martes, 5 de noviembre de 2024

EL SECRETO DEL DR. GRINBERG



Dos décadas de investigaciones en su laboratorio de la Facultad de Psicología de la UNAM, reconocimientos mundiales como profesor y conferencista, creador de la Teoría Sintérgica; pero entre 1994 y 1995 al neurofisiólogo judeo-mexicano Jacobo Grinberg se lo tragó la tierra. ¿Conspiración? ¿Asesinato? ¿Abducción chamánica? El catalán Ida Cuéllar va en pos de este misterio sin resolver en su ópera prima "El secreto del doctor Grinberg", documental de estreno en el GIFF guanajuatense. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Su caso es aún un enigma. El neurofisiólogo y psicólogo mexicano Jacobo Grinberg-Zylberbaum desapareció el 8 de diciembre de 1994, a sus 47 años de edad, cuando se hallaba en la cima de su carrera y con más de 50 libros publicados e innumerables investigaciones. Este especialista de la telequinesia y la telepatía, quien recorrió México para estudiar con los chamanes, simplemente se esfumó. Su paradero ha suscitado muchas hipótesis y teorías descomunales; como aquella de que se lo llevaron agentes del FBI (Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos), e incluso que lo asesinó su segunda esposa, Teresa Mendoza López, para también ella perderse sin dejar rastro. Todo sobre la inexplicable ausencia del creador de la Teoría Sintérgica (“existe un continuo de espacio de energía pero el humano común sólo puede percibir una parte de éste”) es narrado por el documental El secreto del doctor Grinberg (España, 2020), ópera prima del barcelonés Ida Cuéllar, que se estrena en México. La cinta compite en la sección oficial de la 23 edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF, en inglés), la cual empezó virtual y físicamente el 18 de septiembre y finalizará el 27. Cuéllar (Arenys de Mar, 1977), asimismo músico, cuenta en entrevista por Zoom que creó el filme no para personas a quienes les interese la ciencia, la filosofía o el chamanismo, sino porque simplemente deseaba ofrecer una historia interesante: “Anhelaba que atrapara como película. Me gustaría que las personas que no conocen estos tópicos se abran a ellos, o al menos estén al tanto. Nos hallamos en un momento en el que cada vez más necesitamos encontrar un sentido a la vida. Nuestra sociedad se ha ido hacia el lado materialista. Y deberíamos entender que el mundo no sólo está hecho de materia, sino que hay una parte psíquica, espiritual y emocional tan importante como la material y racional”.


Cuéllar creó el filme de 91 minutos para dar a conocer al científico: “Jacobo es muy importante en la ciencia mexicana del siglo XX, e igual para el mundo. Entonces me interesaba mucho rescatar su figura y que la gente pueda acceder a este personaje para mí fascinante.” Y pronto, Ida Cuéllar enfatiza: “Este largometraje es un misterio. Como dice el escritor y filósofo inglés Patrick Harpur –a quien incluye en el documental–, los auténticos misterios no se resuelven, sino que hacen que vayas profundizando en ellos cada vez más y más, y al final eres tú quien se transforma. “Es decir, no das una solución al misterio, pero tú te transformas y empiezas a ver el mundo desde otra perspectiva.”


