbol Club, del que fue su presidente durante 20 años. En 1970, quien llegaría a ser uno de los más importantes dirigentes de la historia del fútbol argentino, fue suspendido por un año y medio, por agredir al árbitro Filacchione. Tiempo después llegó a la presidencia de Independiente. Su experiencia y trascendencia como dirigente lo proyectaron hacia la AFA y luego a la FIFA, donde es desde 1988 un influyente vicepresidente, secundando primero a Joao Havelange y luego a Josepp Blatter. Al momento de su muerte aún desempeñaba ese cargo.
Durante su mandato demostró conocer muy bien el mundo del fútbol y los negocios y se destacó por su viveza para convertirse en un hombre con un poder superior al de cualquier otro dirigente deportivo en la historia argentina. Su famosa frase grabada en su mitológico anillo ("Todo pasa"), marcó su trabajo, aunque luego decidió desterrarla de su vida por el fallecimiento de su esposa. Manejó la AFA de una manera personalista y durante buena parte de su mandato acudió al consenso de la gente para tomar decisiones, pese a que siempre fue el eje de los insultos ante cualquier situación adversa para equipos e hinchas. Además, creó las condiciones para convertir a la AFA en millonaria, aunque ese nivel económico-financiero no se reflejara en el de la mayoría de los clubes, muchos de ellos empobrecidos. Pese a todo, cayó en contraproducentes programaciones de los torneos oficiales, a menudo interrumpidos en sus etapas decisivas. Tan dislocados quedaron, que el Clausura abrió temporadas y el Apertura las cerró, lo mismo con el Final y el Inicial. Su última determinación fue la creación de un torneo de 30 equipos, algo que despertó polémicas en el ambiente del fútbol, pero que también dejó conforme a muchos clubes del Interior.
Sus últimos años lo marcaron al negociar las transmisiones del fútbol por la TV abierta, cosa que despertó mucha popularidad, pero también marcó una fuerte tendencia a pactar con el régimen de turno (el kirchnerismo) y así contribuir al descalabro financiero de toda la economía de la Nación, dada la cantidad de dinero invertida en esta acción populista, que en nada contribuyó a resolver los problemas de fondo del principal deporte.
Su familia estuvo y sigue estando muy ligada al mundo del fútbol. Su hijo Humberto es actualmente encargado de los seleccionados juveniles y Julito, hijo menor del presidente de AFA, es el actual presidente de Arsenal de Sarandí. Además, su hermano Héctor estuvo al frente de Independiente, al igual que él y su sobrino Gustavo jugó en el equipo del Viaducto durante tres ciclos diferentes.
Fuentes
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