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sábado, 7 de junio de 2025

SECRETOS DE ELEFANTES




Cuando un elefante necesita ser transportado en avión de un país a otro —por ejemplo, de la India a los Estados Unidos— su jaula se llena de… polluelos.

Sí, has leído bien: polluelos diminutos.

¿Por qué?


Porque, a pesar de su imponente tamaño, el elefante tiene un miedo enorme a que le hagan daño.

Por este motivo, durante todo el vuelo permanece perfectamente quieto, para no correr el riesgo de aplastar ni a uno de ellos.

Así es como el avión mantiene el equilibrio.


Y es también la primera prueba de su noble naturaleza.

Fascinados por este comportamiento, algunos científicos han estudiado el cerebro del elefante.

Descubrieron la presencia de células fusiformes, neuronas extremadamente raras, también presentes en los humanos.

Son aquellas relacionadas con la autoconciencia, la empatía y la percepción social.

En otras palabras, el elefante no sólo es grande físicamente: también es grande emocionalmente.

Siente, comprende y actúa con sabiduría silenciosa.


Leonardo da Vinci, profundamente fascinado por la naturaleza, escribió sobre ella:

“El elefante encarna la rectitud, la razón y la templanza”.

Y añadió:

Entra en el río y se baña con cierta solemnidad, como si quisiera purificarse de todo mal.

Si encuentra a un hombre perdido, lo guía suavemente hacia el camino correcto.

Nunca camina solo: siempre en grupo, siempre guiado por un líder.

Él es modesto.

Se aparea sólo por la noche, lejos de la manada, y antes de regresar con sus compañeros, se lava.

Y si en el camino encuentra una manada, la mueve delicadamente con su trompa, para no lastimar a nadie.

Pero lo más conmovedor es esto:

Cuando el elefante siente que se acerca su final, se aleja de la manada y se va a morir solo, en un lugar apartado.

¿Por qué lo hace?

Para ahorrarles a los más jóvenes el dolor de verlo morir.

Por modestia. Por compasión. Por dignidad.

Tres raras virtudes.

Incluso entre los hombres.


Fuente: @Clan sapiente



De otro fuente


Por Fernández Bel, de Costa Rica


EL 02 DE MARZO DE 2012, EN ÁFRICA, MURIÓ INESPERADAMENTE LAWRENCE ANTHONY, UN DEFENSOR DE LA NATURALEZA
Un hombre conocido por su extraordinaria habilidad para comunicarse con los elefantes. Logró calmar a los ejemplares más agresivos y salvar a los que se consideraban desesperados.
¡Gracias a él, muchos elefantes han quedado vivos!
PERO LO LO MÁS SORPRENDENTE
Fue lo que sucedió 12 horas después de su muerte. A su casa, uno por uno, llegaron los elefantes, los mismos que una vez había salvado. Viajaron más de 12 horas en el camino, solo para estar con él. Se sentaron en silencio frente a su casa durante dos días.
Y, AL DÍA SIGUIENTE
Llego otro rebaño a juzgar por la distancia, habían partido en el momento exacto en que su corazón se detuvo.
Vinieron a despedirse.
Vinieron a separarse del hombre que había sido más que un hombre para ellos.
LOS ELEFANTES
Son algunos de los pocos animales capaces de experimentar el dolor de la pérdida.
Lloran a los muertos, cubren los cuerpos con ramas, los custodian, como si trataran de protegerlos incluso después de la muerte. Recuerdan, sienten, comprenden.
Se reconocen en el espejo.
Se acuerdan de todo.
Y, al parecer, son capaces de sentir que el corazón de un ser querido se detiene incluso a cientos de kilómetros de distancia.
¿CÓMO SE ENTERARON DE SU MUERTE?
Nadie lo sabe.
Pero su llegada se convirtió en un testimonio silencioso y conmovedor de que la verdadera conexión no conoce fronteras, ni de distancia, ni de lenguaje, ni siquiera de especies.



dp 





1 comentario:

  1. Muchas gracias hermano, te mando un gran abrazo.
    Marcelo Gonzalez

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