lunes, 7 de julio de 2008

EL DESENCUENTRO DE GUAYAQUIL


El único abrazo que existió entre San Martín y Bolívar fue breve, seco y molesto: Guayaquil sólo sirvió para enfrentarlos, hecho que vuelve todavía más inexplicable el intento conciliador de la historia oficial por transformar en un abrazo lo que fue un desencuentro.

A fines del siglo XIX, editado por C. Casavalle, Vicente Fidel López publicó ¨El conflicto y la entrevista de Guayaquil¨, expuesta al tenor de los documentos que la explican. El libro es, en verdad, un folleto de cuarenta páginas, profusamente documentado de la entrevista que "sólo por una ironía histórica" dice López "ha podido llamarse el Abrazo de Guayaquil".

López señala que las relaciones políticas de San Martín y Bolívar estaban de tal modo comprometidas en 1822, que era inminente una guerra entre Perú y Colombia; y "si esa guerra no estalló fue porque el general San Martín, deteniéndose en el justo desagravio de sus derechos, prefirió sacrificar su dignidad y su carrera antes que dar un escándalo que habría sido la ruina y la vergüenza de todos".

La provincia de Guayaquil era una parte integrante del Virreynato del Perú. Al llegar allí las tropas del Libertador, Guayaquil se pronunció contra España y se puso bajo la autoridad y protección del gobierno independiente. San Martín envió a los coroneles Luzuriaga y Guido para que se hicieran cargo de la administración de la ciudad. Al llegar se encontraron con una sorpresa, las fuerzas colombianas al mando del general Sucre acababan de ser derrotadas en Ambasto el 12 de septiembre, y Sucre había tenido que asilarse en Guayaquil.

Paz Soldán, historiador del Perú Independiente citado por López, señala que "el General Sucre, además de las operaciones militares, traía a la vez una comisión muy diplomática, pues se trataba de nada menos que de agregar a Colombia la provincia de Guayaquil". Sucre ocultó este propósito a San Martín, necesitaba pedirle auxilios militares para evitar una ocupación realista posterior a su derrota de Ambasto.

El comandante de la División Sud de Colombia le escribió a San Martín, Protector del Perú: "El enemigo, después de haber marchado a Quito y reposado sus tropas, ha concentrado sus fuerzas en Río Bamba y, según avisos fidedignos, iba a moverse sobre esta provincia el 17 del actual con un cuerpo de dos mil hombres; de manera que el 24 deberá ocupar este punto que no es susceptible de la menor defensa con las fuerzas que tengo. Aunque restablecida en cierto modo la moral, no se han aumentado los cuerpos de línea, sino tan miserablemente que, de una población de 70.000 habitantes apenas ha dado 200 reclutas (...) Las tropas de Colombia no aparecen, y acercándose ya el enemigo a tiempo que hemos sabido la casi disolución del ejército del General La Serna, que quita hasta las sombras de temores por la suerte del Perú he creído un deber reiterar mis reclamos a V. E. por algún batallón que ponga a cubierto la Provincia".

San Martín envió en auxilio de Sucre una división formada por dos batallones, los números 2 y 4, los Escuadrones Cazadores del Perú y los Granaderos de los Andes, con una fuerza de 1622 soldados. Agrega López: "San Martín estaba muy lejos de presumir que el Dictador militar de Colombia prohijaba ya la mira secreta de despojarlo violentamente de la provincia de Guayaquil y de ajar su dignidad así que se le franqueara el camino del Sur y que se le facilitaran sus operaciones con el auxilio mismo de la división peruano-argentina que le dio los triunfos de Río Bamba y de Pichincha".

Cuenta Paz Soldán: "El estado de inmoralidad o casi abierta sublevación del batallón Numancia y la negociación de auxilios pedida por Sucre no era sólo lo que ocupaba la atención del gobierno del Perú en sus relaciones con Colombia, porque al fin de estos no eran de carácter perdurable; había que determinar la suerte futura de la rica provincia de Guayaquil. Cuando ésta proclamó su independencia se declaró provincia libre, pero no era posible que subsistiera aisladamente un departamento tan pequeño en medio de Repúblicas distintas, sin ocasionar futuras y graves cuestiones.