Viaje sin retorno

Estamos en México en diciembre de 1994, cuando acaba de ser investido presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Antonio Fernández González, entonces procurador General de Justicia del Distrito Federal, crea una fiscalía para buscar al científico –fundador del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia, con financiamientos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)–. Al frente de la investigación va el comandante Clemente Padilla, director operativo del Ministerio Público. El largometraje discurre que Grinberg había anunciado que se iría de vacaciones de fin del año 1994 rumbo al Tíbet, aunque según las averiguaciones  nunca salió del país ni entró a esa región de Asia. En la misma pantalla, su hermano Jerry comenta que le avisó que “le tenía miedo” a su segunda mujer (Teresa Mendoza López). Su hija del primer matrimonio, la cantante Estusha Grinberg Arditti, cuenta que le habló por teléfono el 12 de diciembre para felicitarlo por su cumpleaños 48, pero Teresa le avisó que “ya se había adelantado al Tíbet”. Después, nada se supo de la segunda esposa. A los testimonios del comandante Padilla y de Estusha, en El secreto del doctor Grinberg se añaden los de: Jerry y David, hermanos de Grinberg; la pintora y psicoanalista Lizette Arditti, primera esposa del doctor; Hilda Etterman, prima del científico; Ruth Cerezo y Leah Bella, sus ayudantes; José Colastra, galeno en medicina natural y bioenergética; Amit Goswami, doctor en física cuántica; Tony Karam, presidente de la Casa Tíbet en México; Sam Quiñones, periodista de Los Angeles Times; José Rubinstein, amigo del psicofisiólogo; Juan José Sánchez Sosa, director de la Facultad de Psicología de la UNAM; el editor Fernando Solana Olivares, autor de los artículos El enigma Grinberg (2007); la comunicadora Tere Vale; Esperanza (médium), y Ramón Mansilla, último ayudante de la curandera y chamana de nombre Pachita. Cuéllar le dedicó 10 años de su vida a El secreto del doctor Grinberg, producida por Polar Star Films y PRIMO (“de 2010 a 2020 ha sido un ciclo en el que he tenido dos hijos”). La película se proyectó primero en el Sheffield International Documentary Festival, celebrado del 10 de junio al 10 de julio pasados en el Reino Unido. Después, en el Festival Internacional de Cine de Málaga, del 21 al 30 de agosto. El realizador rememora que en su primer viaje a México, en Tepoztlán, Morelos, una mujer le narró la desaparición de Grinberg y su relación con la curandera Pachita, cuyo verdadero nombre era Bárbara Guerrero: “Un día antes de esa charla, había comprado un libro pequeño de Grinberg, sin conocerlo. De ahí me surgió el interés de realizar el documental. La mujer conocía a su hija, Estusha, y me la presentó. Yo empecé a leer los libros del científico; me quedé fascinado y sorprendido con La batalla por el templo, su biografía que escribió tres años antes de esfumarse y en la que él mismo dejó un montón de pistas sobre su futura desaparición. Son como señales. Y me sumergí por completo en esta historia.”





Puertas de la percepción

El caso del académico de la UNAM, nacido en la Ciudad de México, fue cerrado por las autoridades mexicanas en 1996, y los familiares de Grinberg ya no localizaron al comandante Padilla; pero Cuéllar lo buscó y dio con él: “Clemente Padilla es un personaje maravilloso. Al principio nosotros teníamos una entrevista de 2003 que le hizo un estudiante de la UNAM, Ivanov Marmolejo. El comandante es un hombre muy entregado, tanto que tuvo que cambiar de chip. Él empezó a leer los libros de Jacobo, se metió a fondo en todos los temas que investigaba Grinberg para intentar comprender qué pudo haber pasado con él. “Para mí, Padilla parece una figura sacada del cine negro, porque se mete en una investigación y acaba como obsesionado, transformado por el caso, el cual es el más importante de su vida y el único que dejó sin resolver, aunque él apunta a una resolución que posee demasiadas zonas oscuras. “Es una solución que no la puede afirmar al 100%. Y si pudiera, llega hasta el punto en que un testigo le dijo que al científico mexicano lo bajaron de un avión en (las alturas de) Colorado (Estados Unidos). Pero más allá de eso, no sabe qué pasó, ni la causa. Todas son conjeturas.” En el pueblo mágico de Malinalco, el comandante Padilla accedió a hablar con Cuéllar para El secreto del doctor Grinberg: “Después del caso Jacobo Grinberg decidí retirarme e irme de la Ciudad de México. Me quise apartar de todas las cosas.” Se ve en la película que muestra las cintas de audio y video y el expediente del investigador desaparecido: “Cuando dimos a conocer la foto en la televisión (la cantante e hija participó en Siempre en Domingo y mostró la imagen de su papá para buscarlo), se recibieron miles de llamadas.” Hasta que hubo una, curiosa, de “el testigo Boulder” (Luis Carlos Ruiz Martínez). Él me dijo que trabajaba poniendo gasolina en Boulder, Colorado. Eran entre las 8:30 y 9:00 de la mañana cuando aterrizó una avioneta tipo Cessna, color blanco, y se estacionó a 15 metros de donde se encontraba esta persona. En ese mismo lugar se encontraban dos automóviles blancos, y cuando se paró la avioneta bajaron a dos personas, un hombre y una mujer. “El hombre, con más de 40 años y con barba. La mujer, de estatura baja, morena apiñonada. Al hombre lo subieron al carro delantero y a la mujer al carro trasero. Pudo reconocer a un agente del FBI, llamado Rick Howard, y a Marina Velasco, agente del servicio secreto norteamericano. Ella, güera, de 35 años. Los reconoció porque esas personas cargaban gasolina donde él trabajaba, por eso sabe los nombres.” Padilla comenzó a indagar en Boulder, a más de 1,600 metros de altura: “Salieron papeles del doctor Grinberg en Boulder. Nadie sabía que él colaboraba en la Universidad de Boulder y que daba conferencias. Él viajaba a Carolina del Sur y de ahí se desplazaba a Boulder, nunca llegaba a Boulder directo. Tomaba aeropuertos aledaños. Eso nos extrañó. Cuando solicitamos la intervención del FBI, nos regresaron la documentación, que sólo incluye la entrada de Grinberg el 1 de noviembre de 1994; iba a Nueva York. Solicité por otro medio la información y me llegaron tres páginas de entradas y salidas de Grinberg y Teresa Mendoza en el aeropuerto JFK (Nueva York), en el de Los Ángeles, en el de Atlanta, de todas las partes que habían visitado… “¿Qué quiere decir eso? O una de dos: O hay negligencia del FBI, o no hay intención de cooperar.”


