Tomó por sorpresa la renuncia del Papa,
pero analizando las causas esgrimidas e interpretando las informaciones y la
evolución de los acontecimientos, no puedo dejar de decir que ésta no fue una
renuncia simple, menos un gesto de grandeza para dejar a alguien más jóven y
fuerte al frente de la Iglesia Católica.
Fue una huída, acentuada si por la vejéz,
pero un escape a los continuos escándalos relacionados con los casos de pedofília
que por decenas agobian a la Iglesia, los manejos turbios del Banco del
Vaticano, sospechado de lavado de dinero y las filtraciones de documentos
confidenciales que muestran un entramado corrompido de la intimidad de la
administración eclesiástica. Benedicto en su adolescencia fue miembro de las
Juventudes Hitlerianas, ya en edad de interpretar perfectamente la diferencia
entre el bien y el mal, no pudo soportar las presiones y el asedio de
feligreses y periodistas que le reclaman a gritos el fin de la impunidad conque
se ha manejado, casi eternamente, la administración de la Iglesia.
Benedicto fue un hombre de la intimidad del
anterior Papa, Juan Pablo II, la cabeza responsable de "derechizar"
como casi nunca antes los comportamientos del Vaticano. Administró la institución
sucesora de la Santa Inquisición, ni más ni menos, coronación de la historia
más oscura de las persecuciones intolerantes.
Reformó el Código de Derecho Canónico solo
para hacerlo ver como un instrumento "modernizado", pero que en el fondo continuó siendo un instrumento de
sometimiento y castigo para librepensadores o caulquier persona que se atreve a
cuestionar.
Ninguno de estos pasos de su historia
personal pudieron doblegarlo, pero si lo hicieron la corrupción y el
degeneramiento sexual.
Un anciano que fracasó en sacarse de encima
la lacra pedófila, vio caer sus principios contemplando el continuo
achicamiento de la cantidad de evangelizados que escapan, cada día más rápido,
a nuevos rumbos espirituales, aunque estos tampoco sean garantía de nada.
Sucedió a un Papa carismático, que supo manejarse
en lo político pero que le causó un daño inmenso a la Iglesia, cerrándola al
debate más básico.
Benedicto nunca pudo apartarse de su
sombra. Ni su aspecto físico lo ayudaba.
Sucumbió y le abrió las puertas a un
incierto futuro, donde interpreto que la derecha de los Cardenales italianos
tratará de recuperar terreno perdido hace casi 33 años, cuando dejaron de
ocupar la Silla de Pedro.
Algunos ya vaticinan aires de renovación,
hasta la aparición de un Papa "tercermundista".
Falsos profetas también tienen sus predicciones
elaboradas, hablan de Papa Negro, del último Papa.
No se si el próximo será el último, lo que
si ya se interpreta que manejará una Iglesia en franca decadencia.