Mucha controversia provocó el caso del secuestro y posterior asesinato del Teniente General Aramburu, segundo Presidente Provisional de la República Argentina durante el período de la Revolución Libertadora, que derrocara a Perón en 1955, cuando este promediaba su segundo mandato presidencial.
La historia oficial cuenta del secuestro y asesinato perpetrado por los tristemente Montoneros, que se dieron así a conocer en forma masiva, diciendo encarnar el espíritu revolucionario del peronismo, pero girando a la izquierda en poco tiempo, contribuyeron a bañar con sangre el territorio de la Nación Argentina.
Aramburu, según esta historia, fue ajusticiado por los Montoneros en represalia al derrocamiento de Perón, a los fusilamientos por éste decretados de militares peronistas que intentaron levantarse contra la Revolución Libertadora en 1956 y a la profanación y desaparición del cadáver de Evita.
Esto sería una estrechísima síntesis de lo ya conocido, pero hay otra parte de la historia, que cuentan allegado íntimos del Gral. Aramburu, enfrentado al régimen dictatorial del Gral. Onganía (1966-70) y que fundamentan sus aseveraciones en un presunto movimiento cívico militar que estaba a punto de socavar los cimientos del gobierno de Onganía, posibilitando así una salida constitucional de la dictadura militar.
De allí la necesidad política de Onganía de hacer desaparecer a Aramburu, adjudicando el hecho a fuerzas siniestras ajenas a su gobierno, los Montoneros.
Pero según el Capitán Algo Luis Molinari (Ex Sub Jefe de la Policía Federal Argentina durante la Revolución Libertadora) y Próspero Germán Fernández Alvariño, amigo de Aramburu, la historia es completamente distinta.
La otra historia
Los anteriormente citados achacan a Onganía del plan del secuestro y asesinato de Aramburu y la complicidad de la célula madre de lo que luego serían los Montoneros, con Mario Firmenich a la cabeza, en todo este proceso.
Según se relata en el libro ¨Z Argentina. El crimen del siglo¨, de Fernández Alvariño (Edición del Autor, 1973) y que refrenda Molinari prologando este libro y testimoniando dichos similares en la revista ¨La Semana¨ (7/VI/1984), el secuestro de Aramburu fue cometido por fuerzas paramilitares a las órdenes de Onganía, vía su Ministro del Interior, el Gral. Imaz, que a su vez controla la Policía Federal, principal protagonista del operativo que se armó para encontrar al secuestrado.
Tanto Molinari como Fernández Alvariño cuentan que en verdad Aramburu fue asesinado en el mismísimo Hospital Militar Central, de Buenos Aires, y que su cuerpo fue entregado a un oscuro personaje de nombre Horacio Wenceslao Orué, presuntamente vinculado a los Servicios de Inteligencia del Estado.
Este acontecimiento se llevó a cabo en mi ciudad, Avellaneda, más precisamente en la localidad de Villa Domínico (intersección de las calles Boulevard de los Italianos con Mansilla), donde Orué mantiene el cadáver de Aramburu con el objeto de entregárselo a Firmenich para ser sepultado clandestinamente en la localidad de Timote, en el interior de la Provincia de Buenos Aires, donde fuera luego encontrado luego por la pesquisa.
En líneas generales esta es una historia compleja, con causas y consecuencias que aun marcan la historia y el presente de la Argentina. Con muchos vericuetos y partícipes. Con conspiraciones, cruce de intereses, beneficiados y perdedores.
Lo que no quiero dejar de pasar por alto, como en toda conspiración, es que jamás se investigó objetivamente, por parte del Estado, toda la trama de los acontecimientos, dejando, por ello, un amargo sabor de injusticia y encubrimiento que aun perduran.
Como divulgador de historias, como me considero, y vecino de Avellaneda, en este caso solo quiero dar a conocer una denuncia que involucra a mi vecindario, pero que tuvo repercusiones directas en la vida de Argentina.
MI INTERVENCION EN EL PROGRAMA "EN LA MIRA" DE FM SECLA 104.7, EL 4/5/2017:
dp