Cabos sueltos

A Cuéllar se le comenta durante la charla con Proceso que es increíble que después de tantos años, el comandante Padilla tuviera todo el expediente de Grinberg, y detalla: “A Padilla lo expulsaron de la policía, supuestamente ya no ligado a esa investigación; pero lo sacaron del caso cuando empezó a tocar ciertos temas, y después lo echaron de su trabajo. ¡Él guardó todo! Se pensaba que las copias de las investigaciones habían desaparecido. Su hermano Jerry (Grinberg) poseía una copia del caso y años después las llevó a la policía y desaparecieron. Padilla guardaba todo en una mochila entera. Había descripciones de los testigos, fotos, en fin. Eso estuvo genial porque accedimos a la investigación completa. Y le pregunté si guardaba otra investigación más, y respondió que no. Era el único caso que conservaba.” En el largometraje se menciona que el doctor Grinberg estuvo obsesionado en brindar una explicación científica a las prácticas del chamanismo mexicano (“para los científicos era un chamán y para los chamanes era un científico, estaba entre dos mundos, lo cual fue muy difícil para Jacobo”, expresa en la cinta su hermano David, y la médium Esperanza apunta en el documental que Grinberg le dijo que “unos seres le ayudaban” y que cuando él ya no quiso su auxilio, “lo encadenaron en un espacio”). Cabe destacar que en amazon.es se venden los libros de Grinberg, entre otros Los chamanes de México (seis tomos), Curaciones chamánicas, Psicofisiología del poder, La construcción de la realidad y Los chamanes de México: Pachita. Cuéllar buscó dos veces a los papás de la esposa de Grinberg, Teresa Mendoza; pero se negaron a dar la entrevista. Leah Bella, ayudante de Grinberg, específica en la película: “Teresa resultó ser una mujer que no era Teresa. O sea, su historial no era el que ella decía que era. Ahí de entrada ya tenemos algo extraño. Tenía un título que no era su título; de hecho parece que ni su nombre era real (se muestra un documento que dice ‘Teresa López’)”. En 2017, la CIA estadunidense (Central Intelligence Agency) liberó 930 mil documentos clasificados por internet, lo cual daban 12 millones de páginas. Padilla encontró que la CIA sí tenía conocimiento de Grinberg, “entonces está trabajando con ellos, ahí está la verdad, en Boulder, pero se me volteó la familia”, manifiesta el comandante. La cinta muestra un artículo de Grinberg en el programa Stargate de la CIA. Al respecto, Cuéllar menciona: “No es tan extraño. Es normal que tengan todas las investigaciones que hay acerca de fenómenos extrasensoriales. El programa Stargate ha ido cambiando de nombre. En los años cincuenta se llamaba MK-Ultra. De los ochenta a 1995 era Stargate­ y es una sección que la CIA posee para investigar todos los temas de telepatía, de remote vision (visión remota), incluso fenómenos OVNI, telequinesis, de todos los tópicos de percepción extrasensorial. Es normal que incluyan artículos de investigaciones, al mismo tiempo también van a intentar contactar a los científicos, porque son de su interés. Él investigaba la conexión entre cerebros o mentes.” –¿Cómo es que hacia 2016 sacaron dinero de la cuenta de Grinberg? –Yo intenté indagar más sobre eso… Cuando pasaron los 20 años y pudo dársele por muerto, su hija Estusha ya pudo tener acceso a la herencia, y cuando quiso sacar el dinero que había en el banco, alguien más lo había sacado meses antes. Teóricamente la única persona que podía sacar dinero de ahí era Jacobo. Ella no llegó realmente a saber por qué ni quién había sacado ese dinero. Es un punto más de las cosas extrañas que hay alrededor del caso. Su primera esposa, Arditti, confiesa a cuadro: “Es muy fuerte este misterio, no se acaba nunca. No vez luz al final del túnel.” El cineasta Cuéllar termina reiterando: “El largometraje ayuda a reivindicar y recuperar la figura de Jacobo. Me producía mucha curiosidad por qué era tan desconocido aquí en México.” El secreto del doctor Grinberg participará además en la sección de Proyecciones Especiales de la 15 edición del DocsMX, Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, que se efectuará del 8 al 25 de octubre próximos (año 2020)