La ciudad de Guayaquil tenía estrechos vínculos con Lima, toda su juventud se educaba en estos colegios, la mayor parte de sus productos se consumían en el Perú. Finalmente Guayaquil, durante el tiempo del coloniaje, pertenecía en lo político al Virreynato del Perú y no había duda que los intereses materiales, políticos y las afecciones del corazón estaban a favor del Perú; el mismo bello sexo, que ostentaba su hermosura en la ciudad de los Reyes, tenía en menos pertenecer a Colombia, subordinándose a una capital como Bogotá, tan distante y pobre.

La Junta de Gobierno compuesta por tres ilustres ciudadanos Olmedo, Jimena y Roca pertenecía de corazón al Perú y en todos sus actos privados u oficiales lo hacía conocer con toda franqueza. (...) De estos intereses encontrados se formaron tres partidos: uno quería pertenecer al Perú, otro incorporarse a Colombia y un tercero mantener la independencia de la provincia, contando con la protección de los otros dos países.

Desde que Sucre llegó a la ciudad en 1821 había procurado la incorporación de Guayaquil a Colombia por todos los medios posibles, sin conseguirlo. La Junta, que temía más a la inmoralidad de las fuerzas colombianas que a los soldados del Rey envió un mensaje a San Martín diciéndole que si no aceleraba los refuerzos, la provincia se perdería irremediablemente. Sobre fines de diciembre de 1821 se produjo un movimiento popular que fue rápidamente sofocado.

El 18 de enero de 1822, desde el Cuartel General de Cali, Bolívar le escribió a la Junta de Guayaquil: Llamar tunantes a los oficiales que propenden a la incorporación de Guayaquil a Colombia, es mostrar que desconoce la verdadera debilidad de su país, o los derechos contestables de Colombia o más bien es mostrar que cree que los esfuerzos de ese pueblo por recobrar su libertad se han hecho para vuestro engrandecimiento personal, y para proporcionar un teatro a su ambición. (...) Ese gobierno sabe que en América no hay un poder humano que pueda hacer perder a Colombia un palmo de la integridad de su territorio.

El 23 de marzo de 1822 el gobierno peruano le escribió al general La Mar: Siempre que el gobierno de Guayaquil, de acuerdo con la mayoría de los habitantes de la provincia, solicite la protección de las armas del Perú, por ser su voluntad conservar su independencia de Colombia, emplee en tal caso todas las fuerzas que están puestas a sus órdenes en apoyo de la espontánea deliberación del pueblo.

Restrepo, el historiador clásico de la guerra de la independencia de Colombia, al hablar de la entrevista de Guayaquil, menciona las malas relaciones en que se hallaban San Martín y Bolívar. Dice Restrepo: Túvose en aquel tiempo como cierto que el principal motivo que trajera a San Martín a Guayaquil había sido activar su incorporación al Perú. (...) Empero, el Libertador Bolívar, que tuvo noticia bien segura del proyecto, lo frustró haciendo marchar sus batallones y trasladándose él mismo a Guayaquil para conseguir su más pronta incorporación a Colombia. (...) No pudiendo ya oponerse a él sin una guerra abierta que hubiera sido en extremo funesta a la causa de la independencia americana, y que no se hallaba en estado de emprender, San Martín hizo de la necesidad virtud; y a pesar de cuantos pasos había dado anteriormente para frustrarla, convino en la unión de Guayaquil a Colombia.


El 25 de julio de 1822, desde Guayaquil, Bolívar le escribió a San Martín: Es con suma satisfacción, dignísimo amigo y señor, que doy a Ud. por la primera vez el título que mucho tiempo ha mi corazón le ha consagrado (...) Tan sensible me será elo que Ud. no venga hasta esta ciudad como si fuéramos vencidos en muchas batallas; pero no, Ud. no dejará burlada la ansia que tengo de estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi corazón y de mi patria.

La elección de las palabras por parte de Bolívar no fue casual: llamaba a Guayaquil "suelo de Colombia", lo que ofendía a San Martín y hacía que el encuentro fuese inútil antes de haberse realizado.

