martes, 13 de marzo de 2012

ROGER WATERS EN BUENOS AIRES


Sensaciones de un encuentro con mis emociones


El 12 de Marzo pude estar presente en el concierto de Roger Waters en el estadio del Club River Plate.
Un anticipado regalo de cumpleaños, me dio la posibilidad de ver y escuchar el mejor espectáculo del mundo, pero más que eso, encontrarme con parte de mi vida, emocionarme hasta las lágrimas, cantar como si pudiera, sin miedo al ridículo.
Palpitar The Wall frente a su creador, me hizo retroceder a 1979, cuando apenas tenía 21 años, dejar fluir emociones, vivencias, sentimientos, recuerdos, pero también, presenciar la obra musical más importante de la historia, a la altura, y no tengo ni la más remota duda en decirlo, de los grandes compositores  de la humanidad.
Apenas había salido del Servicio Militar Obligatorio en el Ejército Argentino, máximo responsable de la dictadura militar de entonces, asesino institucionalizado y hasta sensor de parte de la obra interpretativa en cuestión.
Sus letras fueron antesala pacifista de la guerra que nos enfrentaría con el Reino Unido, que contó con el apoyo cómplice de los regímenes de derecha de los Estados Unidos y del dictador chileno Pinochet.
Recuerdo como si fuera hoy la primera vez que escuché esa obra. Quedé perplejo. Solo unas pocas más lograron en mi ese maravilloso estado de asombro: Sg. Pepper de The Beatles y El Lado Oscuro de la Luna, de Pink Floyd. Obras integrales, sinfonías desarrolladas que unen lo bello de las melodías con el virtuosismo de las interpretaciones instrumentales, cosas que no siempre aparecen de la mano en el mundo de la música, aunque muchos digan lo contrario.
En mi Argentina fueron Spinetta, Los Gatos, Vox Dei, Sui Generis, quienes me guiaron a un mundo nuevo.
Ahora, los avances tecnológicos me tomaron por sorpresa, al manifestarse todos juntos en un mismo lugar. El sonido era tan perfecto como el que se pudiera escuchar en el living de mi casa y con el aparato electrónico más sofisticado que se pueda comprar.
Aquí si la tecnología jugó a favor del goce, del disfrute del ser humano, ayudando a elevar el espíritu como solo la mente puede hacerlo. La tecnología es parte de nuestro cuerpo, de las sensaciones y se convirtió en un alucinógeno que nos ayuda a elevarnos, a ser algo más perfectos. Por un momento tuve 30 años menos, pero consciente de lo pasado en todo ese tiempo, cosa que me hizo sentir mejor que nunca.
No solo pasaba The Wall frente a mi, pasaba mi vida. Por suerte, ahora puedo decir de la misma, que el balance es más que positivo y que, por sobre todas las cosas, me ayuda a ver el futuro personal en forma más feliz también, cuando en verdad no soy un optimista militante, sino un cuestionador rebelde y un “abogado del diablo” asumido.

Recibí una inyección de energía pura desde la música, la más elevada de las artes, que me ayudará a comenzar una nueva etapa, justo en vísperas de cambios importantes, de nuevos desafíos sentimentales y con propuestas de superación personal con temas que surgen por doquier y que me llevan al territorio del trabajo pero rodeado de alternativas gratas. Por fin algo que me acaricie el alma en lo laboral.
No fue solo un concierto musical, fue darme cuenta de lo que viví, de lo que siento. Fue un sacudón que me dio la vida para despertar después de una larga noche, y aunque aprendí de ella, me da fuerzas para continuar, dominando el conocimiento de la luz pero con la sabiduría de la vigilia. Nuevamente de mi pasado surgió el anclaje de mi presente. Eso me hará mejor en mi futuro.
The Wall, Waters, Pink Floyd me llevaron a sentir todo esto. Puede sonar muy loco, pero para mi fue una fiesta de los sentimientos y emociones. Fue mucho más que un espectáculo, que pasar un buen momento.
A pesar de la larga espera para poder ingresar, de tantas horas de pié, de la interminable lluvia y no tener nada para protegerme de ella, del dolor de cintura, de las interminables escaleras que tuve que enfrentar, de los años que tengo, sentí que volvía a tener 20 años pero con el lomo curtido de los 50 y pico.
Tuve la oportunidad de conectar mis sueños, con la realidad. De traer y sentir todo lo que la imaginación me hizo volar. Me di cuenta que los sueños y la imaginación también son parte de la realidad, de la vida…y los seguiré alimentando.

dp