Autor: Por Columba Vértiz De La Fuente



Fuente: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2020/10/3/la-extrana-desaparicion-del-doctor-grinberg-250369.html




dp





sábado, 2 de noviembre de 2024

ACCIDENTE DE UN MISIL NUCLEAR


En 1980, durante labores de mantenimiento en un misil balístico intercontinental Titan II en un silo de Arkansas, ocurrió un accidente catastrófico. 

La primera etapa del cohete explotó, lo que lanzó por los aires la segunda etapa. Esta explosión hizo volar la pesada escotilla de hormigón del silo, que pesaba 740 toneladas. Aunque el vehículo de reentrada, que contenía una ojiva nuclear de 9 megatones, aterrizó a 100 metros del silo, no detonó, evitando así una tragedia nuclear.


La explosión dispersó una gran cantidad de combustible hipergólico, extremadamente tóxico, ya que el Titan II utilizaba un motor de cohete líquido. Esto requirió una larga y ardua operación de limpieza para desintoxicar el medio ambiente. Finalmente, el silo fue rellenado y enterrado para evitar futuros riesgos.

Si los mecanismos de seguridad de la ojiva no hubieran funcionado correctamente, la explosión habría sido devastadora. La escotilla de hormigón, que no pudo contener la explosión de unos pocos cientos de toneladas de combustible, no habría tenido ninguna posibilidad ante una explosión equivalente a 9 millones de toneladas de TNT. Se estima que esto habría dejado un cráter de 200 metros de profundidad y 800 metros de diámetro. La bola de fuego habría alcanzado un diámetro de seis kilómetros, mientras que la onda expansiva habría destruido edificios a una distancia de al menos 10 kilómetros del silo. El calor generado habría incendiado todo a su paso en un radio de 20 kilómetros y habría causado quemaduras de tercer grado en personas hasta a 30 kilómetros de distancia.


Tras este incidente, el Titan II fue retirado unos años después. Las ojivas fueron almacenadas hasta que Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron un tratado en la década de 2000 para limitar el número de armas nucleares en ambos bandos.