Luego del "desencuentro" de Guayaquil y vuelto al Perú, San Martín le escribió a Simón Bolívar: Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra; desgraciadamente yo estoy firmemente convencido, o que Ud. no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa. (...) En fin, general, mi partido está irrevocablemente tomado: para el 20 del mes entrante he convocado al Primer Congreso del Perú y al día siguiente de su instalación me embarcaré para Chile, convencido de que sólo mi presencia es el sólo obstáculo que le impide a Ud. venir al Perú con el ejército de su mando: para mí hubiera sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un General a quien la América del Sud debe su libertad: el destino lo dispone de otro modo y es preciso conformarse. (...) Nada diré a Ud. sobre la reunión de Guayaquil a la República de Colombia; permítame Ud. General, le diga que creo que no era a nosotros a quienes pertenecía decidir este importante asunto: concluida la guerra los gobiernos respectivos lo hubieran tranzado, sin los inconvenientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos Estados de Sudamérica. He hablado a Ud. con franqueza, General, pero los sentimientos que exprime esta carta quedarán sepultados en el más profundo silencio; si se trasluciere, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalerse para perjudicarla, y los intrigantes y ambiciosos, para soplar la discordia.

De hoy en más (confía al final de su folleto Vicente Fidel López) será indispensable que los que hablen de la Conferencia de Guayaquil le llamen Conflicto. Sus deseos nunca se cumplieron. El libro fue publicado en 1884.

Autor: JULIO H. GRADOS BRINGAS

dp

Nota de aclaración: El historiador Vicente Fidel López fue Gran Maestre de la Masonería Argentina e hijo del célebre Vicente López y Planes, Presidente Provisional de la República Argentina y autor de la letra del Himno Nacional.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Daniel:
Todos tus escritos son una fuente de información impresionante. Realmente interesante resulta tu aclaración sobre ese hecho histórico.
Gracias por mantenerme informado.
Giovanni Stagnaro, de Panamá

Anónimo dijo...

HOLA DANIEL!
MUCHO GUSTO, MI NOMBRE ES NOEMI, NO SE DE QUE MANERA ME LLEGO ESTA INVITACION PERO ME ENCANTA LO QUE HACES.-
ME PRESENTO SOY DOCENTE PRIMARIA, (VICEDIRECTORA)TENGO 54 AÑOS , SIEMPRE ME GUSTO SABER UN POCO MAS ESPECIALMENTE DE LOS QUE HICIERON NUESTRA HISTORIA, CUANDO LEO, PIENSO SI REALMENTE NUESTROS ANTEPASADOS FUERON COMO LOS POLITICOS QUE TENEMOS AHORA, SÉ QUE Y ESO LES TRASMITO A MIS ALUMNOS CUANDO ME CUESTIONAN SOBRE UNO U OTRO PROCER QUE "DE ELLOS DEBEMOS TOMAR LO BUENO QUE HICIERON", YA QUE FUERON SERES HUMANOS.-
PARA MI UNO DE LOS MEJORES FUE SAN MARTIN ...AUNQUE DESPUES ME ENTERE QUE VINO A LA ARGENTINA , NO A SALVAR A SU PATRIA SINO EN UNA MISION ENCOMENDADA POR LOS INGLESES¿¿¿????
PUES PERTENECIA A LA LOGIA LAUTARO, QUE TANTO NOS HICIERON ESTUDIAR EN EL SECUNDARIO, VOS SOBRE ELLO ¿SABES ALGO ?
BUENO NO TE HAGO PERDER MAS TIEMPO, ESTARAS MUY OCUPADO, Y QUIZAS TE ESTOY MOLESTANDO CON PREGUNTAS INFANTILES .-
BUENO HASTA CUANDO QUIERAS Y NUEVAMENTE FELICITACIONES POR LO TUYO
SOY DE CORDOBA CAPITAL
NOEMI

Oscarin dijo...

Vaya que grato leer un poco mas y saber porque elfrustrado encuentro, como el Perú perdio antes del encuentro guayaquil, de como pudo haber una guerra peruano- gran colombia, a la par de la guerra con españa, todo por los intereses de Bolivar, vaya el General San MArtin merece todos los respetos de hidalguia y caballerosidad.tengo mas ganas de leer el libro "Bolivar enemigo del Perú" si que lo fue......

La poderosa familia Sánchez de Orellana dijo...

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El Protector de la libertad del Perú, general del Ejército Unido argentino-chileno José de San Martín, no ha necesitado nunca, ni necesita ahora, continuar con la absurda conseja de denigrar al Libertador Bolívar, para enaltecer su prestigio, bien ganado, como Libertador de Argentina, Chile y Perú.

