Facebook, Google, Twitter: con NADA hicieron un negocio representativo de la gran mentira del capitalismo globalizado
Facebook está a punto de cotizar en la Bolsa de Wall Street y vender su primer cupo de acciones. Por ello se supone que esta empresa vale, si saliera a la venta, casi 100 mil millones de dólares, una cifra astronómica.
¿Pero en verdad vale tanto?
¿Qué es Facebook?
Es una empresa que solo ofrece un servicio: agrupar gente que quiere hacerse conocer. Trascender en lo efímero, con sólo poner una foto y algunos datos, amén de muchísima información que, objetivamente, a nadie le importa.
En algunos casos produce el reencuentro de amigos o familiares, pero la mayor parte de las veces solo muestra la estupidez humana en lo banal de la vida.
No genera riqueza tangible, no produce nada. Funciona en un conjunto de oficinas con una cantidad de empleados insignificante. Es una empresa de “garage”, una “avivada” de socios ingeniosos que descubrieron que mucha gente necesita “estar” comunicada, pero antes creándole la necesidad de esta comunicación ficticia.
Si Facebook desapareciera de un día para el otro, nadie se moriría. Los desempleados serían unos pocos cientos. No cerrarían fábricas. No se producirían hambrunas. No se dejarían de fabricar vacunas. Nadie perdería su casa.
Los “interese oscuros “, Estados totalitarios, espías, ladrones, secuestradores, vendedores de datos privados, recaudadores o evasores de impuestos, narcotraficantes, deberían de conseguirse trabajos más honorables y no usar al “Gran Hermano” para saber de nosotros y cometer abusos o delitos.
¿Y esto vale 100 mil millones?
¿Cuanto valen grandes empresas como General Motors, Coca Cola, Shell, Microsoft, Apple, etc, etc, que necesitan grandes construcciones, miles de empleados, fábricas en medio mundo, riesgos de capital enormes?
¿En vendedores de humo como Facebook se basa la actual riqueza mundial o el prestigio de los nuevos “magos” inventores de la nada?
Y este no es el único caso, existe otro: Google pasó a ser la empresa más cara del mundo, superando a General Motors. Twitter no escapa a este categoría.
Google solo captura información, que ni siquiera genera, y la pone a disposición de la gente. Tarea importante, porque nos reduce el tiempo que necesitamos para encontrar esa información, nos acerca a otro tipo de conocimientos, pero tampoco genera nada propio. Lucra con lo que otros producen. Ahora tienden a diversificarse e incorporan la producción de bienes, aunque unos pocos y ninguno innovador o imprescindible, de esos que podríamos calificar como los que “cambian la historia de la humanidad”
¿Y esta es la empresa más importante del mundo actual?
Facebook y Google son fiel reflejo de un nuevo mundo que vivimos, donde las apariencias, lo trivial, lo superficial, hasta lo amoral, ocupan un plano que dejó de ocupar la cultura del trabajo, el esfuerzo, la superación, el enriquecimiento material.
Las apariencias, las caras bonitas valen más que la actividad cerebral o que el sudor de la frente. Esto si que es, parafraseando al tango Cambalache: “la Biblia junto al calefón”.
No se puede medir la riqueza de un país, en este caso los Estados Unidos de Simpsonlandia, también por la capitalización de empresas que valen en monedas ficticias, como es lo intangible de un portal de la web, que además se arma sobre el aporte de conocimientos o los deseos de interrelacionarse de otras personas.
En un mundo donde vale el “caretaje” de los “Contactos” por sobre las relaciones humanas cara a cara, me pregunto: ¿o me estoy poniendo viejo o en verdad pertenezco a otra generación, donde el tocarse, el mirarse a los ojos, da la muestra de los verdaderos sentimientos?
Además, hoy, esto tiene precio: 100 mil millones. La NADA vale 100 mil millones.
No puedo dejar de reconocer la importancia de internet en el mundo actual, pero de ahí a esto que vemos hoy, es sideral la distancia.
Tal vez por eso, las buenas conductas, la moral, el intelecto están tan menospreciados.
Por eso nos gobiernan los mediocres, los que proveen de pan y circo. Por eso los empresarios exitosos son los que inventan negocios con el esfuerzo de los demás y sin arriesgar nada de su patrimonio. Por eso hasta los religiosos sucumben a la tentación carnal.
Porque todo es aparente. Porque la ley del menor esfuerzo es premiada. Porque se considera que el peor insulto que puede recibir una persona es “boludo” (tonto, torpe, mediocre) y no “hijo de …”.
El vivo aprovechador tiene su recompensa: 100 mil millones de dólares.
Pero cuando estalle la pompa de jabón con la cual se infló la economía del mundo ¿con que saldrá a flote el mismo?
¿Con el espejismo de la riqueza inexistente de Facebook y similares o con el sacrificio de los verdaderos generadores de riqueza?
Muchos dirán que si no fuera por Facebook no se hubiera producido la revolución egipcia, por ejemplo. Pero con ese criterio ¿se hubiera producido alguna vez la revolución francesa, la independencia de toda América, la revolución rusa, la toma del poder por parte de Hitler?
Por favor, los movimientos sociales se dan, las revoluciones se producen, tarde o temprano, cuando la gente las necesita, aunque deban comunicarse por palomas mensajeras.
Facebook: ojalá tu debut en la Bolsa de Nueva York sea tan de humo como tu misma existencia.
dp
NOTA: No es la primera vez que escribo sobre Facebook. Ver en el Archivo de este blog, en Febrero de 2009, un artículo titulado "El mundo según Facebook: la historia del legendario y aventurero Lord Brett Sinclair". Un personaje inventado para demostrar lo fácil que es crear un Perfil ficticio y llevar adelante un engaño por vía de esta Red Social.
NOTA: En Febrero de 2014 se anunció la compra de WhatsApp por parte de Facebook, por la monstruosa cifra de 19 mil millones de dólares. Es una demencia absoluta esa cifra pagada por una empresa que "vende" algo intangible con solo 55 empleados!!!! Ahora se encuentra la explicación del fenómeno del estallido de las "burbujas" que arrastran a las economías de los países.
Los montos de dinero están fuera de todo sentido y realidad. Solo inflan la economía para explotar en un intento de adecuarlas a la realidad.
Pero seguirá pasando.