Hoy en día, Estados Unidos utiliza el misil balístico intercontinental Minuteman III, un misil de combustible sólido mucho más pequeño que puede transportar tres ojivas nucleares, aunque actualmente está limitado a una ojiva por misil. Este misil, al utilizar combustible sólido, es menos propenso a fugas y menos probable que explote espontáneamente. Sin embargo, si su motor se encendiera dentro del silo sin abrir la escotilla, podría causar un caos que sería difícil de distinguir de una explosión para alguien sin experiencia.

Los dispositivos de seguridad en las ojivas actuales, como las del Minuteman, son más fiables que los del Titan II. Además, las ojivas modernas han sido mejoradas para ser más resistentes al fuego y emplean explosivos más estables. Si, en el improbable caso, una ojiva Minuteman W78 detonara dentro de un silo, crearía un cráter de 70 metros de profundidad y 300 metros de diámetro. La bola de fuego alcanzaría un diámetro de 1.7 kilómetros, destruyendo edificios en un radio de tres kilómetros y provocando incendios en objetos inflamables hasta cuatro kilómetros de distancia. Las quemaduras de tercer grado afectarían a las personas que se encontraran hasta a siete kilómetros del lugar de la explosión.


Cabe destacar que los misiles balísticos intercontinentales no tienen una función de autodestrucción. A diferencia de lo que se muestra en las películas, no existe un botón o código que permita hacer que un misil se autodestruya en pleno vuelo. De hecho, un sistema de autodestrucción de este tipo sería extremadamente peligroso y podría exponerse a actos de sabotaje. Por lo tanto, una vez lanzado, un ICBM solo puede detonar en su objetivo o cerca de él.


Fuente: https://elartedelaestrategia.blogspot.com/2024/09/accidente-de-un-misil-nuclear.html


dp



lunes, 28 de octubre de 2024

EL PAPADO PUTREFACTO

 



Un mal embalsamador, hedor y explosión: el indigno entierro del Papa Pío XII

Riccardo Galeazzi-Lisi, un oftalmólogo reconocido por su incompetencia, le ofreció a Eugenio Pacelli un revolucionario método de embalsamamiento. Gran error: fue la "descomposición en vivo más rápida y repugnante que recuerda la historia de la medicina forense".

Por Darío Silva D'Andrea

Editor Ejecutivo de Perfil.com | E-mail: dsilva@perfil.com




Era un caluroso otoño de 1958. Una sonora explosión provocada por los gases que se habían acumulado dentro del cuerpo del Papa Pío XII, producto de un muy mal realizado embalsamiento, fue el momento más aterrador del indigno funeral del pontífice que había liderado la Iglesia católica durante la II Guerra Mundial. Fue una de las anécdotas vaticanas más desagradables del siglo XX.

Pío XII rigió la Iglesia Católica durante la Segunda Guerra Mundial cuando la Alemania nazi ejecutaba el exterminio sistemático de millones de judíos. Eugenio Pacelli, quien fue elegido papa apenas seis meses antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, hablaba alemán con fluidez, y desde 1917 hasta 1929, había representado al Vaticano como Nuncio Apostólico en el Reich Alemán y en la República de Weimar respectivamente.


Para algunos Pío XII es considerado como un papa santo porque contribuyó -indiscutiblemente- con el rescate de muchos judíos en Roma. Para otros, él fue un papa que fracasó -indiscutiblemente- porque no logró encontrar las palabras para condenar el asesinato en masa de los judíos. Por esta razón, algunos pensaron que el atroz tratamiento que se dio a su cuerpo fue un divino castigo.


Durante su papado, Pío XII se había apoyado obstinadamente en la figura de Riccardo Galeazzi-Lisi, un oftalmólogo al parecer conocido por su incompetencia, que atendía todos los aspectos de su salud. Un historiador dijo que el médico poseía "tal extensa historia de incompetencia médica y charlatanería absoluta que sería el sueño de un abogado de mala práctica".

Nacido en 1891 en una familia noble de Roma, Galeazzi-Lisi estudió medicina y se especializó en oftalmología, y fue nombrado por la clínica universitaria de oftalmología de Roma como médico personal de Pío XII, que estaba bastante enfermo del estómago.