El pedestal del Padre de la Patria no necesita de la diatriba y la calumnia al otro coloso de la Independencia de la América Meridional, ni de falsos expediantes e imaginados documentos, como la colección de cartas de la familia Quintanilla adquirida por el ministro argentino en Lima Colombres Mármol, o la Carta atribuída al general San Martín por el aventurero francés Lafond de Lurcy en su libro "Voyages autour du Monde...", la Academia Argentina de la Historia, invalidó la grosera falsificación de la colección Colombres Marmol, e impidió su compra y el gobierno de entonces tampoco aceptó la donación de las mismas.

En cambio, la santidad de la carta de Lafond fue reconocida y aceptada sin mayores análisis por las autoridades de la Academia Nscional de ls Historia y el Gobierno Nacional en 1948.

Sobre la apocrificidad de esta última, se pronunció el acucioso investigador argentino A.J.Pérez Amuchátegui, en su obra "LA CARTA DE LAFOND Y LA PRECEPTIVA HISTORIOGRÁFICA". Ed.Siglo XX.Buenos Aires 1962.

Por otra parte, es justo aceptar que en la monumental obra de Mitre sobre el general San Martí y la independencia de América del Sur, hay algunos conceptos errados, lo que es atribuíble al desconocimiento de documentación que nos ha sido dada a conocer con el correr de los años.
No obstante ello, no es posible aceptar la adulteración de la historia, tal como por ejemplo lo hizo a comienzos del segundo decenio del S.XX don Estanislao Ceballos, ex Ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina en el Instituto de Política en Willamstown, Mass. EE.UU. foro en el que declaró que "San Martín fue el Libertador de siete países de la América del Sur: Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador...

Continuando con su obra redentora y regeneradora, el Protector del Perú, hizo un gran aporte conducente a la libertad del Reino de Quito, con la concurrencia de la División Santa Cruz, entre cuyos bravos revistaban prominentes hombres, como Juan Galo de Lavalle el "León de Riobamba", José García el "Mártir de Tanizahua", Segundo Roca (mayor del Ejército, padre del futuro presidente argentino Julio Argentino Roca) herido en combate, licenciado y portador del triunfo de Pichincha a las autoridades de Buenos Aires.

Pata quienes no están familiarizados con la historia de la América española y sus vicisitudes, es apropiado recordarles que, cuando se creó el Virreinato de Santafé o de la Nueva Granada en 1717, la corona extendió su jurisdicción sobre la Real Audiencia de Quito, (creada en 1563 durante el reinado de Felipe II,en lo que fué el Reino de los Shyris), de la que eran parte integral la provincia de Guayaquil (que incluía Tumbes por el Sur), Cuenca, Loja, Buenaventura, Cali y Popayán, Audiencia que hasta ese entonces era de jurisdicción del virreinato del Perú.

Esa dependencia jurisdiccional de la Real Audiencia de Quito, del Virreinato de la Nueva Granada, se consolidó en 1739/1740.
De modo tal que, para el 28 de julio de 1821, fecha de la Declaración de la Independencia de Perú, habían trascurrido más de ochenta (80) años de su adhesión al Virreinato de Santafé y el mismo tiempo de su desvinculación fáctica y de pleno derecho del Virreinato de Lima.

El Protector, previo a su viaje a Guayaquil había sido inducido a error -fue engañado- por los ubicuos marqueses peruanos (a la sazón independentistas republicanos), que lo alentaron a la "recuperación" de la rica provincia de Guayaquil, recuperación que -como ya se ha dicho-, no tenía justificación, pues dicha provincia, como toda la Real Audiencia de Quito, eran de la jurisdicción santafereña desde hacía casi un siglo.
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La poderosa familia Sánchez de Orellana dijo...

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Agradezco que me hayan publicado las precedentes líneas, aunque no conste el nombre del autor, lo que puede dar lugar a que se consideren de autor anónimo, e incluso a que se tachen de falsas, sin embargo de haber tenido el cuidado y precaución de citar fechas y fuentes.

Si alguna hubiese omitido, quedo a disposición para aclarar cuanto haga falta.

Otto Federico Aguilera M.M.

Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Quito (Ecuador) y,
de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
(AAACC). de Buenos Aires.
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daniel pena dijo...

Muchas gracias por su aporte. El mismo salió publicado bajo el nombre de La poderosa familia Sánchez de Orellana.
Abrazo fraterno