Galeazzi-Lisi diagnosticó "intoxicación por ácido crómico" causada por la pasta de dientes del Papa, según John-Peter Pham, un sacerdote estadounidense que sirvió en el servicio diplomático del Vaticano. En 1956, Lisi ganó fama por primera vez cuando presentó un suero para la detección temprana y el posible tratamiento del cáncer.

En octubre de 1958, mientras el pontífice agonizaba a causa de una larga enfermedad en Castel Gandolfo, justo al sur de Roma, el médico se contactó con diarios y revistas para, a cambio de miles de dólares, proporcionar fotografías exclusivas de su santo paciente en su lecho de muerte.


Según la revista Time, quería 13.320 dólares por una historia sobre su vida con el Papa, incluidos los detalles clínicos de los últimos días del Papa; 8.000 por un relato de hora por hora de la muerte del Papa; y 3.200 por las fotografías. Dos diarios italianos compraron conjuntamente el segundo artículo por 3.200, pero solo uno lo imprimió, luego de eliminar "ciertos pasajes que nos parecieron demasiado crudos".

Pero no fue la única vez que buscó sacar provecho de la salud papal. Galeazzi-Lisi también acordó darle la primicia de la muerte del papa a una agencia de noticias italiana.

Les dijo que abriría una ventana en particular del castillo papal de Castel Gandolfo como señal de que Pío había muerto, pero el calor era tan grande que un sirviente abrió la ventana para dejar entrar un poco de aire, lo que provocó que tres periódicos publicaran la noticia de la muerte del papa un día antes de que pereciera.

Durante los últimos días de vida del papa, Galeazzi-Lisi hizo notas clínicas detalladas y tomó fotografías de Pío XII en su lecho de muerte para, una semana después de la muerte del Papa, ofrecerlos a los medios. 


Cuando Pío XII murió a los 82 años, el 9 de octubre, Galeazzi-Lisi tomó la responsabilidad de realizar el embalsamamiento de rigor, un proceso que según la tradición se debe practicar a todos los papas.

Se sabe que Pío se negaba a ser sometido a este proceso una vez que murió, por lo que Galeazzi-Lisi le ofreció preservar su cadáver utilizando un proceso desarrollado por él mismo y el cirujano Oreste Nuzzi. 

Según informó The New York Times en ese momento, se trataba de un proceso parecido al utilizado en los primeros cristianos. "Los dos médicos dijeron que una de las ventajas de su método era que el cuerpo embalsamado no tenía que ser despojado" de los órganos vitales, escribió el Times el 14 de octubre.


La "descomposición en vivo más rápida y repugnante que recuerda la historia"


El "revolucionario" método al que llamó "ósmosis aromática", según Galeazzi-Lisi, era muy parecido al que usó con el cuerpo de Jesucristo y permitiría que el cuerpo durara indefinidamente sin descomponerse. 

El procedimiento no requería de inyecciones ni incisiones, sino solo la inmersión del cadáver en una misteriosa combinación de aceites de hierbas aromáticas y resinas para desoxidar el cuerpo y, posteriormente, envolver el cadáver con celofán durante casi 24 horas. 

Al final eso fue un grave error. 

En cuanto se vistió y expuso en la Sala de los Suizos, en Castel Gandolfo, el cuerpo de Pío XII se cubrió instantáneamente de miles de pequeñas arrugas y pocos minutos después comenzaría lo que alguien denominó la "descomposición en vivo más rápida y repugnante que recuerda la historia de la medicina forense".


"Ha comenzado una furiosa sucesión de fenómenos cadavéricos transformadores: es la descomposición en vivo bajo la mirada horrorizada de los espectadores, siguiendo el aberrante 'embalsamamiento' patentado y practicado por el archiatra Galeazzi Lisi", escribió el Dr. Antonio Margheriti, autor del libro La muerte del Papa: ritos, ceremonias y tradiciones desde la Edad Media hasta la época contemporánea.

Y continuó en su relato: "El cadáver del Papa se hinchó en la zona del vientre a raíz de los gases putrefactos que se crearon de inmediato; por la misma razón se le ha encanecido el rostro, y por los orificios, sobre todo por la boca, vierte una miasma oscura que le corre por la cara y se posa en las cuencas de los ojos".

"El enorme esfuerzo por resistir el olor nauseabundo que emana del cadáver del Papa se percibe en el rostro de los nobles guardias: la alternancia de guardias será cada vez más frecuente a partir de este momento para evitar una exposición excesiva a los gases mefíticos, y porque muchos guardias nobles se desmayan regularmente agotados por ese olor a muerte. Pero lo peor está aún por llegar".

Colocar el cuerpo envuelto en un ataúd cerrado evitó que los químicos y gases corporales escaparan naturalmente, acelerando la descomposición, particularmente en el calor del otoño romano. 


"Si mantienes los órganos allí y no los tratas adecuadamente, hay una acumulación de sustancias químicas corporales y si no hay lugar para esas sustancias químicas, pueden ocurrir explosiones", explica Ken Jeremiah, un historiador experto en el proceso de momificación. 

La procesión fúnebre hacia El Vaticano fue aterradora. Algunos dijeron que la acumulación de gases hizo que se rompieran los sellos del ataúd, mientras otros dijeron que el gran estruendo que oyeron los miembros de la procesión fue la explosión de la cavidad torácica del Papa, que se abrió de golpe.

Galeazzi-Lisi y Nuzzi se vieron obligados a volver a embalsamar a Pío durante toda la noche, pero ya era demasiado tarde.

La descomposición del cuerpo ya era avanzada, y cuando el papa finalmente fue exhibido al público en la Basílica de San Pedro, ya varios días después de su muerte, el cuerpo se tornó de color "verde esmeralda" y emanaba un hedor tan horrible que los miembros de la Guardia Suiza Pontificia que lo custodiaban al parecer se desmayaron. 


"Muchos de los presentes en el evento aún recuerdan, a lo largo de la nave de la basílica, las tremendas bocanadas que se derramaron sobre la multitud al pasar el féretro, así como el aspecto monstruoso de el Papa: se puso negro, se le cayó el tabique nasal y los músculos faciales, horriblemente retraídos, le hicieron resaltar los dientes en una risa escalofriante", relató Margheriti.

En la noche del 11 al 12 de octubre, rompiendo la tradición que dice que el cadáver de un papa nunca podía ser ocultado de la vista pública, fue necesario cerrar la basílica de San Pietro para realizar nuevas intervenciones en el cuerpo.

Los artesanos del Vaticano aplicaron pintura de grasa y otros compuestos para dejar presentable el cuerpo y se cubrió el rostro con una máscara de cera, a fin de no impresionar a los visitantes. El cuerpo finalmente fue colocado en un catafalco de casi 2 metros de alto para que los dolientes no pudieran ver de cerca las decoloraciones faciales.


Algunos informes de periódicos estadounidenses dijeron que los cuatro guardias suizos que vigilaban el féretro del Papa se cambiaban cada 15 minutos debido al hedor. Según un artículo del New York Times, "muchos cientos de miles" de fieles vieron los resultados del desastroso embalsamamiento.

Fue el fin de la carrera del charlatán Galeazzi-Lisi, que fue reprendido y expulsado del Vaticano por el sucesor de Pío, el Papa Juan XXIII y el Consejo Médico Italiano lo expulsó de la organización.

Afortunadamente, había tomado más de veinte fotos del cadáver del Papa mientras lo embalsamaba y las vendió a algunas revistas. Además, en 1960 trató de dar su versión de los hechos en un libro (Dans l’ombre et dans la lumière de Pie XII) que, casualmente, volvía a presentar las fotografías del Papa Pacelli durante la agonía y el embalsamamiento.


Fuente: https://www.perfil.com/noticias/protagonistas/un-mal-embalsamador-hedor-y-explosion-el-indigno-entierro-del-papa-pio-xii.phtml


Nota de dp: se sabe  que este Papa facilitó el escape de nazis luego del fin de la Segunda Guerra Mundial.


dp